En el corazón de África

Carlota Subirós dirige en el Espai Lliure 'Après moi, le déluge', una obra de Lluïsa Cunillé que reflexiona sobre la dramática realidad del continente

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ejercicio de compromiso ético. La prolífica Lluïsa Cunillé (Badalona, 1961)  se aventura, como Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas, en un viaje hacia lo más profundo de la realidad africana para mostrar las flagrantes desigualdades del mundo actual. Y, lo que es más dificil, consigue que su propuesta dramática llegue a su destino sin que los personajes de Après moi, le déluge (Después de mí, el diluvio) salgan de la habitación de un hotel de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.

La autora de Barcelona, mapa d'ombras y de la recién estrenada 2Saló Primavera sitúa en el escenario a dos occidentales visibles --un ejecutivo de una multinacional que comercia con el coltan, mineral imprescindible para las nuevas tecnologías, y una intérprete-- y a un nativo del norte del país, invisible para el público del Espai Lliure, que se dirige al empresario para transmitirle sus reivindicativas demandas con la ayuda de la traductora.

SENCILLA, PERO COMPLICADA

Estructura sencilla, pero a la vez complicada, que sirve para abordar la tragedia de un pueblo sometido a una sangrienta colonización, cuyas consecuencias aparecen todos los días en los telediarios. ¿Cómo es posible explicar una realidad que tiene tantas vertientes sin caer en lo discursivo y no morir en el intento?. ¿Cómo transmitir la atmósfera, el color y hasta el olor del permanente drama africano con tan minimalista escenografía y tan pocos personajes?

Cunillé lo resuelve con una escritura directa, inteligente  y llena de recursos --incluidos los ingeniosos diálogos del juego de seducción entre los solitarios personajes-- y sin meterse en berenjenales de índole sociológico. Va directa al grano con la inestimable ayuda de los protagonistas de la trama. Y utiliza metáforas, como la del congoleño ausente en escena pero hilo conductor de la piaza, que sirve para mostrar como el pueblo africano es solo el convidado de piedra cuando se debaten los asuntos en los que debería tener voz y poder de decisión.

Lo que enseña la obra es el choque de mundos totalmente opuestos. Unos, parapetados detrás de un escudo que les aísla del cruel entorno en el que se mueven, evidencian que seguirán su camino sin el más mínimo escrúpulo; y otro, reivindicando la justicia y la dignidad perdidas, habla de sangrientas heridas, hambre, enfermedades, saqueos, guerras con niños soldado y de la inmoral explotación de los recursos de las entrañas de la selva. Es una voz desesperada que, como la de tantos africanos que se embarcan en las pateras, solo atisba posibilidades de futuro en la mítica y lejana Europa.

Carlota Subirós teje con mano maestra la sutil tela de araña de este drama y para ello cuenta con dos actores que juegan en la división de honor del teatro. Andreu Benito y Vicky Peña se integran en el mundo de sus personajes, con una interpretación cuidada hasta el último detalle y llena de sensibilidad y riqueza de matices. Es un trabajo que contribuye decisivamente a digerir el duro impacto de esta necesaria reflexión de Cunillé. No se lo pierdan.