EL PSG NO QUIERE DESPERDICIAR EL 1-4
El Barça se asoma a la utopía de París
Laporta, que se estrena en su primer viaje como presidente electo, inyecta energía y optimismo al equipo
El dirigente saludó, uno a uno, a todos los jugadores y abrazó luego a Messi para animarles
"Nos dijo unas palabras en el vestuario y había buen rollo", ha reconocido Koeman sobre la visita de Laporta
Desde la conquista de Berlín-2015, los azulgranas han encadenado decepciones y desastres europeos
Confundido entre la numerosa expedición del Barça que llegó este martes por la tardea París se coló Joan Laporta en el hotel, ubicado al pie de la Torre Eiffel. Al pie porque apenas 100 metros de diferencia separan al hotel del majestuoso e imponente monumento metálico, construido a finales del siglo XIX.
Aterrizó el presidente electo junto a los jugadores en una ciudad desértica. El toque de queda se había instaurado a las seis de la tarde, 35 minutos antes de que la expedición azulgrana llegara para enfrentarse a una cita utópica. Casi quimérica. Sortear el 1-4 encajado en el Camp Nou y continuar en la Champions o que el Paris SG engrose a partir de esta noche la larga lista de verdugos (Atlético, Juventus, Roma, Liverpool, Bayern Múnich...).
"Nada es imposible", proclamó Koeman antes de volar, ya con el nuevo presidente, camino de Francia para intentar que el Barça no se vaya precipitadamente de Europa. Algo que ya es costumbre cada año desde Berlín-2015 cuando el tridente Messi-Neymar-Suárez guió al equipo de Luis Enrique a la conquista de la quinta, y de momento última, Copa de Europa que habita en el Museo. Solo queda Leo porque Neymar escogió irse a París y Suárez ya figuró en la relación de vacas sagradas que fueron sacrificadas el pasado verano para impulsar la reconstrucción.
El abrazo con Leo
Ha inyectado el nuevo presidente autoestima y optimismo a un club que ha vivido deprimido, aburrido de tanta desgracia en Europa
Inyectaba el presidente autoestima y optimismo a un club que ha vivido deprimido, aburrido de tanta desgracia en Europa (son casi seis años de tortura sin fin), encadenando vergüenza tras vergüenza, simbolizadas en el córner de Anfield y el desastre del 2-8 de Lisboa.
Acostumbrado andaba el Barça a vivir en el tedio, con un presidente, Bartomeu, que no tenía acceso directo al vestuario, como llegó a revelar en su día el propio Piqué. Ahora, Laporta se siente feliz en el cuerpo a cuerpo, irradiando alegría a un Barça triste y desorientado. Y Koeman, que ha soportado el peso del club en solitario durante cuatro interminables meses, lo agradece.
"Ha entrado bien el presidente, nos dijo unas palabras en el vestuario y había buen rollo"
"Sé que es un presidente que da confianza a los jugadores y está bien metido en su cargo de ayudar a los jugadores y a los entrenadores. Pero al final todo depende de los resultados. Ha entrado bien, nos dijo unas palabras en el vestuario y había buen rollo. Ahora debemos demostrar que estamos en el buen camino", proclamó el técnico, quien recalcó luego que Laporta "tiene un pasado con Leo y eso es positivo. No sé si es un cambio para que Leo decida quedarse. La decisión es suya, ojalá siga con nosotros".
Dignidad para competir
Ese "buen rollo", como lo definió Koeman, se ha instalado en el equipo, que ha resurgido en la Liga tras colarse en la final de la Copa. La Champions, en cambio, son palabras mayores para un Barça que cometió el error en el Camp Nou cuando se vio superado por el vendaval Mbappé, que firmó tres goles en su noche más perfecta. Ahora, resulta casi imposible superar la eliminatoria, por mucho que Laporta, en su cita con los jugadores en el vestuario, les pidiera dignidad para competir hasta el último suspiro.
En el 2006, el Barça de Rijkaard, Ronaldinho y Laporta conquistó la segunda Champions que cambió la historia del club; ahora pelea por una quimera
En un París silencioso, con todo absolutamente cerrado, atrapado por la pandemia, Pochettino no tiene a Neymar e intenta inyectar "optimismo" a sus jugadores, consciente de que debe escapar del recuerdo de una remontada (6-1) que sobrevuela por la mente de "un club estado", como lo define Laporta, que vive angustiado por la búsqueda de una Champions. El título que perdió en la final de Lisboa ante el ultraperfecto Bayern Múnich de Flick. En el 2006, y en el Stade de France, el Barça de Rijkaard, Ronaldinho y Laporta levantó la segunda orejona, que cambió la historia del club. En el 2021 se asoma a la utopía.
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