Ansu Fati, milagro en Milán

El estadio de San Siro, también conocido como Giuseppe Meazza, recibe su nombre del barrio milanés en el que se halla, bautizado a su vez en honor del primer obispo de Pavía. Una leyenda hagiográfica del siglo XIV identifica a Siro de Pavía como el niño que, a orillas del mar de Galilea, se presentó ante Jesús con una cesta de panes y peces para que el Mesías hiciera su magia. Pues bien, 2.000 años después de aquel milagro de la multiplicación, San Siro volvió a ser testigo de otro prodigio. O de un par de ellos, en realidad, porque casi tan milagroso resultó que el FC Barcelona obtuviera su primera victoria de Champions en el feudo del Inter con un equipo hecho de suplentes y canteranos como que otro niño, Ansu Fati, se convirtiera en el goleador más joven de la historia de la máxima competición europea apenas 120 segundos después de salir al césped.

Sucedió en el minuto 86. Ansu, que acababa de relevar a Carles Pérez, el otro anotador de la noche, recibió un balón en la frontal del área local, combinó con Luis Suárez y soltó un disparo que se coló junto al palo derecho de Handanovic para inscribir su nombre en la historia de la Liga de Campeones. Con 17 años y 40 días, el récord de precocidad goleadora en la Liga de Campeones ya es suyo. Un pequeño milagro en Milán, como el de la película de Vittorio de Sica. Y desconsuelo absoluto de la afición interista, que veía cómo las últimas opciones de su equipo de seguir en la competición se perdían como el mercurio por una grieta.

Resultado improbable

Lo cierto es que el 1-2 final parecía un resultado de lo más improbable cuando dio comienzo el encuentro. Sin nada en juego más allá del prestigio y de los 2,7 millones de euros que ofrece la Uefa por cada victoria, los azulgranas salieron al maltratado césped de San Siro con un once muy poco reconocible, compuesto por el portero suplente, una defensa de cinco, una línea de medios inédita y solo dos puntas. Riqui Puig, que había viajado con la plantilla, se quedó en la grada, porque una cosa es que el chaval tenga más dinámica de primer equipo y otra, que a Valverde le apetezca verlo jugar. El invento no tardó en revelar algunos defectos de fabricación, porque a la nutrida zaga azulgrana, penalizada en los primeros minutos por la bisoñez de jugadores como Wagué y Todibo y, más adelante, por la inexplicable ofuscación de Umtiti, le costaba un mundo superar la voraz primera línea de presión de un Inter que se jugaba la vida.

El empuje local estuvo a punto de cobrarse su primera recompensa en sendos remates muy claros de Lukaku y de Biraghi, pero entre Lenglet y Neto evitaron el gol 'nerazzurro'. Con el Inter volcado en la ofensiva, al Barça no le quedó otra que probar suerte al contraataque, y en una de sus escasas llegadas cantó bingo gracias a un exquisito pase filtrado por Griezmann que tocó en su amigo Godín, legitimando así la posición de Carles Pérez. El canterano, solo ante Handanovic, fusiló a placer casi en el mismo momento en el que, por contrato (minutos jugados), daba un salto en la escala salarial.

Segunda mitad más abierta

Tras unos minutos de desconcierto interista en los que Lenglet desperdició una de esas ocasiones en las que fallar parece lo más difícil, los locales volvieron a coger el hilo del partido y pusieron sitio a la portería de Neto. Dos buenas oportunidades de Lautaro Martínez y D’Ambrosio precedieron al gol del empate, nacido de una pugna entre Lautaro y Todibo que el ariete argentino convirtió en un pase de oro para Lukaku, que llegaba como un tren de mercancías y que de un zurdazo envió la pelota a la red.

Se abrió algo más el partido en la segunda mitad, y ello permitió extraer algunas conclusiones. La más destacada es que el Barça debe meditar si realmente le conviene deshacerse de un futbolista tan prometedor como Todibo, que, emparejado con el bullicioso Lautaro (marcar al argentino parece una tarea tan agradable como masticar vidrio), completó una actuación llena de detalles interesantes, tanto en el corte como a la hora de sacar la pelota.

Con el paso de los minutos, al Inter empezó a devorarle la ansiedad, alimentada por el resultado de Dortmund y por los cambios ultraofensivos que dispuso Conte. La puntilla llegó con el histórico gol de Ansu, premio a un partido muy competente, aunque no brillante, de la segunda unidad azulgrana. Una buena noticia para hacer frente a lo que el equipo tiene por delante antes del parón navideño.