Los vecinos de la Sagrada Família piden negociar las expropiaciones

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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La asociación de vecinos del barrio de la Sagrada Família instó ayer al ayuntamiento y al patronato responsable de las obras de construcción del templo a que empiecen a negociar quién afrontará las hipotéticas expropiaciones para completar el proyecto de Gaudí. El templo prevé derribar 22 edificios ubicados frente a la fachada principal, en la calle de Mallorca y el pasaje de la Font.

Las fincas ocupan una manzana, que según los bocetos del arquitecto, debería ser una gran esplanada verde conectada con la entrada al templo por un puente elevado por encima de la calle. El consistorio y los promotores del templo, que nunca obtuvieron permiso de obras, no llegaron a ningún acuerdo y en 1975 la constructora Núñez y Navarro logró un permiso municipal para construir un bloque en el número 410 de la calle de Mallorca, frente a la fachada principal. En esa misma calle hay 12 viviendas afectadas y en el pasaje de la Font 10 más.

El presidente de la asociación vecinal, Joan Balañá, dijo a la agencia Efe que el ayuntamiento y el patronato se están "pasando la pelota" y, a pesar de que el ritmo de las obras ha aumentado (se espera que acaben en el 2020), no tienen la intención de reunirse para hablar del tema.

EDIFICIO PRIVADO

Balañá insistió en no demorar más tiempo el debate y aseguró que no considera lógico que una expropiación forzosa como la prevista, que supondría un desembolso millonario, corra solo a cargo del ayuntamiento, como pretende el templo. "La Sagrada Família es un monumento emblemático, pero no hay que olvidar que es también un edificio privado", dijo.

Balañá avanzó que su entidad defenderá la "recolocación" de todos los vecinos en el barrio, una alternativa que, ante el número de afectados, en torno a 150 familias, será una tarea difícil para el ayuntamiento, debido a la densidad demográfica del barrio y la escasez de solares.

El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, reconoció que el consistorio no ha iniciado "ninguna conversación" con el patronato sobre la posible ampliación del templo por la fachada de la Glòria, cuyas columnas se levantan ya sobre las aceras de la calle de Mallorca. Los propietarios de los pisos los compraron conociendo la afectación, pero pensando que la construcción del templo no se acabaría nunca.