CHARLA CON EL PERIÓDICO

Entrevista a Ronald Araujo: "Pasé momentos duros, a veces faltaba comida"

"Empecé en la calle. Se cortaba el pasto, cogíamos madera en el aserradero y hacíamos las porterías"

"En los partidos que hacía en Rivera nos poníamos nombres de jugadores. Yo era Ronaldinho"

"No tenía zapatos para jugar a fútbol y mi madre los debía pagar a plazos. Tardaba 8 o 9 meses en pagarlos"

"Cuando llegué al Barça B, la pelota me venía a 200 por hora. Ahora ya me siento cómodo con eso"

Araujo toma mate en la ciudad deportiva del Barça en Sant Joan Despí.

Araujo toma mate en la ciudad deportiva del Barça en Sant Joan Despí. / Miguel Ruiz / FCB

Marcos López / Joan Domènech

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Tiene 22 años. Y entró por la puerta secundaria del Barça B en el verano del 2018, previo pago de 1,7 millones de euros al Boston River. Uruguayo y central, aunque empezó su carrera siendo un delantero corpulento y fuerte, que metía muchos goles. Después de transitar por rutas anónimas en su país -empezó en el Huracán de Rivera, fue luego al Rentistas y después al Boston River- Ronald Araujo aterrizó en el Camp Nou, donde ha impactado por su velocidad y tranquilidad, como si no le impresionara nada.

¿Dónde empieza a jugar?  Yo empiezo en la calle. En mi casa, en Mandubí, un barrio humilde de Rivera, había un pasillo largo. Y ahí, entre las casas, es cómo yo empecé. Pero luego al fútbol, un poco más en serio, fue en el Huracán de Rivera. Tenía cinco años. En mi ciudad, un lado de la calle es Uruguay y el otro de Brasil.

¿Qué se siente? ¿Uruguayo? ¿O brasileño? ¿Yo? ¡Uruguayo, uruguayo! Hablo portugués porque ahí, en la frontera, casi todos lo hacemos y porque mis abuelos proceden de ahí. Soy Da Silva de apellido, toda la familia de mi madre es brasileña.

¿Cómo es su barrio? Es muy grande, quizá de los que más habitantes tiene en Rivera. Yo vivía en un lugar muy, muy humilde. Pero era un barrio donde las personas son muy amigables, viven felices, pese a las dificultades, por supuesto, que les toca afrontar. Hice muchos amigos en el barrio cuando era chiquito. Eran calles de tierra, claro. Ahora ya está mas actualizado. Pero era piedra, arena, tierras. Pasaba un camión y te llenaba la casa de tierra (ja, ja, ja).

Ahí empieza a jugar. Sí, claro. Enfrente de casa teníamos también un campo. Primero en el pasillo, luego íbamos allí. Era un campo municipal, cortábamos el pasto y a jugar. Había una parte de pasto y otra de arena. Ibamos a un aserradero, no sé cómo se dice aquí, cogíamos la madera para hacer la portería y a jugar. La verdad es que lo recuerdo siempre como algo muy lindo. Me sentía la persona más feliz del mundo.

¿No necesitaba más? No. ¡Para qué! ¡Buaff! ¡Tremendo, tremendo! Y cuando llovía, mejor todavía... El barro, tirarse a por la pelota...

Ronald Araújo: “Mi madre tuvo que comprar mis zapatillas de fútbol a plazos. Siempre estaré agradecido.”

Ronald Araújo: “Mi madre tuvo que comprar mis zapatillas de fútbol a plazos. Siempre estaré agradecido.” /

¿Se sentía ya jugador? ¡Claro! Nosotros, por ejemplo, en esos partidos en Rivera nos poníamos nombres de jugadores.

¿Y quién era usted? Yo era Ronaldinho. De pequeño era siempre Ronaldinho. Era algo muy lindo, disfrutabas por jugar, lo que mas te gustaba, sin ninguna presión. No, no jugaba de central. Me gustaba estar más arriba, hacer goles, ir al ataque.

