El legado de los XGames para la ciudad
El 'skate park' de Trias no convence a los patinadores
Cuando un patinador europeo viaja a San Francisco con su tabla, un skater local le detiene y le pregunta si está loco, que cómo se le ocurre volar hasta tan lejos cuando tiene Barcelona a tiro de piedra. La capital catalana se mantiene como uno de los destinos favoritos de los riders de todo el mundo gracias a su combinación de buen clima y urbanismo de grandes espacios y suelos deslizantes. Eso, a pesar de las restrictivas ordenanzas y de la creciente presión policial, detalles que no hacen más que potenciar la aureola de rebeldía que envuelve a estos jóvenes de suela desgastada. Ahora, con la llegada de los XGames, las olimpiadas del deporte de acción que se celebrarán los próximos tres años en Montjuïc, el ayuntamiento intentará conquistarles con las instalaciones que esta cita legará a la ciudad: al menos un skate park de grandes dimensiones que podría encontrar acomodo en el Fòrum. ¿Será esto suficiente para que los patinadores se olviden del Macba o de Països Catalans?
Un par de tardes en la plaza de los Àngels bastan para darse cuenta de lo esperpéntico que resulta todo esto. Llega la policía y ellos se sientan con el culo o los pies sobre la tabla. Se marcha la pareja de agentes y vuelven a la acción. Viene una patrulla de los Mossos y otra vez las ruedas quietas. Se van por donde han venido y de nuevo a patinar. Así, hasta que llega un camión de la limpieza y de un manguerazo decanta la balanza del lado municipal. Riccardo Vadi es el propietario de Rufus, tienda especializada en este deporte heredero del surf. No tiene ninguna duda de que Barcelona «es la capital mundial del skate urbano desde hace cuatro o cinco años», pero alerta de que la presión policial está consiguiendo que muchos se vayan a otros lugares, como Berlín, donde sus trucos y piruetas no son tan perseguidos.
ARQUITECTOS CON PATÍN / «Esta es un ciudad nueva construida en 1992. La más moderna de Italia tiene 4.000 años», bromea Riccardo. Según los entendidos, aquí se patina como en ninguna parte. «Parece que los arquitectos sean patinadores de toda la vida. Barcelona es un skate park», dice. Piensan de igual manera Marc y Toni, convencidos de que si el ayuntamiento calculara cuánto dinero dejan aquí los skaters de todo el mundo, quizás cambiaría su actitud.
Cuesta de creer, pero hay jóvenes que vienen desde Suecia, Los Ángeles o Australia solo para hacer skate. «Les da igual la Sagrada Família, les da igual la playa; solo vienen a patinar», explica el dueño de Rufus. No hace mucho, cuenta, cinco ingleses se dejaron 1.500 euros en su tienda junto al Macba. Fueron a la plaza a estrenar el material y a los cinco minutos ya les habían requisado las tablas y les habían puesto una multa de 1.000 euros a cada uno. «El problema es que luego se van a su país y esta mala experiencia la cuelgan en internet. Barcelona empieza a tener un poco de mala onda porque la policía da demasiado fuerte», se queja.
El alcalde Xavier Trias admitía el lunes, durante la presentación de los XGames, la necesidad de «ordenar estos deporte de acción». Jason, australiano de Richmond, cerca de Sydney, no entiende por qué la autoridad local le trata «como a un delincuente». «Gasto dinero en esta ciudad; no robo, solo vengo a patinar, de verdad que no lo entiendo», detalla, durante una de las sentadas forzadas por la presencia de la Urbana en el Raval. Gonçalo, brasileño de 35 años recién llegado a la ciudad, vino encandilado por los vídeos que descargó de la red. «Me parece bien que nos persigan si bebemos alcohol o fumamos porros, pero por patinar... no tiene sentido. ¡No estamos rompiendo nada y damos espectáculo!».
Aleix Gallimó, diseñador gráfico y editor de vídeo de 26 años, practica longboard. Habrán visto más de uno, es una tabla más larga y veloz, cada vez es más usada como medio de transporte. Dice que el asunto no se soluciona con un skate park, que el problema es la «dura ley que se impuso en tiempos de Hereu y que ahora aplica Trias». El actual alcalde, de hecho, le ha puesto empeño. En el 2011 se multó a 236 patinadores. Este año, entre enero y abril, ya se ha sancionado a 106.
Marta Guillén también recorre Barcelona en longboard. Lamenta los «muchos inconvenientes» que les pone el ayuntamiento cada vez que montan un encuentro. Quizás por eso, para tener más fuerza, decidieron organizarse y crear el club Longscat. Hace un par de años, recuerda, bajaron unos cuantos desde Sarrià hasta el centro. Dos compañeros fueron sancionados con 1.500 euros de multa por tabla.
Marta es otra incrédula: «No hacemos daño a nadie. Agradecemos el skate park, pero hace falta empatía, que se entienda que esto es deporte y no un delito».
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