Smashing Pumpkins vuelcan su épica en el Primavera Sound

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Primavera Sound no es un festival que se distinga por su apego al star system del rock, sino por el cultivo de programaciones detallistas, al gusto de una audiencia atenta a las delicias alternativas. Por eso, el desembarco, anoche, de Smashing Pumpkins tuvo algo de elefante que arrasa la cacharrería. La reavivada banda de Billy Corgan desplegó su épica en el escenario central y quiso dejar claro en todo momento que era la estrella sin discusión del festival.

Falta un mes y medio para la edición de Zeitgeist, el nuevo disco del grupo, que recupera su nombre pese a mantener en sus filas solo a dos titulares, el líder (Corgan) y el batería (Jimmy Chamberlin). Pero el rodaje del nuevo material marcó buena parte del concierto desde la primera canción de la noche, United States, brindada a un mar de fans que acogió con más entusiasmo la segunda pieza, todo un clásico: Today, del disco Siamese dream (1993).

ROCOSOS Y AMPULOSOS

Presidía el escenario una bandera americana con algunos retoques estéticos, incluido un corazón. El cuarteto, completado con Jeff Schroeder (guitarra) y Ginger Reyes (bajo), iba ataviado con ropajes de blanco nuclear y unas capas que no se veían por esta ciudad desde el último concierto de Yes. Las nuevas canciones, que fueron goteando en alternancia con viajes a piezas antiguas como Zero, Hummer y Bullet with butterfly wings, sonaron con esa mezcla de rocosidad post-grunge y densidad ampulosa tan característica del grupo.

Actuaron durante una hora y media, minutaje generoso por tratarse de un concierto de festival. Pero Corgan quiso tocar todos los frentes: también el acústico, que ofreció, guitarra en ristre, recalando en piezas como Winterlong y Thirty-three. Luego, una remontada final con la épica de Tonight, tonight, seguida de rescates de Tarantula, Cherub rock y 1979. El único bis, Muzzle mellon, confirmó a Mellon collie and the infinite sadness como el disco rey de la noche.

Smashing Pumpkins protagonizaron un estreno de Primavera Sound con fuerte convocatoria popular. A la espera de cifras oficiales de la organización (que ayer esperaba a unas 20.000 personas), la simple observación ocular apuntaba hacia un aumento de público respecto del 2006. La jornada tuvo otros protagonistas alejados del gigantismo del grupo de Billy Corgan: el slowcore de Slint, el folk tortuoso de Elvis Perkins y el grunge seminal de Melvins concentraron abundantes miradas.

ARRANQUES DE DIVISMO

La organización respiró tranquila tras el final de una operación Smashing Pumpkins precedida por inesperadas exigencias del grupo, que llegaron a poner el peligro la actuación. Primero, Corgan exigió cerrar el cartel del día, pretensión inviable dado el modelo del festival. Luego, puso énfasis en que The White Stripes (a quienes, en diversos mails, mencionó como "The Strokes", simulando confundir ambas bandas en una muestra de desprecio) no actuaran en el mismo escenario que ellos. Finalmente, reclamó la publicación, en la prensa, de un anuncio donde el nombre del grupo apareciera destacado como cabeza de cartel, con una tipografía mayor que el resto de grupos.

Corgan es, en fin, ese hombre que terminó con la paciencia de toda una Sharon Osbourne, mánager y esposa de Ozzy Osbourne, a quien fichó brevemente en el 2000. "Declino por razones médicas: Corgan me pone enferma", declaró una mujer bregada en el management de los más temibles grupos del metal.