La debacle azulgrana
Bartomeu queda desnudo
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch
A Josep Maria Bartomeu se le adivinó tras su mascarilla un rostro serio como un dolor de tripas al subirse al autobús que lo transportó ayer al aeropuerto de Lisboa. Mucho más resiliente de lo que su predisposición afable trasluce, el presidente del Barça se ha quedado desnudo. Todas sus apuestas han fallado con estrépito. El cambio de entrenador de enero para reanimar al equipo se ha tornado una vacuna inservible. La dirección deportiva ha variado de capitán con pertinaz insistencia y el iceberg siempre ha acabado por aparecer. Los fichajes estratégicos han sido fortunas arrojadas a un barril en llamas. Y los futbolistas que un día fueron venerados mundialmente y renovados con contratos onerosos capitularon sin asomo de amor propio en Lisboa.
Con este panorama oscuro como una cueva, Bartomeu pensaba antes de la humillación frente al Bayern que bastaría con el despido de Quique Setién, devorado con crudeza por un arrogante vestuario, y la contratación de un nuevo entrenador con carisma y látigo para enderezar la decadencia más que anunciada. Pero la destrucción sufrida a manos del Bayern lo agrava todo. Demasiado extraordinaria, demasiado histórica, demasiada ruina. La revolución resulta ya inaplazable. La cuestión es el alcance de la sacudida.
El planteamiento de Piqué
Idílicamente, varios futbolistas de la plantilla deberían hacer propio el planteamiento de Piqué y poner su contrato a disposición de la junta. Improbable. Al entrenador se le da ya por finiquitado. Eric Abidal, el inservible director técnico, también desde que entró en discusión con Messi. ¿Y Bartomeu? ¿Está dispuesto a coger la puerta de salida un año antes de lo que le toca?
Algunos aspirantes a sucederle tras las próximas elecciones, como Víctor Font y Joan Laporta, sacaron todas sus baterías y se apresuraron a reclamar su dimisión inmediata tras la masacre. Hicieron de punta de lanza de la masa social más indignada, la que ya puso a flamear los pañuelos contra el presidente en un par de ocasiones cuando se podía entrar en el Camp Nou.
Bartomeu se ha limitado por el momento a convocar una junta de urgencia para el lunes. Su plan siempre ha sido concluir el mandato y ordenar las maltrechas cuentas antes de apartarse. A ver ahora. La magnitud de la humillación le obliga, cuánto menos, a meditar sobre una despedida anticipada. Ha resistido a infinitas crisis. Pero esta es distinta. Es la más dolorosa. Es la que no resolvió tras lo de Anfield, pero aumentada.
Algunos hombres del club consultados ayer por este diario expusieron que estas son horas de reflexión para las decisiones que deben acometer este lunes. No descartan estas voces que de la reunión salga una fecha para las elecciones presidenciales. De dimisión nadie se ha atrevido a hablar. Bartomeu tiene la obligación estatuaria de llamar a las urnas entre marzo y junio. Solo en caso de una renuncia de un 75% de los directivos, altamente improbable con la composición actual tras la última crisis de junta, el presidente debería empaquetar sus cosas e irse a casa.
Temporada cuesta arriba
Si Bartomeu se aferra a su compromiso personal y continúa, le aguarda una temporada muy cuesta arriba. Por lo económico, es evidente, y por lo deportivo, a la vista de la decadencia de una plantilla difícil de reformar. En este sentido, el asunto del nuevo entrenador aflorará en la reunión extraordinaria de mañana. El presidente debería acudir con deberes hechos.
Los opositores piden elecciones ya y el dirigente debe decidir si esta gran crisis le obliga a sacrificarse
Las opciones no difieren apenas de las que barajaban en enero, cuando sorpresivamente Bartomeu liquidó a Ernesto Valverde y optó por Setién después de pulsar otras candidaturas. Mauricio Pochettino sigue alto en las preferencias del presidente y aun más de Ramón Planes, el asistente de Abidal. Considera el mandatario que sus equipos juegan mucho mejor de lo que la corriente más cruyffista/guardiolista suele apreciar. Es una elección que puede añadir gasolina al fuego pavoroso que emana del entorno. Ningún entrenador se ha expresado con tanta contundencia antibarcelonista como el argentino, aunque recientemente haya hecho propósito de enmienda.
Otros candidatos
Aparte de Pochettino, surgen los candidatos habituales. Como Xavi, inclinado a volver a decir que no a esta directiva a la que sometió a demandas inasumibles en su día. O Ronald Koeman, capaz sin duda de imponer su ley en el vestuario. Aún tiene contrato con cláusula con Holanda, pero la disputa de la Eurocopa está muy comprometida y eso puede hacerle dudar. En contra, sufrió hace poco un pequeño infarto. Y una vida apacible no le espera al próximo técnico azulgrana. Massimo Allegri, ex de la Juventus, pidió hace unos meses mucho más dinero de lo que el Barça puede permitirse. Y luego queda la opción barata y de transición, García-Pimienta, el técnico del Barça B.
A su llegada este sábado a la Ciutat Esportiva de Lisboa, varios aficionados profirieron gritos e insultos a la expedición. No fue una cifra representativa. Solo un botón del grado de indignación de parte de la masa social. Quizá una señal de lo que aguarda si la revolución no es completa.
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