Colaboración cultural en el Barcelonès Nord

La Badalona que asusta

Manolo Hernández y Vicente García, ayer, en el Museu de Badalona.

Manolo Hernández y Vicente García, ayer, en el Museu de Badalona.

CARLES COLS
BADALONA

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Badalona no solo tiene un museo romano tan insuficientemente conocido como realmente recomendable, sino que además, si la diosa Fortuna pone un poco de su parte, puede convertirse en breve en un centro de microperegrinaciones cinéfilas más o menos como le sucedió al número 34 de la Rambla de Catalunya, donde se rodaron los espantos de la celebradaRec, de Jaume Balagueró. El reto está en manos de Manolo Hernández y Vicente García, un par de jóvenes con varios cortos a sus espaldas y que decidieron plantarle cara al paro con el rodaje de un largometraje grabado casi íntegramente en el subsuelo romano de la ciudad. Será una película de terror. «Hipnótico», precisan. Creen además haber encontrado una fórmula narrativa novedosa, indispensable para poner un pie en la puerta de la industria del cine antes de que esta se cierre y llamar así la atención. De momento prefieren guardar como una sorpresa ese golpe de efecto.

La película,Domo, está en fase de posproducción, con el objetivo de que pueda ser estrenada, ya verán dónde, antes de fin de año. Atrás quedan, por lo tanto, los tres meses que de noche pasaban en el Museu de Badalona, entre los restos de la vibrante ciudad que hace 2.000 años allí hubo y en compañía de la Venus de Badalona, la catalana más hermosa de la antigüedad, algo menuda, es cierto, pero sin duda voluptuosa. «Podemos recorrer los pasillos del museo con los ojos cerrados. Fueron tres meses..., nos lo sabemos de memoria», explican al alimón.

Es una película, además, auténticamentemade in Badalona. Hernández y García, en el buen sentido de la palabra, enredaron a todo aquel que podían en Badalona para formar un equipo de unas 40 personas, de las cuáles 18 son actores con papel en la película. El protagonista lo interpreta Mireia Grau, una farmacéutica a la que lo que le va es ser actriz. Pero lo más singular aquí es supartenaire, el propio museo, pues Grau da vida a la responsable de la limpieza nocturna del recinto, una labor que realiza en la más absoluta soledad.

El Ayuntamiento de Badalona permitió el uso nocturno del recinto sin más coste que la presencia de un empleado para que facilitara el rodaje sin que ello afectara a la colección expuesta. Esa fue la aportación inicialmente pactada. Hubo otra inesperada. Marga Abras, historiadora del arte y trabajadora del museo, se subió al proyecto tambiénenredadapor Hernández y García. Tiene un papel bastante didáctico en el largometraje, ya que es la guía del museo en la ficción, algo no muy lejano, claro, a su verdadera profesión.

La cuestión es que la pareja de aspirantes a cineastas tuvieron a su disposición un plató extraordinario, pero con el propósito de rodar una película de terror, en principio un género jamás cultivado en la antigua Roma. Es cierto que en latín se escribieron cosas tremebundas. Ovidio, por ejemplo, contó la inconsciencia del rey Licaón, que ofreció a Júpiter un almuerzo de carne humana convencido de que no era un dios sino un impostor, y este le castigó con la perversa solución de convertirle en lobo, para que no le hiciera ascos así a sus debilidades caníbales. Es una historia ciertamente muygore, pero eso no era exactamente, en la literatura latina, terror. Como género es algo mucho más moderno, así que Hernández y García tuvieron que buscar alguna filigrana de guión para que el museo encajara en sus planes. Muy sucintamente, la protagonista trabaja en un inconcreto museo edificado sobre los restos de la mansión de una soprano de origen alemán ya fallecida, Morguen Brandt, bajo los cuales apareció, como en Badalona, una antigua villa romana. Aseguran los dos guionistas (Manolo, además, es el director) que el resultado final no será una película de sustos, sino de angustia. «Hipnótica», insisten.

PRECEDENTE / Esta, por otra parte, no es la primer aventura cinematográfica del Museu de Badalona. El centro cultural ya fue el pasado mes de marzo el catalizador indispensable para la confección de un documental dirigido por Maximiliano Viale a partir de las películas domésticas rodadas por los vecinos de la ciudad durante los años 60 y 70, en su mayoría con aquellas entonces muy modernas cámaras de Super 8. Viale la titulóEl presente perpetuo, y su propósito era comprobar si aquellas grabaciones podían considerarse un buen material arqueológico con el que interpretar el pasado. Su conclusión fue que no, que era inviable, pues en aquellas películas se retrataba una permanente felicidad que no se ajustaba a la realidad. Eran cine fantástico. ComoDomo.