Secuelas de una infraestructura detenida

Sant Gervasi recuperará una plaza que la parada L-9 dejó patas arriba

La plaza de Joaquim Folguera, ayer, con el inmenso agujero dejado por la frustrada estación de la L-9 de Putxet. A la derecha, la calle de Balmes. A la izquierda, el mercado de Sant Gervasi.

La plaza de Joaquim Folguera, ayer, con el inmenso agujero dejado por la frustrada estación de la L-9 de Putxet. A la derecha, la calle de Balmes. A la izquierda, el mercado de Sant Gervasi.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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En una de las entradas del mercado de Sant Gervasi hay un panel de unos cuatro metros por dos en el que se explica, con imágenes virtuales y con todo lujo de detalles, cómo quedará el entorno una vez terminada la estación de Putxet de la línea 9 de metro. Ingrid trabaja en la pescadería del otro lado del pasillo y contempla el cartel con una ceja levantada. «Quizás lo mejor sea que alguien venga a llevarse esto», desliza. Las obras se pararon hace unos nueve meses y la plaza de Joaquim Folguera, donde antes había arboles, bancos, una fuente y un parque infantil, es ahora un inmenso agujero vallado con una larga rampa para camiones, barracones apelotonados y cimientos efervescentes. Ayuntamiento y Govern, ante las escasas esperanzas de retomar a corto o medio plazo el proyecto subterráneo, han decidido recuperar el lugar. Se empezará a moldear pasadas las fiestas navideñas y volverá a ser arrasado cuando haya dinero para terminar la L-9. Lo mismo se hará, aunque todavía sin fecha, en la plaza de Sanllehy, en la frontera de Gràcia con Horta-Guinardó. Ambos arreglos costarán cerca de dos millones de euros.

La nota del consistorio que anunciaba, el 18 de febrero del 2010, la llegada de las grúas, tenía una curiosa manera de definir el derribo de este enclave de Sant Gervasi: «Trabajos de liberación de la superficie», rezaba el documento, en el que se explicitaba la necesidad de desviar servicios de luz, gas y agua que pasaban sobre las futura estación.

RESIGNACIÓN BIEN LLEVADA / Durante los primeros meses, el comercio y los vecinos aceptaron las molestias con la resignación habitual de estas ocasiones, ya saben, el ruido y el polvo son un engorro pero se impone la confianza en que una nueva parada de metro -ya tienen la estación de Putxet de FGC- dé vida al barrio e impulse la actividad económica. Así aguantaron hasta que el pasado mes de marzo fueron informados de que el proyecto se detenía de manera indefinida. «Nos quedamos de piedra, todavía recuerdo cuando los obreros recibieron la carta de despido», explica Victoria Fajardo, presidenta de los comerciantes del mercado, que no cabe de gozo ante la idea de volver a tener un entorno normal. «El uso del aparcamiento ha bajado un 50%, tenemos ratas..., esto ha sido una maldición», resume.

Los dos millones de euros los pondrá GISA, la empresa de infraestructuras de la Generalitat. El ayuntamiento se salva de sacar la cartera, pero ha querido aportar su granito recabando la opinión de vecinos y botiguers de cara a plantear posibles cambios en el diseño de la plaza. La decisión de actuar en este punto ha generado un enfado monumental en otras zonas que también conviven con una estación a medio construir. Es el caso de los vecinos de la calle de Mandri con paseo de la Bonanova, que conocieron la noticia en un reciente consejo de barrio.

Para despejar dudas, un portavoz de la Conselleria de Territori i Sostenibilitat concreta las razones que han llevado a decantarse por Joaquim Folguera: «Se ha decidido realizar esta mejora por las molestias que la obra ocasiona a los vecinos y al comercio»; una respuesta que seguro no convencerá al resto de barceloneses que conviven con la promesa y el esqueleto de una estación de la línea 9 de metro (Sarrià, Lesseps, Camp Nou, Zona Universitària, Guinardó y Maragall).

«DINERO A LA BASURA» / Cristóbal Núñez, vicepresidente de los comerciantes del mercado, forma parte de la comisión de seguimiento de las obras del metro. Aplaude que la plaza recupere un aspecto «más humano», pero admite con la boca pequeña que esta inversión «es dinero tirado a la basura si se tiene en cuenta que dentro de no se sabe cuántos años se tendrá que volver a levantar todo otra vez». Lo mismo sucederá en Sanllehy, donde también está previsto adecentar el terreno en próximas fechas. Comprobado el deseo del Govern de tapar los restos de la L-9, es fácil concluir que el parón del proyecto va para largo; muy largo.