UN CAMBIO SIGILOSO

Valverde endereza el rumbo

Valverde, en San Siro durante el Inter-Barça.

Valverde, en San Siro durante el Inter-Barça. / periodico

Marcos López

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Son ya seis victorias consecutivas del Barça de Valverde. Pero si se amplía todavía más el foco se percibe la verdadera dimensión de la reacción porque el equipo ha sumado 13 triunfos en los 15 últimos partidos, cayendo solo una vez (el 3-1 del Levante) y cediendo un empate en casa (0-0 con el Slavia), que no tuvo daño alguno en la trayectoria europea.

A su manera, silenciosamente y sin estridencias ni gritos, el técnico ha hecho honor a su apodo (Txingurri en euskera significa hormiga) para guiar al Barça a su mejor momento. Y todo justo antes de un doble duelo en apenas cuatro días que clarificarán su futuro inmediato en la Liga.

El líder visita el sábado Anoeta, uno de los estadios más incómodos que pisa, para medirse a la refrescante Real Sociedad de Imanol Alguacil, encaramada a la cuarta posición, instalada en la zona Champions, empatado a puntos (27) con el Getafe, que es quinto. Y el próximo miércoles recibe al Madrid en el Camp Nou. Dos partidos que despejarán dudas sobre un Barça que resurgió tras un horrible inicio.

Más intervencionista

Valverde ha enderezado sigilosamente el rumbo de un equipo que empezó con mala pinta. Ni la coartada de no tener a Messi al principio, unido a las ausencias por lesiones musculares también de Luis Suárez y Dembélé le valían al técnico.

Se ha mostrado más intervencionista que nunca, capaz incluso de adoptar medidas que parecían inusuales en él. La marginación de Rakitic, una de sus vacas sagradas en las dos primeras temporadas, continúa siendo uno de los grandes misterios por descifrar. Aún hoy lo es.

El 'factor Rakitic'

Volvió el croata al centro del campo (Dortmund, Atlético, Mallorca e Inter) y y el equipo, tal si fuera un rompecabezas, fue uniendo las piezas para hallar los automatismos perdidos dejando, por ejemplo, la mejor versión de Sergi Roberto. Pero no de interior como intuía Valverde el pasado verano sino de lateral derecho, la vieja posición que le descubrió Luis Enrique.

Hubo un momento, y no hace tanto tiempo (ocurrió en las tres semanas iniciales de noviembre), en que el Barça vivía, o sobrevivía, con goles que nacían siempre a balón parado. Ahora, en cambio, los tantos fluyen en acciones colectivas, sincronizadas cada vez más las estrellas del ataque, a pesar de que el tridente Messi-Suárez-Griezmann sigue aún sin conocerse del todo.

Pero ya emiten señales de cierta química, por encima, claro, de que cenen juntos con sus respectivas parejas o beba Antoine en la misma bombilla de mate que usa cada día el uruguayo. El problema es que ni siquiera un majestuoso Ter Stegen puede cerrar su casa como acostumbraba: solo cinco partidos de 15 firma con portería a cero.