LA VIDA EN EL TERRENO DONDE SE PRODUJO EL INCENDIO

El solar del rumano

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Andrei y Emil siguen los trabajos de los Mossos con disimulo; desde la otra acera. Van y vienen. Desaparecen y regresan al rato. Son rumanos y dicen que conocían a las cuatro personas que ayer murieron en el solar de la calle de Bilbao. De hecho, les vieron la mañana anterior al incendio. Cuentan que eran tres hombres y una mujer de entre 20 y 30 años y que dos de ellos, Michaela y Dan, estaban casados. Los otros dos se llamaban Adi, familiar de la pareja, y Alex, nieto de otro matrimonio que la semana pasada se fue a Rumanía a pasar un mes. El terreno que ahora tiene un precinto policial se había convertido para ellos en un pedazo de su tierra. Quedaban los domingos para jugar a fútbol, tomar cervezas y charlar con varios compatriotas.«Sin molestar a los vecinos»,destaca Andrei, que aparenta algo más de 42 años.

Emil, de 57 bien llevados, trabaja como vigilante en una obra en Ciutat Meridiana. Su compañero está en paro y hace poco le quitaron los papeles. Confiesa que un par de años atrás cometía«pequeños robos»,pero ahora, y pide que conste, ya no hace «nada fuera de la ley».No saben muy bien cómo lo harán, pero se ven en la obligación de llamar a su país para dar la noticia. «Ni idea. Ya buscaremos la manera de que los abuelos se enteren de que su nieto ha muerto. Vuelven dentro de un mes»,planifica Andrei, con asombrosa frialdad.

Emil no le quita ojo al solar. Resulta que tiene un montón de cosas dentro. Y muchas son de su mujer. Una bicicleta, chatarra variada... Está pensando el modo de recuperarlo.«El problema es que la policía ya habrá hecho fotos y lo tendrá todo clasificado. Si entras y lo coges y luego lo echan de menos, se te caerá el pelo»,le advierte su colega. Eso sí, dentro de unos días la cosa se enfriará. Y si todo sigue en su sitio...

«Pude ser el quinto»

Andrei pudo ser la quinta víctima mortal. La noche del domingo estuvo tomando cervezas en el Poblenou -él vive cerca del Hospital de Sant Pau- y se le pasó por la cabeza quedarse a dormir con sus amigos del 22@«porque iba un poco borracho».«Al final lo pensé dos veces y me fui a casa. Ahora ya estaría muerto». Explican que la barraca que estaba bajo la rampa de acceso al solar era muy estrecha, sin ventanas y con dos estancias muy pequeñas. Puestos a cavilar causas de la tragedia, apuestan por«una bombona que se quedó abierta y un mechero que se encendió a media noche, una calefacción en mal estado o una bombilla que hizo chispa».

Se quedan sin solar del rumano, un nombre que les gusta. Aunque dicen sentirse integrados, un domingo entre paisanos«era como estar en casa».¿Y cómo ven todo este asunto de los asentamientos en el Poblenou?«Cuando no tienes nada, lo último en lo que piensas es en estos debates tontos».