la situación azulgrana

El estrés institucional del FC Barcelona

Designadas las fechas electorales, el Barça se adentra en un calendario vertiginoso con una sucesión de momentos límites que marcarán el fin del mandato de Bartomeu

Bartomeu, tras la ofrenda floral de la Diada.

Bartomeu, tras la ofrenda floral de la Diada. / periodico

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El calendario del FC Barcelona entra en unas fase de trotes y esprints, como si la vida institucional fuera dirigida por un preparador físico exigente. Calma y acelerones se sucederán desde ahora que se conocen las fechas de las elecciones presidenciales (20 y 21 de marzo). El primero de estos esprints viene con la moción de censura, a cuyos promotores les queda una semana para captar las firmas necesarias, 16.521, y activar el improbable proceso de derrocamiento de la junta de Josep Maria Bartomeu.

Después de esta fecha límite, nuevas situaciones perentorias se sucederán alrededor de la entidad azulgrana, que deberá acostumbrarse a convivir con el estrés. Aclarado el punto de destino electoral, aquellos precandidatos que juegan a disimular (léase Joan Laporta, Jordi Roche, Toni Freixa o Emili Rousaud) darán más pronto que tarde oficialidad a sus deseos de palco. Todo ello mirando de frente la evolución de la era Koeman, una revolución aún poco revolucionaria si se mira la plantilla y que afectará el tono del debate barcelonista, ya de por sí excitado. 

Un desplome presupuestario

La asamblea de compromisarios se afilará pronto y apunta a asunto espinoso. Es crucial como nunca para esta junta saliente, ya que debe ser aprobado el balance de la última temporada (se estiman unos 100 millones de pérdidas) y el presupuesto de la próxima, que caerá un vertiginoso 30%, con lo que se podrá vislumbrar el saldo de beneficios-pérdidas de todo su mandato. Colchón para que no nadie deba avalar parece existir.

La moción de censura, la difícil asamblea de conmpromisarios, la campaña electoral... Meses intensos se avecinan en el club

De entrada, de los más de 1.000 millones se pasará a un presupuesto de unos 700. Con una masa salarial disparada, el desplome de ingresos obligará a rebajas fuertes. A ver cómo acaba la atascada operación salida.

Pero la asamblea, que prometía ruido, tiene todos los visos de no celebrarse. Debe ser presencial, el día del Barça-Madrid (25 de octubre), y a la vista del estado de la pandemia, puede irse descartando. La junta no apoya una asamblea telemática. Y el 31 de diciembre las cuentas tienen que estar aprobadas. Todo un atasco institucional.

Al año siguiente se entra de pleno en la campaña electoral. Hasta el fin de semana de marras. Habrá un ganador, pero Bartomeu será presidente hasta el 30 de junio. La junta quiere que el equipo del ganador de los comicios participe codo a codo con las decisiones estratégicas y deportivas que se tomen desde entonces. Muchos meses de estrés institucional se avecinan.