Xavi acusa a la prensa de inventarse una "irrealidad" y de no felicitarle por la Champions

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Yo soy como Belén Esteban. Yo, por esa camiseta, mato. ¡Mato! Por eso, la noche del Girona, aunque había pasado un sábado chungo y el domingo me levanté un poco resfriado (la fiebre había desaparecido), le pedí al míster, a mi adorado Xavi Hernández, porque yo, como Laporta, como Yuste, como Deco, hasta como Masip, adoro a mi entrenador, que me pusiese ante los de Michel. Es más, incluso habiendo perdido aquel partido (casi) decisivo, le pedí formar parte de la expedición a Amberes, quisiera o no ponerme el ‘presi’ en esa convocatoria.

Yo, aunque Xavi no lo crea, siento esos colores. Y lamentó haber fallado dos de las 31 ocasiones que tuvimos ante el Girona, partido que merecimos ganar de todas a todas. Y vi a David Ibáñez (Mediaset), el hombre que cree que Xavi puede ser el Alex Ferguson del Barça, tirarse de los pelos por aquella ocasión que falló, lamiendo el poste derecho de Gazzaniga. Y sé que aquella noche, David no durmió.

Ya ni les cuento la cara que le quedó a Marcos López (El Periódico) cuando apagó la luz de su mesita de noche el domingo, él, que es un extraordinario portero (de futbito, el mejor), por no haber podido evitar ninguno de los cuatro goles del Girona. Y eso que nadie, nadie, respeta más los tiempos de preparación, la dieta, las horas de sueño, que Marcos López, ¡pero si hasta tiene un entrenador personal para no fallarle a Xavi!

Lama, al ataque

Otra cosa es David Bernabéu (Sport TV), otro que, como la ‘princesa del pueblo’, mataría, no ya por esa camiseta, sino porque le fuese bien a su amigo Xavi. Pero, por más que lo intentó, a él tampoco le salió un partido redondo ante el Girona y eso que se partió varias veces la cara (bueno, los pómulos) con Eric García, el despechado, para tratar de conectar dos o tres cabezazos de gol.

Ya ni les cuento mi amigo del alma Ricardo Rosety, a quien Manolo Lama, momentos antes de saltar al césped del estadio de Montjuïc, le dijo que se olvidase del trabajo, de las crónicas, de las entrevistas, y se pusiese ese 10 azulgrana que adora, él y sus dos hijos, que son del Sporting pero también del Barça, y golease al Girona, pues era la misión de todos nosotros.

Xavi, en el entrenamiento del Barça antes de viajar a Mestalla para enfrentarse al Valencia.

Xavi, en el entrenamiento del Barça antes de viajar a Mestalla para enfrentarse al Valencia. / FCBARCELONA

Si fallamos, si perdimos, si nos golearon, si ni siquiera contaron con nosotros en Amberes, donde hubiésemos podido reivindicarnos en el último partido de la Champions (por cierto, el encuentro nº 22 de Xavi, que solo ha ganado ocho), no fue por culpa de nuestro entrenador, no fue por culpa de la presión que sobre nosotros ejerció la prensa canallesca, el entorno, no fue porque nuestro ‘mister’ no nos repitiera mil veces cómo atacar y golear al Girona de Michel, no, no, fue porque no damos más de sí.

Fue, simplemente, porque ni yo, ni Ibáñez, ni López, ni Bernabéu, ni Rosety, ni mucho menos Ramón Besa, Ricard Torquemada, Santi Giménez, Xavier Bosch, Fernando Polo, Juan I. Irigoyen… merecemos jugar en el Barça. Lo malo, lo peor, lo esperpéntico, lo increíble, ¡esa sí es una irrealidad, señor Hernández!, es que usted cree que nosotros vestimos la zamarra azulgrana, somos sus jugadores, trabajamos para usted (sin cobrar como usted, como su hermano Óscar o como su preparador físico, créame, aunque eso cuenta poco o nada), para su club, para honor y gloria de su adorado presidente y para que usted se convierta en el Pep Guardiola ¿Guardiola?, que va, que va, ¡en el Ferguson del Barça! ¿verdad David Ibáñez?

Esas cuatro llamadas

Xavi ha demostrado, una vez más, no tener idea de donde está, por más que diga que conoce mejor que nadie al Barça. Si fuese así, si supiese donde está, sabría que lo que está viviendo, lo que vivió el pasado año, lo que le viene encima si no endereza el rumbo del equipo, ya no digo si sigue sin jugar como prometió, es el pan nuestro de cada día.

Él que, supongo, tendrá los móviles de Valverde, de Koeman, de Setién, podría llamarles, charlar con ellos si se siente tan desolado, tan acorralado. A alguno de ellos hasta les hicieron la vida imposible los propios, los suyos, como se la están haciendo ahora a él Laporta, Yuste y Deco, por más que le abracen, incluso ganando. Si no quiere llamar a Ernesto, a Ronald, a Quique, lo tiene más fácil: que se vaya a ver a Jonatan Giraldez y le pregunte por qué deja al mejor equipo del mundo, por qué no se fía de Laporta, Yuste o Deco.

Edu Polo, su asesor personal mediático, podría contarle a Xavi de qué vivimos todos nosotros y, desde luego, no es de vestir la camiseta azulgrana, ni siquiera de ser entorno. Nosotros somos los únicos que permanecemos en nuestro sitio, los demás pasan (volando), desde los presidentes hasta los entrenadores, no digamos ya los futbolistas, que siempre se van de rositas, entre otras razones porque entrenadores como Xavi no paran de protegerlos, de mimarlos, de darles fiesta (aunque el presidente se cabree), de piropearles.

No debió señalarnos

Lo siento por Xavi, pero nosotros no jugamos, ni vestimos esa camiseta, no somos de su staff, ni siquiera sus asesores, ni, por descontado, somos entorno. Mañana, cuando desayune con Xavi, Polo podría contarle quién está creando esa irrealidad que cree escrita por todos nosotros, simples plumillas.

Polo sabe quién provoca todo esto. Polo sabe quién llama a quién. Polo sabe la maldad que hay en el club, incluso en el entorno más íntimo de Laporta. Polo sabe quién filtra. Y uno de sus trabajos debería ser decirle a Xavi que deje de señalarlos. Si hubiesen sido listos (los dos), tendrían más amigos de los que tienen.

Y, sobre todo, es feo, muy feo, demasiado feo, irremediablemente feo, innecesariamente feo, recordarnos a los periodistas que ninguno de nosotros le hemos felicitado por haber clasificado al equipo, incluso perdiendo en Amberes, para los octavos de final de la Champions.

Tal vez le felicitaron Laporta, Yuste, Deco y hasta Echevarria, a pesar de lo que piensan de él y nos cuentan a diario, pero, de momento, nos lo callamos. Y eso que jugamos en el equipo de Xavi.

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