Un futbolista singular

Marc Pedraza, en el nombre del padre

El centrocampista catalán, hijo de Ángel, fallecido exjugador del Barça y el Mallorca, creció en la Masia, jugó luego en el Espanyol antes de llegar al equipo isleño, el próximo rival azulgrana

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Arnau Segura

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El duelo que este sábado enfrentará al Mallorca y al Barça en Son Moix será especial para toda la isla, que esta temporada, tras burlar a Caronte y regresar con vida del via crucis que le llevó hasta Segunda B, vuelve a disfrutar del mejor fútbol del país. Pero, sobre todo, será "muy especial" para un Marc Pedraza (Barcelona, 1987) que, ataviado con la camiseta roja con la que su padre, el añorado Ángel Pedraza, se convirtió en una leyenda inmortal del Mallorca, y con la que él sigue hoy sus pasos, se medirá al club con el que ambos comenzaron a adentrarse en la élite del fútbol. 

"Estamos convencidos de que podemos lograr algo positivo", repite el '6' de un Mallorca que, tras 31 jornadas, es 18º y que afronta el tramo final de la Liga con el objetivo de lograr la salvación. "Hace dos años estábamos en Segunda B. En la primera jornada jugamos contra el Peralada en un estadio en el que justo al lado había una piscina y la gente nos miraba desde ahí, y, ahora, conseguir la permanencia sería un sueño hecho realidad para todos", cuenta el centrocampista, que se reencontrará con Leo Messi y Gerard Piqué, con quienes hizo historia en La Masia. 

Campeón de Europa sub 19

"Eran más competitivos los entrenamientos que los partidos, y aprendías más jugando entre nosotros que contra los rivales. Aquellos cinco años en el Barça los recuerdo con mucho cariño, al igual que los que pasé después en el Espanyol", apunta un Pedraza que tras estrenarse en Segunda B con tan solo 15 años, y de coronarse campeón de Europa sub19 en el 2006, cumplió el sueño de debutar en Primera División en la temporada 2009-2010, con el primer equipo blanquiazul.

"Cuando veo a mi hijo de 9 años perseguir un balón, veo a mi padre. El fútbol nos une a los tres"

Marc Pedraza

— Jugador del Mallorca

Aquellos cinco minutos contra el Valencia fueron un oasis hasta que este curso, nueve años después, pudo redebutar en la élite con el Mallorca, al que llegó en el 2017 tras jugar en L'Hospitalet y en el Numancia. "Volver a Segunda B pareció un paso atrás, pero sabía que sería para dar dos pasos adelante. Cuando me lo propusieron nos saltaron las lágrimas tanto a mi como a mi madre. Lo hemos pasado mal con la pérdida de mi padre, y volver a un lugar en el que vivimos tantas cosas bonitas junto a él, y poder revivir tantos recuerdos felices, nos ha ayudado mucho", acentúa Pedraza, uno de los diez protagonistas de la plantilla en los dos ascensos seguidos que han devuelto al equipo a Primera.

Una temporada difícil

Tras dos años siendo el dueño del círculo central de Son Moix, esta temporada está siendo difícil a nivel individual, ya que solo ha participado en dos partidos de Liga y que aún no ha recibido noticias para prolongar su contrato, que expira este verano. Pero Pedraza, siempre consciente de que los días tristes son los que dan valor a los felices, y de que para ganar un poco antes se debe perder mucho, es feliz en Son Moix. "Es increíblemente emocionante poder continuar la historia que empezó mi padre", afirma el hijo de un Ángel Pedraza que, después de jugar más de 75 partidos con el Barça en los 80, siendo en el primer canterano formado en La Masia en debutar con el primer equipo, se convirtió en un mito del Mallorca. 

Ángel falleció, víctima de un cáncer con 48 años, en enero del 2011. Pero Marc le llevará "siempre en el corazón". Y tatuado en su brazo derecho. "Defender la camiseta con la que tantas tardes vi jugar a mi padre en el Lluís Sitjar es un orgullo imposible de explicar. El primera día que me la puse se me puso la piel de gallina, y cada vez que lo hago me siento muy cerca de él. Lo noto", asegura, con la voz rota por la melancolía. Marc hace un año, justo cuando se cumplían tres décadas del regreso a Primera del Mallorca de su padre, unió su nombre para siempre al de Ángel al protagonizar un nuevo ascenso del club de Son Moix a la élite. 

El '6', que creció viendo un VHS sobre el ascenso logrado en el curso 88-89, lo celebró alzando los brazos hacia las nubes. Y clamando al cielo un bello "va por tí". "Fue un momento increíble. El ascenso fue para él", repite, orgulloso, un Pedraza que ha convertido cada paso, y cada pase, que ha dado en un homenaje a Ángel. "La huella que dejó mi padre es difícil de igualar, pero siempre lo he dado todo para no manchar su recuerdo, y para que la genteno olvide todo lo que hizo aquí con mi trabajo". 

Unión generacional

El recuerdo de Ángel se perpetúa, y sigue vivo, en Marc. Y en el pequeño Ángel, el mayor de sus tres hijos y un loco del fútbol de nueve años que juega al FIFA con el Mallorca y al balompié en el colegio San Cayetano, en el que Marc también dio sus primeros chuts. "Lo veo perseguir un balón y veo a mi padre. Siento que se parecen hasta en los gestos, y ni siquiera coincidieron en este mundo", enfatiza. Y, feliz, y con los pelos de punta, concluye: "Él ya no está, pero la conexión que hay entre los tres a través del fútbol es preciosa. El fútbol nos une a los tres".

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