DESPUÉS DEL CLÁSICO
Finalizado el Clásico, el estrés ha desaparecido
El club azulgrana celebra aliviado que el Barça-Madrid quede atrás, sin incidentes graves y el Estadi a rebosar
En las oficinas del FC Barcelona se respiraba ayer hondo. No por haber evitado la derrota ante un Real Madrid más alegre y fornido que el pálido equipo de Ernesto Valverde, sino por algo tan natural como trascendental: que el Clásico se disputara, lo hiciera sin incidentes mayores y los aficionados llenaran el Camp Nou.
De puertas afuera siempre se ha buscado aparentar tranquilidad y sosiego, pero la procesión ha ido por dentro estos últimos días. Ya se sabe que no se perdieron nada, pero unos cuantos empleados siempre recordarán este Barça-Madrid como el que menos pudieron ver desde que forman parte del club.
La amenaza de Tsunami Democràtic había sometido a la entidad azulgrana a un estrés considerable. No podía permitirse que el partido se viera saboteado. Primero de todo, explican desde el club, de cara al mundo y la imagen de normalidad que se ha buscado siempre transmitir en el exterior. Y segundo, de cara a ese universo madrileño que había propagado el alarmismo en los días previos al encuentro, como si Barcelona fuera a abocarse a la autodestrucción nihilista.
Los socios liberaron unos 17.000 asientos y el club vendió más entradas que nunca en un ‘Clásico’
Las reuniones con los Mossos se hicieron permanentes. Con el Real Madrid siempre predominó el espíritu colaborativo. El abundante dispositivo de seguridad hizo el resto. Llovieron de la grada en la segunda parte unos balones amarillos que interrumpieron el partido apenas un par de minutos. Una minucia a ojos de los dirigentes barcelonista. Se pagará la multa correspondiente y ya está.
Unos lanzamientos que escondió la realización televisiva de Mediapro de acuerdo con los protocolos pactados con LaLiga de Javier Tebas, oficiosamente renovado como su presidente el mismo miércoles ante la falta de candidatos alternativos. No mucho más se vieron las pancartas de corte político exhibidas en difentes momentos. Para el club, una nueva demostración de expresión en libertad. Nada más que eso.
Acción con drones
Tsunami lamentó que todo el despliegue de seguridad evitara la representación del número principal del espectáculo reivindicativo: la puesta en el aire de unos drones para exhibir las pancartas con el lema consabido del Spain: sit and talky otra de protesta por la represión. En realidad, fueron los inhibidores que el FC Barcelona utiliza en cada partido de fútbol los que lograron neutralizar los drones. Hubo en este sentido un desconocimiento por parte de Tsunami de lo que comporta la organización de un partido en el Estadi.
Durante la comida de directivas en el hotel Sofia, Josep Maria Bartomeu ya trasladó a la delegación madridista, por si alguno viajó a Barcelona con suspicacias disimuladas, que el partido se iba a jugar «sin ninguna duda», porque se había trabajado a fondo para que así fuera. Y gustó particularmente en el club que la masa social azulgrana no se dejara amilanar por el ruido ambiental, y la amenaza de exhaustivos controles, y acudiera al Camp Nou.
Fueron 93.000 espectadores. Se liberaron unos 17.000 asientos de socios. Un número bajo para un partido convencional, un número alto para un Clásico. Y también gustó que se vendieran 21.000 entradas en total, la cifra más alta en un Barça-Madrid: equivalió a una bonita recaudación.
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