La intervención

El plan integral para la nueva Rambla empezará en enero con las estatuas

Dos jóvenes se fotografían, ayer, sobre el mosaico de Joan Miró de la Rambla, próximo al Gran Teatre del Liceu.

Dos jóvenes se fotografían, ayer, sobre el mosaico de Joan Miró de la Rambla, próximo al Gran Teatre del Liceu.

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Quiere que vuelva a ser un eje de referencia para los barceloneses, como parece serlo ahora exclusivamente para los turistas. Con esa fijación, y el propósito de no dejar que la Rambla caiga en picado en la degradación, el alcalde Xavier Trias presentó ayer un plan integral para el paseo más popular de la ciudad que tendrá sus primeras concreciones a principios del 2012, cuando se defina una nueva regulación para las estatuas. «No es un proyecto de CiU para la Rambla, sino una planificación que hacemos entre todos», aseguró el regidor en tanto la transformación que sufrirá esta vía durante los próximos seis años se llevará a cabo con el consenso de entidades, instituciones, asociaciones y organismos con los que el ayuntamiento tiene previsto acordar medidas.

Y entre estas, según avanzó ayer Trias, figura una nueva normativa para las estatuas, una práctica sobre la que el anterior equipo de gobierno de Jordi Hereu (PSC) ya hizo una primera regulación que entró en vigor el 14 de abril y que permite que puedan actuar 15 artistas a la vez en puntos autorizados, aunque en la práctica muchos días ni aparecen. Ante los cambios que se avecinan, el consistorio acaba de prorrogar tres meses al contrato de estos actores (que debe renovarse anualmente), ya que tras una primera reunión, el 12 de enero, se tomarán decisiones sobre esta práctica que deberían poder asumirse a partir de marzo.

DIFICULTAD PARA PASEAR / Entre los temas que se abordarán en esa mesa de debate que abrirá el plan estratégico está el hacer pagar a las estatuas una tasa de ocupación de la vía pública para evitar el agravio que supone el estar exentas de ello, así como otra posible reducción de su número, y, quizá también, un cambio de ubicación para paliar uno de los problemas de la Rambla, la dificultad para pasear, que se agrava por los corrillos que se forman alrededor de las representaciones.

Porque una de las bases sobre las que se sustenta el bautizado como Pla Cor, que se prolongará hasta el 2018 con un presupuesto de 10 millones de euros, es que los barceloneses sientan la Rambla como el quinto barrio de Ciutat Vella y se reconcilien con este. Por ello, la concejala del distrito, Mercè Homs, citó ayer entre las propuestas que podrían fructificar el aumentar el número de bancos en el paseo, «expulsar» actividades como los trileros y la prostitución, regular las ferias y a los pintores, simplificar las señales de tráfico y dar prioridad a los peatones frente al tráfico rodado. Respecto a esto último, Trias abrió la puerta a restringir «al máximo» la circulación, manteniendo el transporte público, la carga y descarga y la circulación para atender los servicios de los equipamientos de la zona.

QUIOSCOS «HORROROSOS» / También se plantearán en sucesivas mesas de trabajo cambios en las antiguas pajarerías, reconvertidas en quioscos de venta de suvenires, entradas de museos y turrones, y cuyo cierre han llevado los comerciantes a los juzgados. Para Trias, estos puestos son, directamente, «una vergüenza». «Es lo más feo y horroroso que he visto nunca», concretó el alcalde.

En definitiva, con este plan, que viene de un trabajo del anterior gobierno municipal que quedó en el tintero, el alcalde considera que se saldará «una deuda» que tiene el ayuntamiento con los vecinos de este paseo, una avenida que se sitúa entre las 17 vías más visitadas del mundo. «Es una apuesta en la que nos jugamos el prestigio de la calle más importante la ciudad», subrayó Trias, y advirtió a Homs de que «no será fácil» su labor y «sufrirá» durante este largo proceso que afronta desde el distrito porque en la Rambla hay «intereses contrapuestos». Por ello, pidió a la concejala «valentía y firmeza» para ejecutar unos cambios que espera logren que los barceloneses vuelvan a «sentir suyo» el paseo estrella de la capital catalana.