Polémica sobre el mal uso del espacio público

Gràcia cerrará a las 11 los locales de comida para llevar por los botellones

Un grupo de jóvenes cena en el improvisado merendero de la plaza del Diamant, frente a un local de comida para llevar, la semana pasada.

Un grupo de jóvenes cena en el improvisado merendero de la plaza del Diamant, frente a un local de comida para llevar, la semana pasada.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las sábanas con el desesperadoVolem dormir,un clásico en otros puntos del barrio, han brotado en los balcones de la plaza del Diamant, hasta hace poco una especie de oasis en la vorágine estival que viven año tras año las principales plazas de Gràcia. Los vecinos del lugar coinciden en que el detonante de la irrupción del botellón diario en el escenario de las peripecias de Colometa ha sido la apertura de dos locales de comida rápida para llevar, que han convertido la plaza en un «merendero nocturno» que, noche sí, noche también, llena el lugar de jóvenes que, a un precio muy reducido, pueden cenar al aire libre, regando su kebab con cerveza fresca y barata, gentileza del latero de guardia.

Para intentar poner freno a ese círculo vicioso –los callejeros comensales atraen a los lateros, y los lateros invitan a alargar la sobremesa hasta altas horas– el distrito ha elaborado un decreto, pendiente de la firma del alcalde, en el que se regula el horario de este tipo de establecimientos –desde pequeños colmados hasta locales de comida japonesa para llevar o los ya tradicionales kebab– obligándoles a cerrar a las once de la noche, medida que ya recoge el plan de usos de Ciutat Vella, el lugar de la ciudad con una mayor presión sobre su espacio público.

EL RITUAL DIARIO / El ritual es casi siempre el mismo: los jóvenes llegan, compran la cena en uno de estos locales, buscan cualquier escalón, banco, estatua, rincón o círculo en medio de la plaza dónde sentarse y esperan la inminente aparición de algún latero que tenga a bien proporcionarles bebida económica ya domicilio. «A primera hora de la mañana no hay quien pase por aquí. Está toda la plaza llena de latas», relata Pedro, vecino de la confluencia entre la plaza del Diamant y la calle de Astúries. «Botellón aquí lo hay desde hace mucho tiempo, pero este verano está siendo peor. Cuando se van los de las cenas llegan los otros, los de las guitarras, los bongos y las canciones. Y cuando se van estos, les relevan los de las peleas. Tenemos de todo», prosigue el veterano vecino.

Sentada en un banco de la popular plaza junto a Pedro, Mercè, vecina de la calle de Guilleries, a escasos metros de la plaza, asiente. «Claro, beben tanto que después tienen ganas de ir al baño, normal, y como al lavabo del bar no les dejan entrar porque no están consumiendo allí, orinan en cualquier lado. Yo por las noches ya no bajo porque me da miedo, pero más de una vez me he encarado con ellos», critica la anciana levantando el bastón en señal de enfado. «La mayoría de los chavales, además, no son del barrio. Solo vienen aquí a beber», prosigue.

EL MARCO LEGAL / Con la regulación actual, los comercios de platos preparados y utramarinos no tienen acotado un horario. Al no estar considerados restaurantes, sino «servicios de abastecimiento alimentario a los vecinos», pueden cerrar a la hora que crean conveniente sin cometer ninguna irregularidad. Conscientes de que esa situación está afectando al buen uso del espacio público –y después de varias quejas vecinales– desde el distrito de Gràcia se ha elaborado una propuesta de regulación que ya espera su turno en Sant Jaume –una regulación de ese tipo debe hacerse mediante decreto de alcaldía– y a la que solo le falta la rúbrica de Jordi Hereu. Según fuentes del distrito, la «voluntad política» es que el decreto entre en vigor este mismo verano, antes de las multitudinarias fiestas del barrio. Es decir, en menos de un mes (los tradicionales festejos, que este año quieren reforzar su apuesta por las actividades diurnas precisamente para dejar dormir a los vecinos, empezarán el próximo día 15 de agosto).

Si la medida sale adelante –y todo parece indicar que así será–, no solo lo agradecerán los vecinos de la plaza del Diamant, sino los de todas las plazas del barrio con una problemática similar –o mucho peor–,

como las históricamente castigadas plazas del Sol y de la Vila.

LOS DAMNIFICADOS / Quienes seguro no estarán tan contentos, sino más bien todo lo contrario, serán los propietarios de estos colmados y establecimientos de comida para llevar, para los que la noche suele ser el momento de mayor negocio. El horario general comercial, regulado por la Generalitat, limita a 12 horas diarias la apertura, aunque establece múltiples excepciones, entre las que figuran las tiendas de conveniencia (del tipo Opencor) y las de platos preparados y las de alimentación de menos de 150 metros cuadrados –como están considerados los kebabs y woks de la discordia–, que hoy por hoy no tienen ninguna limitación.