RETRATO DEL 2º TÉCNICO DEL BARÇA

Aspiazu, los ojos fieles (y anónimos) de Valverde

El exjugador vasco, que ve siempre la primera parte de los partidos desde la grada, acompaña al entrenador azulgrana desde hace 15 años

Valverde y Aspiazu charlan en el banquillo del Camp Nou antes del partido contra el Málaga.

Valverde y Aspiazu charlan en el banquillo del Camp Nou antes del partido contra el Málaga. / periodico

Marcos López

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Con nueve años iba un niño bilbaino, nacido en Indautxu y criado en Basurto, al pie del viejo San Mamés, a San Miguel de Basauri. Iba cada semana para cumplir la palabra dada a un amigo, que acababa de montar un equipo de fútbol en ese pueblo vizcaíno. Iba en tren y bus del colegio al campo. Sí, tenía solo nueve años, quizá demasiado pequeño para ese viaje detrás del balón, pero eran otros tiempos. Iba solo.

Jon Aspiazu estuvo casi tres años haciendo ese recorrido, sin olvidar en ningún momento los estudios, feliz como estaba de reencontrarse con los amigos y con el balón. Al final, en su Basurto, un barrio periférico de Bilbao, se monta un equipo. Entonces, el niño ya no tiene que subirse más en el bus ni en el tren. Juega en la calle con la pandilla de toda la vida al tiempo que el Danok Bat, un club referente en el fútbol formativo vasco (de ahí han salido recientemente Yeray, Lekue, Sabin Merino) descubre algo especial en ese joven que se mueve creativamente por el campo ejerciendo de mediapunta.

Un curioso viaje futbolístico

El Athletic tampoco tarda en escuchar cosas buenas de Jon, a quien recluta para Lezama. Dejaba, por lo tanto, de jugar en la calle y en ese campo de tierra, ahora de césped artificial, junto al santuario de Begoña en aquella montaña donde humeaban sin parar las antiguas chimeneas de la acería de Echevarría. Jon emprende entonces un curioso viaje futbolístico. Llega al hogar del Athletic y lo colocan de central en el juvenil. Pero suben a Patxi Bolaños al filial rojiblanco y entonces lo destinan como lateral.

Era un media punta creativo cuando llegó a Lezama donde compaginó el fútbol con los estudios. Acabó dos carreras: periodismo y publicidad

Jon incluso llegó a ser internacional juvenil como lateral, un puesto en el que brilló también en el Bilbao Athletic con Iríbar, el Chopo, como entrenador, aunque fue Clemente quien le dio la alternativa en el filial. Aquellos cachorros (Andrinúa, Julios Salinas, Jon) dominaron en Segunda (curso 83-84) junto al Castilla de Butragueño, Michel, Pardeza, Martín Vázquez y Sanchís. O sea, la incipiente Quinta del Buitre.

Llegó Jon a ser convocado incluso por Luis Suárez para la selección española de Zubizarreta, Butragueño, Roberto, ahora Robert, Michel. Todos eran jugadores de Primera. Jon, el único de  Segunda. Logra asomarse al viejo San Mamés, ya transformado en medio centro, jugando dos partidos oficiales de la Copa de la Liga en los años más brillantes de la historia del Athletic con la gabarra paseando orgullosa por la ría tras conquistar la Liga y la Copa. Va convocado en dos encuentros de Liga: uno en Sarrià y otro en el Calderón. Jon ya está estudiando periodismo, una carrera que empieza cuando debuta en el Bilbao Athletic. Por la mañana, entrenamiento; mediodía, comida y pequeña siesta, y por la tarde a la facultad. De tres a siete o a ocho, depende de las clases.

En Sestao empezó todo

Fútbol y libros. Libros y fútbol, la vida de Jon. Tras recorrer todos los estratos inferiores de Lezama no hay sitio para él y es cedido al Hércules dirigido por Toni Torres, suegro precisamente de Guillermo Amor. Se va solo a Alicante, con los apuntes de periodismo en la mano, ayudado en la distancia por Susana, periodista también, que luego se convertiría en su mujer. Al primer día, llegó el drama. Estaba haciendo un rondo y le pisaron. Doble esguince de tobillo, escayolado y vuelta a Bilbao para iniciar una lenta recuperación. Solo jugó seis partidos de Liga en aquel Hércules, reforzado en diciembre por Mario Kempes, que se salvó del descenso en la última jornada ganando al Madrid de Molowny con un agónico gol de Dante Sanabria.

En Las Llanas, hace ya más de 30 años, conoce a Valverde con quien teje una relación especial que todavía continúa hoy

A punto de cumplir los 22 años, Jon quiere volver a su ecosistema futbolístico. El Sestao de Irureta es el escaparate ideal. Allí conoce a Ernesto y disfruta de la fuerza del fútbol vasco a inicios de los los 80, hegemónico en España: la Real gana dos Ligas (1981 y 82) y el Athletic, otras dos (1983 y 84). Vive una temporada increíble en Segunda, llegando hasta los cuartos de final de la extinta Copa de la Liga: triunfo en Las Llanas ante el Atlético de Luis (3-2, Jon marcó un gol) y derrota en el Calderón (2-0). Cae en mayo de 1986. 

