La cicatriz del Carmel

JORDI SUBIRANA / BARCELONA

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El agujero que provocó el hundimiento de un túnel del metro en el Carmel es hoy un agradable parque con juegos infantiles y bancos.

Las grúas y excavadoras que retiraron los escombros y apuntalaron y reconstruyeron los bloques afectados se han ido. Las confluencia de las calles de Sigüenza, Conca de Tremp y el pasaje de Calafell, la zona más afectada por el siniestro de enero del 2005, empiezan a recuperar la tranquilidad, aunque la normalidad aún tardará meses en llegar. Para unos afectados, es una cicatriz que se va cerrando; para otros, la herida sigue aún abierta.

Persianas bajadas

El comercio es, quizá, el aspecto que sigue más estancado, al menos en la zona del socavón. Un paseo por la llamadazona ceroofrece un panorama con varias persianas bajadas desde hace 20 meses. Algunas ya no se levantarán jamás. Hay comerciantes que prefirieron no volver abrir y aceptar una indemnización, otros decidieron jubilarse... Jaime Aguilar, de 51 años y dueño de un establecimiento de cerrajería y carpintería de aluminio en Conca de Tremp, opina que el comercio en el Carmel sigue sin levantar cabeza. Josep Maria Mas, presidente de los comerciantes de Carmel Centre, no es tan pesimista, pero reconoce que aún"queda bastante"para recuperar el nivel de ventas de antes del accidente.

Eduard Vicente, gerente del distrito de Horta-Guinardó, explica que son solo cuatro los comercios que siguen cerrados, y tres de ellos abrirán próximamente. Uno de los primeros será el de Marifé Fernández, de 52 años. Ayer, la mujer, dueña de una tienda de ropa infantil en el pasaje de Calafell, daba los últimos retoques a su establecimiento. Fernández espera abrir"por fin"esta semana.

Tras un año y medio sin trabajar, la mujer es consciente que los inicios serán duros."Empezaré con un 50% menos de clientes; antes el pasaje de Calafell tenía mucha vida, hoy apenas hay gente",apunta Fernández, descontenta con el tiempo que se tardó en atender y resolver los problemas de los comerciantes. Mas afirma que se iniciará una campaña para reanimar el comercio en la que participarán las administraciones.

Como consecuencia de la catástrofe fueron desalojadas casi 1.300 personas. Casi todas duermen en sus casas y solo quedan por regresar dos de un bloque del pasaje de Calafell. Tanto los que perdieron su casa como los que fueron desalojados y pasaron varios meses en una habitación de hotel intentan pasar página pero no es fácil. Cada una de estas personas pasó su particular calvario.

Esther García, por ejemplo, dice que lo más positivo de todo es que tiene su casa, apuntó esta vecina de 29 años de Conca de Tremp. Atrás quedan los nueve meses que pasó junto con su pareja por un hotel, un piso de alquiler y las sorpresas que se encontraron al volver a casa: les habían desaparecido algunas pertenencias y tenían muebles dañados.

Sin embargo, hay afectados que siguen sintiendo la misma rabia del 27 de enero."Nadie me dio una explicación",dijo Laura Alcampel, de 33 años y exvecina de Conca de Tremp. Su piso fue derribado, sus recuerdos borrados y ahora vive en la Sagrera en un piso de protección oficial."El alcalde Joan Clos tenía que haber dimitido antes; de nada me sirve que se vaya ahora",dice.

Las administraciones se volcaron con el Carmel. Las ayudas por indemnizaciones ascendieron a unos 86 millones de euros. El Ayuntamiento, la Generalitat y el Ejecutivo, además, invertirán 235 millones de euros en una rehabilitación integral. Hay vecinos que creen que el trabajo de las administraciones fue bueno:"Hubo una desgracia, pero ahora se está mejorando el barrio",destaca José Molina, vecino de 65 años de Agudells. Otros consideran que la crisis pasará factura a los políticos en las elecciones autonómicas y municipales."El siniestro fue una falta de planificación",subraya Esther Marina, de 44 años, que vive junto a la rambla del Carmel.