Ya desde pequeñito, con ocho o nueve años, siempre tuve ofertas para irme a la capital para probar con algunos equipos. Pero mi madre no me dejaba quedarme allí. ‘Eres muy chiquito, tienes que estudiar, luego ya se dará el momento’

¿Cómo lo descubre Huracán? Ya desde pequeñito, con ocho o nueve años, siempre tuve ofertas para irme a la capital para probar con algunos equipos. Fui a Danubio, también a Nacional y luego a Peñarol. Pero mi madre no me dejaba quedarme allí. Siempre me decía lo mismo: ‘Eres muy chiquito, tienes que estudiar, luego ya se dará el momento de ir a la capital’ Yo, claro, me quedaba triste y le preguntaba: ‘Entonces, ¿por qué me dejas ir a probar si luego no me permites quedarme?’

Y, al final, acaba jugando en Rentistas. Pero pasó una prueba y no lo quisieron fichar. Yo estaba entonces en quinta categoría y me hacen la prueba con el equipo de cuarta. Jugué solo 10 minutos y el técnico me dijo: ‘No te quedas, ya tengo el plantel cerrado’.

¿Qué pensó? Tuve una gran decepción, un disgusto tremendo. Pensé: ‘Mi sueño se ha terminado’. Estaba muy triste. Yo estaba solo en un apartamento en Montevideo. No le quise decir nada a mi madre. Lo guardé todo para mí.

Cuando subí a Primera jugaba de medio, de enganche, de pivote... Pero se lesionaron dos defensas y se me acercó Sergio Cabrera, el entrenador, para decirme: ‘Te voy a probar ahí atrás, ¿vale?'

Araujo pelea con Cristiano Ronaldo ante Pjanic, en el Camp Nou.

Araujo pelea con Cristiano Ronaldo ante Pjanic, en el Camp Nou. / Reuters

¿Qué cambió? Tras decirme que no, Diego Ospitaleche, que era mi agente entonces, llamó a un directivo para decirle lo que había pasado. Luego, me llamaron a mí. ‘Ven mañana a jugar en tu categoría, en quinta. Ven a probar acá de nuevo’.

¿Y? Fui a la prueba, me pusieron 15 minutos, marqué un gol de cabeza y ganamos el partido amistoso. Entonces, me dicen: ‘Ya te quedas con nosotros’. Luego, cogí el teléfono para llamar a casa: ‘Mamá, me quieren, me quedo en Rentistas’ No quise darle la mala noticia. Algo así me ocurrió cuando me dieron la oportunidad de jugar en Primera.

Ya era central entonces. No, no... Cuando subí a Primera jugaba de medio, de enganche, de pivote... Pero en la pretemporada se lesionaron dos defensas y se me acercó Sergio Cabrera, el entrenador, para decirme: ‘Te voy a probar ahí atrás, ¿vale? Creo que esta es tu posición, vas a rendir seguro’.

Usted, ¿qué pensaba? Yo decía: ‘Ehh, a mí me gusta hacer goles!’ Pero, al final, fue una decisión muy correcta de Sergio porque me empezó a gustar. Él creía que yo podía llegar lejos. Luego, pude irme fuera porque recibí oferta de clubs de Argentina y Brasil. Pero escogí Boston. Sí, es verdad. No pasé por Danubio, ni por Nacional o por Peñarol. A veces, en los equipos chicos dan más opciones a los jóvenes.

Ronald Araújo: "Pienso hacer mi historia con el 4 de Koeman".

Ronald Araújo: "Pienso hacer mi historia con el 4 de Koeman". /

En casa, a veces, nos faltaba para tener zapatos y había días en que también teníamos poco para la comida. Me acuerdo de uno en que solo teníamos pasta y mayonesa para comer con mi madre

¿Creía que llegaría tan lejos? Es algo que no puedes imaginar. Siempre jugué con gente mayor que yo y eso me ha ayudado bastante. En Rentistas, tenía a Jadson Viera y Deivis Varone, eran los dos capitanes, los dos centrales. Yo solo tenía 17 años. Me daban consejos sobre el fútbol y la vida. Viera me pasaba a buscar por casa para ir al entrenamiento. Pasamos momentos duros allí. No nos pagaban no teníamos sueldo. Tanto Jadson como Deivis me ayudaban en lo que necesitaba. Ya fuera en la comida o en otras cosas. Pasé momentos muy duros en el apartamento y ellos siempre estaban ahí. 