Pausa y calma al balón

Fines de semana de bus, otra vez, recorriendo la península de punta a punta en un equipo que se convierte, sin saberlo ellos entonces, en un laboratorio de futuros entrenadores. "En aquel equipo había mucha materia gris. Ya se veía que Jon tenía entendimiento y conocimiento del juego. Tenía criterio con el balón", recuerda Alberto Albístegui, compañero suyo en el Sestao y luego también en el Deportivo. "Veía lo que había en el interior del juego, sabía leer el interlineado de las jugadas", dice el exdefensa rememorando aquellos años felices en Segunda.

"Había mucha materia gris en aquel Sestao. Ya se veía que Joan tenía entendimiento y conocimiento del juego" (Albístegui, excompañero en el Sestao y Deportivo)

"En Las Llanas, como pasa en Ipurúa, tienes la valla encima, a un metro de la línea de banda. O sea, debes frenar ocho metros antes para no pasarte de la raya. En esos espacios reducidos, Jon nos daba mucha tranquilidad. No era rápido, pero sí era rápido de mente", dice Albístegui sobre un jugador capital en aquel excitante Sestao de Irureta donde convivían estudiantes y trabajadores. Cada lunes, a las seis de la mañana, Primi estaba ejerciendo de soldador, mientras Jon repasaba sus apuntes de publicidad y las pocas asignatuas que le quedaban de periodismo. ¡Cómo olvidar aquellas didácticas y extensas charlas de Irureta! "Jon, calla por favor. No hagas más preguntas que si no...", le soltaba Ernesto a su amigo, empeñado en debatir cualquier detalle táctico.

"Una parte de Arsenio"

En público, Jabo no le daba la razón. Luego, pasados unos días, se acercaba discretamente a Jon. «Aquello que me decías el otro día era verdad», le susurraba el técnico del Sestao, que fue una rampa de lanzamiento para esa generación de jugadores. Ernesto se fue al Espanyol de Clemente y Jon un año más tarde al Deportivo donde coincidiría con el viejo zorro Arsenio Iglesias. "Yo jugaba de central; él, de medio centro", explica Martín Lasarte, el exjugador uruguayo, el primero que le abrió la puerta a Luis Suárez en el Nacional de Montevideo, exentrenador, entre otros clubs, de la Real Sociedad.

"Jon era muy generoso. Era bueno para dar órdenes, pero también para tomarlas para sí mismo. Ya lo veía como entrenador" (Martín Lasarte, excompañero en el Deportivo)

"Era muy generoso. Cuando se fue Gil, el capitán del Depor, le tocó a él, pero al lesionarse durante varios partidos llevé yo el brazalete. Cuando volvió, le dije: ‘Toma, Jon, esto es tuyo’ Pero no quiso. ‘No, no, sigue tú de capitán’", revela Martín Lasarte, quien ya detectó algo especial en su amigo. "Era bueno para dar órdenes, pero también para tomarlas para sí mismo. Ya lo veía como entrenador. No abandonaba el fútbol tras la ducha, creo que todos los que jugamos en aquel Deportivo tenemos una parte de Arsenio con nosotros,  un técnico paternalista que nos cuidaba como hijos", dice el uruguayo.

Hijos de 'Zubi

En Riazor, disfrutó mucho Jon del fútbol profesional antes de agotar sus últimos días en el Amurrio, el prólogo de su viaje al banquillo. Acabó de jugador en junio y en agosto ya estaba de entrenador. Estuvo dos años, con ascenso a Segunda B incluido. Después, unos pocos meses en el Aurrerá, cesado a mitad de temporada, luego dos temporadas más en la Cultural Durango hasta que Zubizarreta, director deportivo del Athletic entonces, recluta a Ernesto para su grupo de trabajo. «Te vienes con nosotros», le dijo este a Jon. Y se fue como ojeador. Era el año 2001.

"A Jon lo recuerdo como una persona con una gran inteligencia emocional, como Ernesto. Saben en qué momento hay qué decir las cosas y, sobre todo, cómo decirlas" (Asier Ormázabal, exjugador del Bilbao Athletic)

A partir de ese momento, siempre juntos. "¿Me han ofrecido el Bilbao Athletic? ¿Te vienes?", volvió a preguntarle Ernesto un año después. Jon no dudó. En el primer partido, Valverde se quedó en el banquillo y él lo vio desde arriba. Era el campo dos de Lezama. Se subió al aula de estudios de los jugadores junto a Iñaki Bergara, entrenador de porteros ahora de la Bélgica de Bob Martínez. "Lo recuerdo como una persona con una gran inteligencia emocional, como Ernesto. Saben en qué momento hay qué decir las cosas y, sobre todo, cómo decirlas. No eran el típico poli bueno y poli malo", explica Asier Ormázabal, cachorro de aquel Bilbao Athletic. Desde entonces, esa rutina jamás cambió. Jon tiene ahora 55 años y lleva los últimos 15 de su vida siendo la mirada, fiel  y anónima, que otea el panorama desde lejos para Ernesto.