a pie de calle

El paradero de la fábrica cervecera

Arriba, imagen antigua de la esquina de Casanova y Floridablanca, con la fábrica de cervezas Moritz. Abajo, la misma zona, ayer.

Arriba, imagen antigua de la esquina de Casanova y Floridablanca, con la fábrica de cervezas Moritz. Abajo, la misma zona, ayer.

EDWIN WINKELS

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Las fábricas. Hace décadas, toda Barcelona estaba plagada de ellas. No solo el Poblenou, también el Eixample tenía sus industrias, e incluso el Raval. En la frontera de estos dos últimos barrios,Louis Moritzabrió en 1864 su propia fábrica de cerveza, aquella que acaba de ser reformada por el arquitecto estrellaJean Nouvelpara reinaugurarse la próxima semana como un nuevo lugar de encuentro gastronómico, que no le irá mal a una ronda de Sant Antoni bastante caótica. El nombre del nuevo multiespacio no engaña: Fábrica Moritz Barcelona.

¿O sí? ¿Engaña un poquito? Picado por mi curiosidad y barriga cerveceras, entro en la página web de esta cerveza de origen alsaciano pero auténticamente barcelonesa, con esa llamativa M azul sobre un fondo amarillo, y me encuentro una foto histórica que confirma lo que ya había leído en documentos antiguos y que me había explicado algún vecino: en la ronda de Sant Antoni, los números 39, 41 y 43 que ahora, por fin, ofrecen un aspecto luminoso y digno, no estaba la fábrica cervecera. Eran propiedad de losMoritz, eso sí, pero esos bloques fueron la sede administrativa, ahí estaban las oficinas, además de las viviendas de esa gran familia alsaciana.

La parte de atrás

3 Los bajos fueron durante un tiempo una escuela para los hijos de los trabajadores. Después se instalaron ahí los almacenes La Golondrina. La fábrica, esa construcción mucha más austera e industrial, estaba en la parte de atrás, con entrada en la calle de Casanova, número 2, y rondaba la esquina con Floridablanca. Ahí, en ese cruce donde los carros de transporte cargaban los barriles, ahora no queda ni rastro de las cervezas. Se levantó, en una construcción típica de los años 70, un bloque de oficinas con un amplio local en los bajos, durante años sede de PC City y ahora de otra macrotienda de productos de informática, Worten.

Pregunto en el entorno por algún recuerdo de esa fábrica, pero casi todo ha cambiado tan deprisa, que la memoria desaparece. Un bar con pinta de histórico, el Torres en Floridablanca, está regentado por hosteleros chinos. En el único otro comercio de tiempos pasados, Fortis, -«calzados para plantillas, pies delicados, anchos especiales», reza el antiguo rótulo- me dicen que eso tal vez lo saben los abuelos, pero ellos no. Una clienta solo recuerda el Price, el mítico pabellón que se llenaba con sus combates de boxeo.

En Moritz reconocen que sí, que esa fábrica, ahí donde se hacía la cerveza hasta que los tanques se trasladaron en 1967 a Parets del Vallès

-donde el cierre definitivo, en 1978, fue traumático, tras 238 días de huelga y el encierro de 80 de los 147 trabajadores- ya no existe. Pero que aun así, buena parte de los 4.500 metros cuadrados de los que se ha ocupadoNouvel formaban parte de la nave fabril, son sus columnas, arcos, pasillos. Y, además, se volverá a elaborar cerveza ahí, aunque sea a pequeña escala.