Araujo es felicitado por sus compañeros tras marcar el gol al Valencia en el Camp Nou.

Araujo es felicitado por sus compañeros tras marcar el gol al Valencia en el Camp Nou. / Jordi Cotrina

¿Ha vivido el lado oscuro del fútbol? ¡Síí! Pero tanto mi familia como yo somos unos batalladores. En casa, a veces, nos faltaba para tener zapatos y había días en que también teníamos poco para la comida. Me acuerdo de uno en que solo teníamos pasta y mayonesa para comer con mi madre. También recuerdo que no tenía zapatos para jugar a fútbol y mi madre se metía, no sé cómo se dice acá, a sacar cuotas para conseguirlos. A veces, se demoraba ocho o nueve meses sin pagarlos, pero yo tenía mis zapatos. Es un esfuerzo muy grande el que hicieron mis padres, siempre les estaré agradecido. Y ahora resulta que yo tengo contrato con Nike. Eso me hace muy feliz, pero no olvido los momentos duros de Montevideo.

¿Llegar tan lejos? Es algo que no puedes imaginar

¿Qué ocurrió allí? Hasta que no fui profesional me daban 500 pesos para el autobús y me sobraban 200, que deben ser unos 10 euros acá. El canasto con la comida me lo mandaban mis padres desde Rivera. Era una vez al mes. Con eso, me mantenía. Pero hubo un momento en que faltaba comida. ¡O comía mucho! ¡O faltaba! Entonces, lo pasé muy mal comiendo solo lo que había. Por eso, estoy tan agradecido a Dios y al fútbol por tener ahora mis cosas y poder ayudar a mis padres.

¿Cómo contó a su madre la llamada del Barcelona? Cuento la historia entera. Yo estaba durmiendo la siesta en mi apartamento de Montevideo. Recibo entonces una llamada de mi representante. Era un viernes, yo tenía un partido el domingo en Rivera, mi ciudad, y mis padres habían sacado entradas para ir a verme. ‘¡Haz la maleta que te venís para acá!’, me dice. Y yo le respondo: ‘¿Para acá? ¿A dónde?’ Y él: ‘Para acá, para Europa’. Y yo: ‘¿Pero a dónde voy a ir?’. Él me respondió: ‘Tranquilo, tenemos varias ofertas, vamos a ir viendo de a poco’. Y le insistía: ‘Tenés que decirme...’ 

¿Y le dijo? Sí. ‘Tenemos este equipo, este y este… Y el Barça’. Fue cuando yo llamé a mi madre: ‘No puedo jugar el domingo. Me tengo que ir’. Y ella me respondió: ‘¿Cómo qué te vas? ¿A dónde?’ Cuando les dije que tenía varios equipos y uno era el Barça, se pusieron todos muy felices. No jugué el domingo por precaución, claro. Ellos fueron igual a ver el partido, pero yo no estaba.

Araujo festeja su gol al Valencia en el Camp Nou perseguido por Mingueza y De Jong.

Araujo festeja su gol al Valencia en el Camp Nou perseguido por Mingueza y De Jong. / Jordi Cotrina

¿Sabía que era el Barça B? Faltaba bastante información. Llegué a Madrid un martes, estaba en el hotel, y todavía no se había concretado nada. Luego me dijeron que íbamos a Barcelona. Yo estaba muy feliz, no pensé si era el primer equipo o el Barça B. Para mí, era Barcelona y el Barça, el club más grande del mundo.

Un cambio de película. Fue tremendo, tremendo. En unas horas cambió todo. A veces, hay escalones para llegar a un club como este. Quizá ir de Boston a un grande de Uruguay y luego venir acá. Pero ese paso, de Boston al Barça, no lo ha dado mucha gente.

