RADIOGRAFÍA DE UN MOVIMIENTO EXTREMISTA

La tolerancia política y judicial atrae a BCN a antisistema de toda la UE

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Para los servicios de información de las policías europeas, «el triángulo del anarquismo radical» en la Unión Europea lo forman dos países y una ciudad. Los países son Italia y Grecia. Y la ciudad es - ¿lo adivinan?- Barcelona, donde, según fuentes policiales, tienen su base unos 1.800 activistas antisistema entre los que hay una avanzadilla de 400 muy violentos. Los disturbios que el miércoles asolaron las calles del centro de la ciudad han vuelto a poner de manifiesto que la capital catalana atrae a jóvenes extremistas de toda la UE que aquí encuentran cobijo en la nebulosa de okupas y anarquistas que anidó hace años y cierta tolerancia política y judicial que ha estado vigente durante años.

Policías y sociólogos exploran los múltiples elementos que hacen que Barcelona se haya vuelto tan atractiva para estos grupos. «Es verdad que la naturaleza abierta y mediterránea de Barcelona la convierte en una ciudad muy apetecible», comenta un policía con años de experiencia en la lucha contra esos grupos extremistas. No obstante, señala que hay razones más de peso: «Durante años ha habido en esta ciudad una tolerancia de las autoridades políticas con estos grupos. Se les ha dejado hacer, ellos se han convencido de que aquí no se les va a reprimir con contundencia y han acabado por echar profundas raíces».

DIFICULTADES AL DESALOJO EXPRÉS / A la tolerancia política se suma la de algunos jueces de la capital. «En ninguna ciudad catalana es tan difícil echar a unos okupas de una vivienda como lo es en Barcelona», señalan fuentes de Interior, que ponen de manifiesto cómo la aplicación del desalojo exprés, antes de que pasen 48 horas de la ocupación, encuentra profundas reticencias en algunos magistrados de la capital catalana cosa que no ocurre en localidades vecinas como las de la comarca del Baix Llobregat.

A ello se le suma que las principales casas okupadas en Barcelona se han erigido en un auténtico referente para el movimiento okupa en toda Europa. «Son edificios famosos entre los okupas de toda la UE que saben que ahí siempre hay sitio», explican esas fuentes.

La atracción que genera el mito de la Barcelona anarquista, es decir, la singladura histórica que ese movimiento político en la ciudad, es otra causa a sumar a las causas del fenómeno. Para los militantes, estar a la altura de la historia, del mito de los antiguos anarquistas, es un motivo añadido para las algaradas.

A toda esa situación se le ha añadido en los últimos años la llegada de un núcleo duro de anarquistas italianos que o bien han decidido de motu propio irse tras la llegada al poder de Silvio Berlusconi o bien directamente han huido de la presión que sobre estos grupos ejerce la policía italiana. El resultado ha sido una fuerte conexión de los anarquistas instalados en Barcelona con ese tipo de grupos en Italia. A tal punto ha llegado que el pasado mes de diciembre la policía italiana remitió al Gobierno español una alerta sobre posibles atentados cometidos por anarquistas durante la presidencia española de la UE.

UN COLECTIVO DESORGANIZADO / Sin embargo, todos los cuerpos policiales consultados coinciden en que esos antisistema violentos no tienen una estructura organizada. «Hay unos 400 dispuestos a liarse con la policía y otros 1.400 que les aplauden y que si hay una piedra cerca, la tirarán», comentan esas fuentes de Interior. Forman una nebulosa muy heterodoxa con un núcleo duro de anarquistas violentos muy militantes, muchos de ellos miembros de la organización Cruz Negra Anarquista, aunque incluso estos están muy desorganizados. A ellos se añaden okupas, redskins, punkis y, sobre todo, «universitarios de clase media alta entre los que se ha generado la dinámica de que ser antisistema mola», añade un responsable de un servicio de información policial. «Hay mucha multimilitancia, es decir, tipos que hoy son de una corriente y mañana son de otra».

Sin embargo, más que en base a una estrategia a largo plazo, esos antisistema funcionan a partir de tácticas a corto plazo que se trazan para generar caos en momentos concretos, tales como las manifestaciones anti-Bolonia, las celebraciones de los títulos del Barça o, como en este caso, la huelga general. «Los líderes salen espontáneamente y quien es líder hoy quizá ya no lo sea en el próximo disturbio», comentan esas fuentes, que destacan queel hecho que no haya una gran organización detrás no significa que no haya gente que piense. «En los disturbios del otro día había personas que daban órdenes y consignas al resto de hacia dónde debían ir y qué debían hacer», añade ese responsable de Interior.