UNA VETERANA ENTIDAD FEMENINA

Las pupilas de Raimunda

Cómplices 8 Toñi, Pepi, Elvira, Montse y Carmen, cinco de las mujeres que forman La Pizarra de Raimunda, ayer por la mañana en Sant Martí.

Cómplices 8 Toñi, Pepi, Elvira, Montse y Carmen, cinco de las mujeres que forman La Pizarra de Raimunda, ayer por la mañana en Sant Martí.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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En el escenario, tres carros. El de la compra, que simboliza el peso de la casa; el del bebé, que simboliza la carga de los hijos -y con los años, la de los nietos-, y una silla de ruedas, que simboliza la responsabilidad sobre los padres. Han titulado la instalación Mujer que suma y sigue. «Es como nos vemos. Todo el mundo tira de nosotras. Los hijos y los padres. Yo trabajo más ahora que cuando lo hacía fuera de casa», reflexiona Toñi, miembro de la asociación La Pizarra de Raimunda desde hace 11 años. El simbólico atrezzo decorará el lunes la tradicional entrega de premios que la veterana entidad de mujeres de Sant Martí organiza cada año con motivo del Día de la Mujer.

No será la única reivindicación de la jornada. Las valientes mujeres de La Pizarra de Raimunda han preparado también para la ocasión cinco breves diálogos, que ellas mismas interpretarán, en los que se refleja el día a día que las mujeres normales, «de la calle» -como se definen-, un día a día cada vez más difícil «por la crisis y los recortes». Una de las escenas la protagonizará Julia, socia de la entidad en silla de ruedas. Hablará sobre los recortes en sanidad. Una amiga le preguntará si ya la han operado y ella contestará que todavía no, aunque le han hecho las pruebas preoperatorias dos veces. En otro de los diálogos, una mujer de 87 años habla sobre el estrés de cuidar a los nietos y alimentar a nietos e hijos, que se han vuelto a instalar en casa al haber perdido trabajo y casa víctimas de un desahucio. Otra habla sobre las participaciones preferentes. «Hablamos de las cosas que nos afectan. No es política, es nuestro día a día », se sincera Pepi, otra de las históricas de la entidad.

La semilla de La Pizarra de Raimunda se sembró en 1997, en la escuela de adultos de La Pau, a la que asistían Manoli -quien falleció y a quien dedican uno de los premios- Pepi y Carmen. «Nuestra profesora Raimunda me insistió en que fuera al Consell de Dones. ¡Yo, que jamás había tenido ninguna relación con la Administración! Y tanto insistió, que fui. Y de ahí, me dijo que tenía que crear una asociación de mujeres aquí en Sant Martí, que no había ninguna, y al final me convenció, y mira. De ahí que la asociación lleve su nombre», recuerda Carmen Gómez, alma de la entidad, quien lleva más de una década ayudando a mujeres a romper su particular techo de cristal. «Hemos tejido una red de mujeres fuerte, basada en el cariño y el respeto», explica Carmen con una sonrisa contagiosa.

«Empezamos siendo un puente entre mujeres y Administración. Nos dimos cuenta de que las mujeres con mayores problemas ni sabían de la existencia de los recursos de que disponían para intentar salir adelante ni tenían tiempo para ir de ventanilla en ventanilla», cuenta Carmen, quien también destaca la labor de trabajar la autoestima, otra de las bases de La Pizarra.

«Una ventana»

«Para mí La Pizarra es una ventana. Es un 'ahora me toca a mí'. Aquí dejamos nuestros problemas en la puerta y somos nosotras. Aprendemos. Vemos que podemos hablar de temas que no hubiéramos ni imaginado», dice Pepi.

Cada lunes se reúnen en el centro cívico de Sant Martí más de una veintena de mujeres. Algunas vienen derivadas de los servicios sociales y de centros psicológicos. «Encuentran un espacio en el que son una más. Se sienten valoradas. Sienten que hay mundo más allá de sus casas», prosigue Carmen, quien confiesa que el giro reivindicativo de su entrega de premios anual surgió en el acto institucional del Día de la Mujer del año pasado, dedicado a las mujeres emprendedoras y a directivas. «Nos indignamos. Queremos reivindicar el trabajo de las mujeres normales. Nosotras somos directoras ejecutivas de nuestras casas. Si nosotras nos paramos sí que se para el mundo», concluye la presidenta de «las pizarrinas», como se las conoce en el barrio.