¿Cree que lo debía el fútbol tras esos meses oscuros? Soy muy creyente y Dios me dio esa gran oportunidad. Fue un paso gigantesco. Cuando llegué a Sant Joan Despí estaba nervioso, solo quería pasar las pruebas médicas y arrancar. Ya el primer día conocí a Luis Suárez. Nada más firmar, y coincidiendo que ellos entrenaban por la tarde, bajé al campo de entrenamiento. Luis me dio la bienvenida tras hablar un ratito. Yo estaba viviendo una película. Tal cual. Vi a Leo, Piqué, Busquets… Yo estaba contentazo. Estaba flotando. A Luis solo lo conocía de verlo en la televisión y, de repente, estaba hablando con él.   

Vaya debut con el primer equipo: 14 minutos y roja. No me influyó para nada la expulsión. Nada de nada. Estaba muy feliz de haber debutado en el Camp Nou ante 90.000 personas… Ahí es donde empecé. Me escribieron mis amigos, mi tío y se lamentaban. Y yo les decía: ‘¡Lástima nada! ¡Decidme felicitaciones! ¡He jugado con el Barça! ¡No me pongas qué lástima la expulsión!’ Yo no estaba triste, estaba contento.

"No me influyó la expulsión el día del debut. Nada de nada. Yo no estaba triste, estaba contento ¡He jugado con el Barça!"

El debut frente al Sevilla en la temporada 2019-20.

El debut frente al Sevilla en la temporada 2019-20. / Toni Albir / Efe

¿Cuándo está en el Camp Nou piensa en aquel niño de Mandubí? No, la verdad que no. Me ocurre algo así cuando estoy en un momento malo. Por ejemplo, cuando me lesioné. Pero reflexiono, veo dónde estoy y pienso que esto no es nada.

¿Estudia a otros centrales? En Uruguay tenía mucha referencias: Godín, Giménez, Lugano, Montero… En Europa miraba mucho a Puyol, a Gerard, a Rio Ferdinand.. Hoy miro más a los de ahora, siento que debo sacar el jueguito de cada uno de ellos. Siento que debo seguir aprendiendo.

Este gol es una macana, dijo de su error frente el Eibar. Quise ir a hablar. Era lo que sentía Dije macana para no decir una mala palabra… Sé que es fútbol y puede pasar. Sentía de ir a hablar y de pedir disculpas, primero a mis compañeros. Jugar en el Barça es una responsabilidad muy grande.

Con Pjanic, Griezmann, Dest y Busquets en un entrenamiento.

Con Pjanic, Griezmann, Dest y Busquets en un entrenamiento. / FCB

"Venía de otra escuela. En mi equipo o le pegaba el 'goleiro' a la pelota hacia arriba o me la daba a mí y yo le pegaba para el nueve"

‘Buscando al Señor en secreto porque él te reconoce en público’, escribió usted. Trabajo bastante en las cosas que debo aprender y corregir. Soy muy joven. Sé que el trabajo, al final, te dará frutos. Por ejemplo cuando llegué al Barça B la pelota iba volando. ¡Me venía a 200 por hora! Eso me costaba bastante. En un reducido tocaba dos veces el balón y la perdía. Y decía: ‘¡Esto qué es!’ Me quedaba a hacer control y pase, a hacer giros cada día. Día tras día. Al cabo de dos meses, ya era todo diferente. Al principio estaba un poco atrás. Venía de otra escuela. En mi equipo o le pegaba el goleiro a la pelota hacia arriba o me la daba a mí y yo le pegaba al 9. Cuando llego al Barça me dan un pase y tengo al delantero a un metro o metro y medio, decía: ‘¿qué es esto?’. Al principio me costó bastante, pero trabajé cada día, a tener más confianza, me ayudó bastante el staff de Pimi. Él es buenísimo y me ayudó mucho. Ya me siento cómodo con eso. No le temo a nada. A mí me gustan mucho los duelos, me gusta el uno contra uno.

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