Mi Madrid-Barça preferido (4): Calderé y el 0-3 de 1984
El delantero no pudo tener mejor debut como azulgrana: ganó y marcó el tercer tanto del partido, que dedicó a su abuelo
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
SERGI LÓPEZ-EGEA / BARCELONA
Todavía ve la imagen de Bernd Schuster en el vestuario del Camp Nou, allí donde había una especie de frontón. Schuster cogía el balón y chutaba con fuerza hacia la pared. Buscaba contrincantes, “normalmente [el defensa] Manolo y yo”, recuerda Ramon Maria Calderé, que fueran algo así como ‘sparrings’, y con ellos disputaba una especie de partido de 'front-fútbol'. Por supuesto, siempre ganaba Schuster.
Sonríe Calderé, sentado en su despacho de secretario técnico del Sant Andreu, en el estadio Narcís Sala. Muestra la carta que la semana pasada le envió Josep Maria Bartomeu, con membrete oficial del Barça, en la que lo felicita por el reciente nombramiento. Y vuelve a hablar de Schuster. “Era muy individualista, sobre todo si lo comparabas con Archibald, que era mucho más sociable. Schuster iba a lo suyo. Llegaba y se marchaba. Posiblemente, en aquella época, estaba muy influenciado por su mujer”.
Calderé ya está inmerso en la temporada 1984-85, la suya por excelencia. Y vuelve a aparecer la figura de Schuster en el vestuario del Camp Nou. El alemán aprecia que su compañero de Vila-rodona está nervioso. “En aquellos tiempos, en los que se permitía que hubiese público de pie, se instalaban 100.000 personas en el Camp Nou”. El jugador alemán se le acerca y sin que el resto de compañeros se percaten habla con Calderé. A solas, unos instantes: “Oye, si te entra angustia, no te preocupes. Tú roba el balón y me lo das. Yo me encargo de acabar la jugada”.
LA NOCHE INOLVIDABLE
Hubo un día (2 de septiembre de 1984) en el que Calderé debutó oficialmente en el Barça. Algún día tenía que ser, sobre todo porque ya iba camino de cumplir los 25 años y no era plan de quedarse toda la vida en el equipo filial. O subía al primer equipo, o cambiaba de aires. “Tenía otras ofertas. Yo seguía en el filial cuando compañeros como Rojo ya habían tenido una oportunidad. Suerte que llegó Venables”. Y Venables lo hizo debutar en el Gamper. Y la prensa lo escogió como mejor jugador del torneo. ¿Quién iba a impedir que Calderé fuera titular? En 1984 no se hacían tantos juegos malabares como ahora y la Liga se iniciaba, nada más y nada menos, que con un clásico en el Bernabéu. 0-3. Magnífico presagio para ganar la Liga. 1984-1985, la temporada de Calderé, con sus medias bajadas, su bigote, una fuerza inagotable hasta el minuto 90.
“Mi abuelo estaba ingresado en el hospital de Reus y fui a verlo unos días antes de viajar a Madrid. Quería darle una alegría y se lo prometí. “’Avi’, marcaré un gol en el Bernabéu para ti”. Fue el 0-3. Ángel anotó un tanto en propia puerta y Archibald sumó el 0-2. “Centró Víctor y yo rematé de cabeza. Increíble. Debut en el Bernabéu con victoria y gol. Mi abuelo tuvo una inmensa alegría”.
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A Calderé no se le olvidan las escenas en el vestuario del Bernabéu. “Ellos no tenían, como nosotros, una pequeña piscina en las instalaciones, así que todos, en las duchas, nos íbamos mojando, unos a otros, chillábamos y cantábamos”. Venables contemplaba la escena. Durante toda la temporada, principalmente ayudado por Graham Turner, apenas articuló palabra en castellano. Era Turner quien servía de interlocutor a la plantilla, quien traducía, en grupo o en privado, las consignas y tácticas de Venables.
EL MUNDIAL DE MÉXICO
“Sigo en contacto con Lobo Carrasco y Moratalla. Pero cuando recuerdo aquella etapa no dejo de entristecerme con el recuerdo de dos amigos: Ángel Pedraza y Javier Urruti”. Ellos, por desgracia, ya no están para disfrutar con su Barça del corazón. Luego llegó la llamada de Miguel Muñoz, el Mundial de México, el ‘mal de Moctezuma’ y un positivo del que se culpó al doctor Jorge Guillén. “Yo tomé un jarabe, sin otro ánimo que curarme. Pagó el error el doctor Guillén. Éramos muy buenos y fue injusto que nos eliminara Bélgica. Sabíamos que Maradona, con quien nos hubiésemos cruzado en semifinales, temía a Goikoetxea, que lo había lesionado en el Camp Nou”. Nunca se sabrá qué habría ocurrido.
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