BARÇA - NÀSTIC (3-1)

El Barça firma un triunfo plácido en el estreno de Koeman

Messi pasa por delante del banquilo de Koeman en el estadi Johan Cruyff.

Messi pasa por delante del banquilo de Koeman en el estadi Johan Cruyff. / periodico

Marcos López

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En la casa de Johan debutó el Barça de Koeman con una plácida victoria sobre el Nàstic (3-1). Con la puerta cerrada, consecuencia del fútbol pandémico que toca vivir ahora, y el público en sus casas escudriñando cualquier gesto, sobre todo de Messi. El argentino, una semana después de aparecer para decir que se quedaba en contra de su voluntad, se ciñó el brazalete de capitán en su brazo izquierdo para ponerse al frente un nuevo proyecto donde todo sigue por hacer.

Pedri debutó y brilló en la primera parte  y Trincao apareció con talento y alegría luego en la segunda

Curiosamente, los goles llegaron de las piezas (Dembélé, Griezmann y Coutinho, a quien se le vió más suelto que en su melancólica etapa inicial) que debían tapar el enorme agujero que dejó la marcha de Neymar al Paris SG hace tres años.

Como no hay dinero, el club ha decidido que Koeman sepa rentabilizar a esas piezas tan caras que nunca han brillado como debían cuando se vistieron de azulgranas. No le queda otro camino.

Todo es nuevo. Koeman, camisa blanca, en el banquillo del Estadi Johan Cruyff, el hogar del filial, diseñó un 4-2-3-1, con Leo gozando de la libertad táctica que siempre ha tenido. Y se ha ganado. Arrancaba Messi desde la banda derecha, intercambiando la posición con Pedri, un niño canario de 17 años, que estaba viviendo un sueño increíble. De ver a Leo por la tele a darle el balón como si fuera lo más normal del mundo.

Busquets redescubriéndose una nueva función en el centro del campo, escoltado por allá, mientras Dembélé, un alma libre, cabalgaba por la banda izquierda. Tal si fuera un viejo extremo de toda la vida. De esos que se extinguieron con el paso del tiempo, mientras Griezmann era el delantero centro mentiroso.

Con la defensa titular

Atrás, Neto estaba arropado por Sergi Roberto, Piqué, Lenglet y Jordi Alba. O sea, ante el Nàstic salió Koeman con la defensa titular a la espera de que Ter Stegen se recupere de la operación que sufrió. No había nadie, obviamente, en las gradas. Pero el Barça arrancó con energía como si quisieran todos convencer a Koeman.

Al cuarto de hora de partido ya ganaba 2-0. Y cada gol era un retrato de lo que pretende el técnico, aunque el amistoso no tenga valor alguno. Era uno de esos que jugaba Cruyff en verano para ajustar piezas. Entonces, ante rivales de poco pelo. Ahora frente al Nàstic, que transita por la compleja Segunda División B. Y se rebeló el equipo menor con ese zurdazo de Bonilla desde fuera del área que dejo petrificado a Neto.

Sin conclusiones definitivas

No son tardes para sacar conclusiones. Y menos en tiempos tan convulsos donde las plantillas se reformulan a cada día que pasan. Pero Koeman, ya antes de entrar en el vestuario del Johan Cruyff, envió un par de mensajes contundentes.

Acabado el último entrenamiento de la semana, hizo pública la lista de 25 jugadores para el estreno contra el Nàstic. Ahí ya no estaba convocados Luis Suárez ni Arturo Vidal. No cuenta con ellos. Ellos lo sabían desde el primer día. Así se lo dijo el técnico directamente. Así se lo repitió con su decisión matinal. No forman parte de su proyecto.

Messi le regaló a Griezmann el penalti que el francés marcó en lo que era el 2-0

Y el mercado, que termina el próximo 5 de octubre, dictará su ley final. Pero en la Biblia de Koeman no caben el uruguayo. Ni el chileno. A Griezmann, en cambio, feliz como estaba con el 7 que ha recuperado, le reserva el holandés un papel esencial en su libreta.

No solo por jugar de delantero centro sino porque hasta Messi, consciente de que el francés había errado tres penaltis consecutivos con su selección, tuvo un gesto hacia él.

Tras el gol de Dembélé en el 1-0, previa asistencia de Pedro que no necesitó ni tocar el balón ya que los dejó pasar entre sus piernas, el colegiado Avalos Martos decretó penalti en una acción sobre Piqué.

Estaba Messi en el campo. Ni siquiera hizo gesto alguno porque le regaló a Griezmann la posibilidad de dispararlo para firmar el 2-0. Analizado como ha estado siempre Leo, y ahora con más razón que nunca después del famoso burofax, ese gesto tiene mayor carga simbólica, por muy irrelevante que fuera el partido.

Nuevo Barça en la segunda mitad

Un amistoso, dos Barças. El de la primera parte mucho más cercano al titular. El de la segunda, en cambio, con piezas mucho más jovenes. Pero manteniendo, en todo momento, idéntico dibujo táctico. De nuevo, el 4-2-3-1, con Iñaki Peña en la portería, protegido por Semedo, Araujo, Cuenca y Junior Firpo.

Doble pivote con Riqui Puig y Frenkie de Jong, mientras la línea de tres medias puntas era para Trincao (banda derecha), Coutinho (por detrás del nueve) y Konrad, quedando Braithwaite como delantero centro.

Tal y como sucedió en la primera mitad, el Barça empezó con fuerza. Aunque el gol llegó, otra vez, por un penalti. Lanzado con toda la calma del mundo por Coutinho, que disfrutaba de su retorno a Barcelona jugando en una de las posiciones donde más cómodo se siente. 

Ha llegado el brasileño más fuerte físicamente como si su Erasmus en Alemania le haya cambiado. Koeman le tiene confianza. A él le corresponde devolvérsela en el campo. Pero para Coutinho no será nada fácil, pese a que emitiera señales esperanzadoras.

Tampoco para el técnico, quien terminó con un Barça tan experimental que era Semedo el que llevaba el brazalete de capitán que había lucido Messi en la primera mitad.