LAS REPERCUSIONES DEL DUELO

Caras (Mingueza, Ilaix) y cruces (Dembélé, Griezmann) en el clásico

Mingueza: 90 minutos, 3 remates a portería, dos bien dirigidos, un gol

Ilaix: 18 minutos, 3 remates a portería, dos bien dirigidos, uno al larguero

Dembélé: 81 minutos, 2 disparos a portería, ninguno bien dirigido

Griezmann: suplente, 45 minutos, ningún remate a portería

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Joan Domènech
Marcos López
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ÓSCAR MINGUEZA

Un estreno con un gol de viejo delantero

Actuó en tres posiciones durante su primer clásico. Hasta en una cuarta, aunque fuera de forma postiza. Pero Óscar Mingueza, a sus 21 años, demostró mucho carácter para sortear una angustiosa primera parte cuando la extraordinaria velocidad de Vinicius ponía a pruebas sus músculos. Resistió como tercer central, enfrentado siempre en un uno contra uno al rápido brasileño. 

Mingueza se lamenta durante el clásico contra el Madrid en Valdebebas.

Mingueza se lamenta durante el clásico contra el Madrid en Valdebebas. / Afp

Después, en la segunda mitad, y con el cambio de sistema ordenado por Koeman, ejerció Mingueza de lateral derecho profundo llegando al área con tanto peligro que firmó el único gol azulgrana, convertido, y de manera circunstancial, en un viejo delantero centro. Después, ya con la entrada de Sergi Roberto, Mingueza retornó al eje central, formando breve pareja con Araujo y luego con Lenglet. Esquivó con personalidad esa peligrosa media hora inicial, que le llevó al borde de un ataque de nervios porque el Barça dejaba más de 40 metros a la espalda de la zaga.

Tuvo, en todo momento, autoridad con el balón (firmó un 96,8% de acierto en el pase) y luego profundidad para disfrazarse de ‘nueve’ y alimentar la esperanza culé. Se fue de Valdebebas sin cometer ni una sola falta en su primer clásico. 

ILAIX MORIBA

El rebelde que no entiende de jerarquías

Acabó sentado Ilaix Moriba (18 años) sobre el césped de Valdebebas mirando al horizonte como si buscara respuesta alguna. No la encontró. Ni 20 minutos necesitó el joven para romper con todas las jerarquías, tanto en el equipo donde ya ha pasado por delante de Riqui Puig. Para Koeman, Ilaix, un centrocampista singular, con gran llegada, está siempre antes. Entró por Araujo y, casi de forma inmediata, pisó el área blanca con un remate de cabeza atrapado por Courtouis aprovechando un centro de Messi desde la derecha.

Ilaix Moriba, en un momento del clásico contra el Madrid en Valdebebas.

Ilaix Moriba, en un momento del clásico contra el Madrid en Valdebebas. / FCBARCELONA

Ni tres minutos llevaba Ilaix en el césped de Valdebebas ganando gracias a su poderoso físico el salto a Militao. El primer mensaje para demostrar que entró en el clásico con fuerza. No solo en acciones futbolísticas, sino también en el otro fútbol cuando se encaró con Casemiro para demostrar que su estreno en un Madrid-Barça no le iba a intimidar. Todo llegó por una entrada del centrocampista brasileño a Messi, que desató la reacción de Ilaix, reprendido también casi al instante por Modric. Las ‘vacas sagradas’ del Madrid querían asustar al imberbe adolescente culé que vivía su primer clásico.Pero no lo consiguieron. 

Ilaix ya había sido el primero en acercarse a Gil Manzano para reclamarle el penalti que no pitó de Mendy a Braithwaite. Aunque su figura adquirió mayor protagonismo cuando en el tiempo añadido emergió para firmar el penúltimo remate del Barça. Quedaban seis segundos para el minuto 94 cuando acunó el balón con el pecho, bajo una lluvia torrencial, y soltó Ilaix un derechazo soberbio que escupió el larguero. Un tiro que no olvidará.  n

OUSMANE DEMBÉLÉ

El 'nueve' se asfixia en el área blanca

Un tiro al aire y dos que no iban dirigidos entre los tres palos. Las breves cuentas de la estadística denuncian que la aportación del futbolista más adelantado del Barça fue insuficiente por no decir muy deficiente. En su descargo está que no es ‘nueve’ y que su mayor virtud no es la de ser un rematador fiable. Jugó Dembélé de 'nueve' creyendo Koeman que el francés tendría los espacios para correr entre y tras la defensa blanca, y los dos se encontraron que no había ni metros ni oxígeno para respirar de tan densa que era la defensa del Madrid, pertrechada en su área, multiplicada.

Dembélé encara a Mendy cuando ejerció de extremo derecho.

Dembélé encara a Mendy cuando ejerció de extremo derecho. / Juanjo Martín / Efe

Con diez jugadores por detrás del balón por la voluntad de Zidane y la inmovilidad del Barça, Dembélé no sabía dónde ubicarse sin chocar, ahora con Militao, luego con Lucas, a veces con Nacho...

Dembélé no fue Dembélé hasta que fue reubicado en la banda derecha. Y ahí tuvo metros para enfrentarse a Mendy, al que ha conocido en su regreso a la selección francesa. Corrió y le encaró y le regateó y centró balones, sin poder penetrar porque el trayecto hacia el área seguía colapsado. Acabó sustituido por Koeman, que se echó en brazos de Trincao esperando a que se le ocurriera una idea, ni que fuera descabellada, que tampoco llegó.  

ANTOINE GRIEZMANN

La estrella acaba siendo la ficha más débil

Seguramente había ideado ya cómo celebraría un gol en el Clásico, él, que se prepara cada festejo sin dar rienda a la espontaneidad del momento. Y con más motivo esta vez tras el nacimiento de su tercer hijo, Alba, una niña, el pasado día 8, igual que su hermana Mía y su hermano Marco en años anteriores, quienes tuvieron dedicatoria nada más nacer. A la primera.

A Griezmann se le pasó la oportunidad; en realidad, se le acortó. A 45 minutos, lo que le concedió Koeman con el 2-0 en el marcador. Quién lo diría pero el fichaje más caro del club, en sana competencia con Dembélé y Coutinho, según la acumulación de variables en sus respectivas operaciones, era la pieza más débil del Barça cuando el técnico ideó el once titular que alinearía a Valdebebas. Griezmann fue la última ficha del dominó, la que cayó del once titular en la cadena de movimientos que supuso la entrada de Ronald Araujo.

Griezmann, rodeado por Casemiro, Odriozola y Modric, durante la segunda mitad.

Griezmann, rodeado por Casemiro, Odriozola y Modric, durante la segunda mitad. / Javier Soriano / Afp

El marcador, sobre todo, precipitó la incorporación de Griezmann al juego, además de la recomposición táctica para que el Barça pudiera cerrar la hemorragia de los contraataques. Llamó Koeman a Griezmann por ser lo más parecido que tiene a un extremo izquierdo, ya que Dembélé sería desplazado a la derecha.

Ante el Madrid de los cinco defensas de Zidane, tan ultradefensivo como pudo serlo el de José Mourinho en su día, Griezmann se encontró rodeado por Odriozola, Valverde, Casemiro y Modric. Casi ni pudo pisar el área blanca, condenado a ejercer una labor de acompañamiento, nunca de finalizador, que es lo que se esperaría de él. Lo más cerca que estuvo de rematar fue cuando dejó pasar el balón que acabó aprovechando Mingueza. Empieza la semana de la final de Copa y le toca contraer méritos para ganarse el puesto.