El balance

El Bicing llega al año con 130.000 abonados y seis millones de usos

EDWIN WINKELS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace poco más de un año, el 22 de marzo del 2007, el alcalde Jordi Hereu no disponía de un hueco en su agenda para encabezar una inauguración solemne del más novedoso medio de transporte público en Barcelona. Aquel día, sin acto oficial alguno, se estrenó el Bicing casi a escondidas, con un tímido número de 14 estaciones y 200 bicicletas. Como si nadie se atreviera a apostar realmente por el invento.

Un año después de su nacimiento, todas las cifras relacionadas con el Bicing abruman. O, como dijo ayer el concejal de Movilidad, Francesc Narváez: "Absolutamente nadie se hubiera imaginado que un año después habría 130.000 abonados y se llegara a los seis millones de usos. Ha sido un éxito abrumador". Esas 14 estaciones y 200 bicis ya se han multiplicado hasta llegar a 286 y 4.000 respectivamente, a la espera de que este mismo año se termine de implantar por completo.

HASTA 6.000 BICIS

Cuando llegue agosto, Barcelona debe estar totalmente manchada por la flota rojiblanca ecológica, con 400 estaciones y 6.000 bicicletas por todo el territorio donde el desnivel de las calles lo permite, aunque en muchas de ellas todavía no hay carriles bici. Para entonces se espera una media de un millón de usos mensuales, cifra que en febrero rondaba los 800.000.

Cuando el año pasado la bicicleta pública parecía un privilegio para los habitantes del Eixample, Ciutat Vella y la Vila Olímpica, desde hace tres meses las estaciones llegan a los lugares más recónditos, desde Trinitat Vella, Alfons el Magnànim y la plaza Eivissa de Horta por un extremo hasta la Rambla de Badal y Pedralbes por el otro.

La última ampliación ha llevado a un nuevo repunte de los abonados, cuyo número se había estabilizado bastante después de la fiebre del inicio, cuando se ofertaba el abono anual por solo seis euros. Los que fueron los primeros en abonarse --el primer día se estrenó con 351 usuarios inscritos-- ya han recibido la renovación del carnet, esta vez por el precio actual de 24 euros. "Muy barato", insistió ayer Narváez, que calculó que cada viaje cuesta solo cinco céntimos si se hacen dos al día durante 20 días al mes.

LOS PROBLEMAS

Durante meses, el éxito hizo crujir al sistema casi a diario. En verano había saturación en las estaciones cercanas a la playa, mientras que en el Eixample y Ciutat Vella era habitual toparse con una estación sin bicis o, por el contrario, con otra llena donde no era posible aparcar, problema que aún no se ha resuelto. También fallaban la casi totalidad de las luces, aunque las nuevas bicis que se introducirán las próximas semanas llevarán un sistema de iluminación nuevo, alimentado por una dinamo. "Las previsiones siempre se han ido superando y hemos ido aprendiendo sobre la marcha", reconoció Narváez.

Alfred Morales, responsable de la empresa municipal BSM, que supervisa el Bicing, aseguró que la disponibilidad de las bicicletas es ahora de un 97% y que el tiempo de espera máximo para conseguir una es de cinco minutos. Para ello se ha tenido que ir ampliando continuamente la plantilla de trabajadores contratados por Clear Channel, la empresa adjudicataria del Bicing, que dispone de unos 120 empleados. El ayuntamiento y BSM negaron ayer que existiesen irregularidades en los contratos y subcontratos de los trabajadores, tal como denunció esta semana el sindicato CGT.

Entre todas las cifras vertiginosas --seis millones de usos en un año, 18 millones de kilómetros recorridos-- el ayuntamiento prefiere destacar una: si todas estos viajes se hubiesen hecho en coche, se hubiera contaminado la atmósfera con 2.880 toneladas de CO2 más.