EXPANSIÓN DE LAS AVES EXÓTICAS

Las cotorras colonizan farolas, focos y antenas de telefonía

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Las farolas circulares situadas en el parque de Sant Martí, en Barcelona, soportan en equilibrio unos enormes nidos hechos de miles de ramas entrelazadas. Aunque parecen de cigüeña por su forma y por sus dimensiones, enseguida asoman entre la maleza las cabecitas curiosas de unas aves de color verde estridente. Son cotorras, decenas de cotorras. El ruido que emiten ya las había delatado desde lejos.

Las cotorras argentinas o de pecho gris, de alimentación omnívora y nada selecta, son habituales en Barcelona desde hace como mínimo una década, pero su capacidad de adaptación parece no tener límites. Han perdido los miedos y ya es fácil observarlas en plena acera compitiendo con las palomas por las migajas de pan. Aunque no hay datos recientes, en la ciudad viven al menos 2.000 parejas que suelen formar sus nidos de forma gregaria --muchos individuos juntos-- en la copa de palmeras. De hecho, resulta extraño encontrar un grupo de palmeras que no tenga su pequeña colonia. Investigadores del Museu de Ciències Naturals calculan que hay nidos que llegan a pesar un centenar de kilos, una carga excesiva que amenaza con dañar algunos árboles.

Sin embargo, lo más sorprendente es que las cotorras están colonizando otras especies arbóreas, como grandes plátanos, cipreses y pinos, así como cualquier otro punto elevado que le sea propicio, desde farolas hasta antenas de telefonía. En un campo de fútbol situado junto al parque de Sant Martí, por ejemplo, han construido un nido en los focos de iluminación, lo que les garantiza una dosis de calor en invierno. También se las ve en los tilos cercanos.

El ornitólogo Ricardo Ramos calcula que en el parque viven unas 25 parejas de forma estable, pero otras muchas acuden frecuentemente a la zona, por lo que no es extraño llegar a contar hasta 90 individuos. "No son precisamente nuevas --añade--. Están prácticamente desde que se creó el parque de Sant Martí. En 1999 ya se las veía en lo alto de las farolas formando nidos para guarecerse de la lluvia, aunque aún no criaban". Ramos, que realiza unos censos en la zona dentro de un proyecto llamado SOC, puesto en marcha por el Institut Català d'Ornitologia (ICO), insiste en que las farolas elevadas les aportan seguridad y calor. "Están incluso más llenas que las palmeras cercanas". También han atraído a numerosos gorriones.

COLAPSO

"El crecimiento exponencial de la especie en Barcelona se ha frenado, pero en cambio no ha cesado la expansión por el área metropolitana. Las cotorras parecen unos animalitos simpáticos si la única molestia que ocasionan es el atronador canto, como suele suceder en las ciudades, pero en cuanto entran en contacto con los cultivos de huerta se convierten en unas aves voraces. Son entonces una auténtica plaga.