GOLAZO Y ASISTENCIA DE LEO

Otra locura de Messi

El astro firmó un imponente gol al PSV para iluminar un partido ingobernable para los azulgranas

Zoet, el portero del PSV Eindhoven, se queda petrificado en el gol de Messi.

Zoet, el portero del PSV Eindhoven, se queda petrificado en el gol de Messi. / periodico

Marcos López

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Mientras hasta tres palos sostenían a un inestable Barça en Eindhoven, Messi iba tomando las medidas de la portería del PSV. Despertó en el tramo final de la primera mitad, pero se guardaba lo mejor para la segunda. Da la sensación de que todavía le queda algo nuevo. Algo nunca visto antes. Y eso que era la peor versión europea del equipo de Valverde, muy alejado de la solvencia demostrada en Milán o Londres. Pero el viaje a Holanda sirvió para descubrir que Leo siempre asombra. El gol que rompió el partido con una acción antológica.

Antológico resultó ver a Messi arrancar la jugada desde la posición de medio centro, junto a la línea divisoria. Estaba a casi 50 metros de la portería con todo el PSV perfectamente ordenado en el plano defensivo. No imaginaban lo que le vendría encima en pocos segundos. Fue entonces cuando Dembélé, que se asoció con sentido y criterio al argentino durante todo el partido, se camufló entre las pobladas líneas holandesas.

De medio centro a goleador

La pelota aún viajaba lentamente en los pies del ’10’. Pero todo se precipitó en una jugada antológica porque nadie intuyó lo que sucedería en el área del PSV. Dembélé le dejó la pelota a Messi sin molestar en ningún momento. Más bien, todo lo contrario. Si algo dejó el desgobernado partido de Eindhoven fueron muchos momentos de complicidad futbolísticas entre Leo y Ousmane, buscándose con inteligencia, como sucedió en el prólogo del 0-1.

Ese gol no está al alcance del resto de los humanos. No es posible que lo hagan porque es imposible que lo piensen

Un prólogo que embelleció el argentino porque inventó una obra de arte donde antes no existía nada. Bueno, sí. Había un atasco del PSV. Un atasco indescifrable para cualquiera de los humanos. Ese gol no está al alcance del resto de los humanos. No es posible que lo hagan porque es imposible que lo piensen.

Con Messi, en cambio, la utopía se hace maravillosamente cotidiana. Empezó primero de medio centro, se vistió luego de interior derecho y acabó penetrando por la defensa holandesa como si fuera un extremo que se venía hacia dentro.

Era, no se puede olvidar este detalle, el ‘falso nueve’ quien hacía todo esto en una galopada extraordinaria, con un final de ensueño. Estaba ya Dembélé ejerciendo de privilegiado espectador, mientras los zagueros del PSV quedaron petrificados. No, no es ninguna exageración. Es literal. Entró Leo por un lugar donde no había espacio apenas, rompiendo todas las teorías de la física, soltando un imponente disparo que dejó a Zoet, el meta del PSV, con el cuello girado. Sí, pudo ver el vuelo del balón. Pero nada más. Ni movió sus pies. Luego, llegan las estadísticas (seis goles en sus tres partidos de Champions, 106 en total más que si sumas los de Rivaldo, 22, Neymar, 1, Kluivert, 20, Luis Suárez, 19, y Luis Enrique, 18), pero el recuerdo de ese gol perdurará siempre en Eindhoven.