Los símbolos de la capital catalana

"¡Es como la del cuento!"

El espectáculo  8Público encantado frente a la Font Màgica de Montjuïc, ayer por la tarde.

El espectáculo 8Público encantado frente a la Font Màgica de Montjuïc, ayer por la tarde.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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«¡Shit!» Los andamios que cubren las torres venecianas por las obras de mantenimiento y reciben a los visitantes al salir del metro no resultan un buen presagio para la pareja de habla inglesa que llegaba ayer temprano, poco después de las seis y media, a ver el espectáculo de la Font Màgica de Montjuïc a juzgar por la sincera expresión de la chica. Pequeño inconveniente inicial que queda ampliamente recompensado media hora después, con la música, los colores y los bailes -«sobre todo con los bailes», subraya ahora sonriente- del más retratado surtidor barcelonés, con permiso de Canaletes.

Pese a ser temporada baja, los pies de Montjuïc mostraban ayer a las siete de la tarde -hora de inicio del primero de los espectáculos de la tarde noche, que en esta época del año se realizan solo los viernes y los sábados- un ambiente festivo. «Me ha encantado. Hay mucha gente, pero se puede estar, no como el día del Piromusical, que esto está imposible», contaba Elvira, quien, como cada viernes, salía a cenar con sus amigas, y ayer, coincidiendo con su 60º cumpleaños, decidió hacer «algo especial» y subir a ver el espectáculo «antes de los vinos». Aunque son los menos, a mucha distancia, Elvira y sus amigas no eran ayer las únicas barcelonesas que subieron a disfrutar del acuático show. A escasos metros, sentados -habían llegado pronto- aria y su hijo Daniel, de 5 años. «¡Es como la del cuento!», exclamaba el pequeño mirando a la fuente en uno de los arranques en los que los chorros suben más arriba, a punto de rozar la luna. «Hacía mucho tiempo que le decía que le tenía que traer, porque desde pequeño le explico un cuento de una fuente mágica y hoy nos lo hemos podido organizar», explica la mujer. Por las sonrisas en la cara de ambos, la fuente real no les ha decepcionado.

Además de las luces de colores de la fuente y una luna realmente de fábula, en el cielo, decenas de objetos voladores perfectamente identificados. Se trata de artilugios fluorescentes de plástico, en los últimos tiempos en auge en el mercado de la venta ambulante. Y es que los muchísimos turistas que atrae la Font Màgica atraen a su vez a numerosos vendedores de todo tipo. Lidera el ranking la venta de estos saltarines y brillantes recuerdos, seguidos muy de cerca por los pitos, del mismo diseño y que también acompañaban ayer los compases de la fuente. El caluroso ambiente situaba también en el top tres la venta de cerveza fría, seguidos de imanes de flamenca, abanicos, castañuelas y fulares, sobre mantas extendidas por toda la avenida de María Cristina.

Sarah es italiana, aunque vive en Barcelona desde hace un mes. Ha venido a cursar un máster. Confiesa que no tenía intención de subir a Montjuïc, ya que le resultaba «para guiris», pero sus amigas, de visita en su piso de estudiantes este fin de semana, la han convencido. «He venido por ellas, pero al final ha resultado que es a mí a quien más me ha gustado. Me ha sorprendido el rugir del agua al principio, antes de la música», explica la joven, quien eso, sí, expresa que la música «podría oírse mejor».«Se me ha hecho corto»En la pasarela opuesta a la de Elvira, Maria y Sarah, una pareja de edad indefinida, más cerca de los 60 que de los 50, baila amorosa al ritmo de la música. Abrazados. No miran a la fuente. Se miran entre ellos. Sonríen. «Wonderful». Cuando se sueltan, explican que han venido por tres motivos, bastante más prosaicos que la escena anterior. «Porque nos lo habían recomendado unos amigos, porque es gratis y porque es a una buena hora para alargar el día una vez ha oscurecido y enlazar con la cena», explica la pareja, argumentario repetido por varios de los presentes consultados por este diario. concluía una salerosa turista cordobesa.

«Me ha gustado tanto que si no fuera porque me duelen los pies a horrores de andar todo el día por la ciudad arriba y abajo me quedaba a la segunda sesión»,