¿De verdad están llorando por Ousmane Dembélé?

La vida entre la genialidad y el ridículo de Dembélé

El Barça acepta negociar con el PSG por Dembélé

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Hace tiempo que una serie de personajes de los que hablamos y escribimos cada día le han robado el fútbol, el entretenimiento, la pasión, los colores, el cariño, la complicidad, el disfrute, la pertenencia y hasta la ilusión a los auténticos protagonistas de este juego, que no son otros que los aficionados, los socios y, a menudo, los abonados.

El fútbol se ha convertido en un enorme negocio. Construimos estadios con lujosos palcos VIP’S, dicen, para pagar a las estrellas. ¡Mentira! Vendemos el club a trozos, para hacer un gran equipo. ¡Mentira! Activamos palancas (por cierto, la última que se ha inventado el Barça puede acabar, tranquilamente, en los juzgados) para que el club no pase a ser sociedad anónima. ¡Mentira! Contratamos a Taylor Swift para pagar el fichaje de Kylian Mbappé. ¡Mentira!

Todos esos personajes de los que escribimos a diario, que nada tienen que ver con el fútbol, con el juego, con los ídolos de los niños, ni siquiera con la pasión que muestran jóvenes y adultos por las auténticas estrellas del césped, creen que todos somos idiotas, tontos, bobos e incultos.

Ese video dañino

Papá decía que cada uno deberíamos tener un video de nuestra vida en casa y, de vez en cuando, repasarlo sentados en el sofá para comprobar quiénes éramos, qué decíamos y cómo nos comportábamos. Les aseguro que muchos de los personajes que manejan a su antojo el fútbol quedarían retratados.

Y me estoy acordando, por ejemplo, de Mateu Alemany cuando apareció, envalentonado, arrogante, el 20 de enero del pasado año y dijo a los mil vientos que “Dembélé debe abandonar el Barça lo antes posible, no queremos futbolistas que no estén comprometidos con el club”. Y, ahora, llora su salida.

Todo el mundo sabe cómo acabó la historia….por culpa de Xavi Hernández, el único que estaba convencido de que el fracasado Ousmane Dembéle iba a ser la bomba. Lo que no se entiende es que el Barça acabase renovando al francés, que ni tenía equipo, ni lo quería nadie, ni recibió oferta alguna, con una cláusula tan, tan, tan asequible y, como se acaba de demostrar, peligrosa.

Mateu Alemany.

Mateu Alemany. / EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

Si tan apurado estaba Dembélé y el trilero de su agente, Mussa Sissoko, lo que había que haber hecho era renovarle, sí, pero sin darle la posibilidad de que, en caso de que estallase como intuía Xavi, disfrutar de semejante escapatoria.

Y, ahora, los reyes del mambo, repito, esos personajes que nos creen tontos de nacimiento, están escenificando una venta, un traspaso, una operación donde todos queden bien, aunque el Barça pierda a uno de sus mejores futbolistas.

Ahora nos venden que Dembélé, que llamaba, a las dos de la madrugada, a Josep María Bartomeu, para agradecerle que le hubiese fichado “porque aquí, en el Barça, sí puedo ganar el Balón de Oro” (“quieres irte a la cama, Ousmane, que son las dos y deberías de estar descansando”, le repetía su presidente), tendrá el gesto de renunciar a parte de su cláusula para dársela al Barça (y, luego, ya se la devolverá el PSG en su contrato), que pasará a ingresar algo más de los 25 millones estipulaos y, así, no parecerán tan bobos y el PSG, al que le es indiferente cuanto acaba costándole la operación, porque tiene el dinero por castigo, no quedará como el malo de la película.

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