LA LIGA DE CAMPEONES

Messi abre la puerta de octavos

Dos goles de Leo maquillan la imagen de un mal Barça en la primera mitad ante el Ajax y lo clasifican a falta de dos jornadas (0-2)

Messi recibe las felicitaciones de sus compañeros tras abrir el marcador en el Ámsterdam Arena

Messi recibe las felicitaciones de sus compañeros tras abrir el marcador en el Ámsterdam Arena / periodico

JOAN DOMÈNECH / ÁMSTERDAM (Enviado especial)

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La verdadera dimensión de Messi se observa en noches como la de este miércoles. Con el equipo golpeado por dos derrotas, un primer tiempo lamentable y estando en juego la clasificación para octavos de la Champions'la Pulga' adquirió proporciones gigantescas una vez más marcando dos goles ante el Ajax (0-2) y solucionando los problemas que empezaban a amontonarse en la mesa de Luis Enrique.

Lo arregla todo: le limpia la cara al equipo, ojeroso y frío en el incipiente frío holandés, lo mete en la segunda fase de la Champions --seguramente, si se lo propone, lo elevará al primer puesto en el duelo ante el PSG--, y se convierte en el máximo goleador competición europea, de momento igualado con el madridista Raúl (con bastantes menos partidos disputados) en la cuna donde nació el moderno Barça del fútbol de toque y del juego de posición. El doblete de Messi mejoró la impresión global del equipo. La maquilla, dando tiempo a que Luis Enrique, con una competición encarrilada, ilustre con paciencia a sus pupilos sobre el Barça que quiere.

Fases de angustia

Messi atenuará la inquietud de los culés, que deriva de la angustia que ha mostrado el equipo en los últimos encuentros. Ante rivales muy diferentes, en muy distintas circunstancias, pasó un mal rato cada día; en mayor o menor intensidad, con repercusión o no en el marcador, fue volteado de mala manera, insospechablemente cuando siempre ejerció el control de la situación, demasiado incluso a juicio de los críticos. El Ajax tuvo al Barça medio mareado en la fase previa al primer gol del argentino, construido de forma antinatura: con asistencia de Bartra cabezazo de Leo.

El ruido despertó a los azulgranas cuando el partido se había calentado cinco minutos antes del gol. Con El Ghazi tendido en el suelo, indiferente a su lesión, Ter Stegen inició delante suyo una jugada que acabó al borde del otra área con una falta a Messi. No faltarán quienes se cisquen en los valores del Barça por esa acción. La pelota no salió del territorio holandés y entre la ternura de Cillesen dejándose arrebatar el balón por Bartra y la blandura de Veltman, perdiendo el salto con Messi, se cerró una fase que pintaba dramática por la imagen que estaba dando el Barça. Messi ganó luego otro salto en el centro del campo a Serero, sin la portería a la vista, con lo que se colige una cierta potencia a Leo, aunque no se prodigue en esas disputas.

Bendito descanso

El descanso cayó como una bendición para los azulgranas, desmadejados --Alba y Alves vieron dos tarjetas por faltas improcedentes en la mitad de campo local-- y necesitados de instrucciones para recomponerse en el campo. Había quedado claro que las previsiones de la pizarra no se cumplían. Y aún quedó más claro en la reanudación: mejor puesto, más paciente, el equipo frenó las embestidas holandesas lejos de Ter Stegen sin parecer tan vulnerable. Tres de los cuatro defensas habían visto tarjeta, excepto el excelente Bartra, un indicativo claro de de que el mayor pecado era la falta de concentración general. Solo estuvo justificada la amonestación de Mascherano.

'El Jefecito' marcó la línea en un equipo que necesita liderazgo en el campo, y que lo tuvo también en la figura de Xavi, un referente, el referente, a quien le quedan aún muchos partidos por jugar en el Barça. Sobre todo cuando se necesita mesura y sentido común para gestionar el uso del balón. Algo tan simple y tan difícil como eso.

Orden restablecido

Todos los balones pasaron por Xavi, quien supo restablecer el orden natural del Barça: un defensa atrás que se haga respetar, un cabeza pensante en la construcción y el ejecutor arriba. La naturalidad se observó también en un tercer detalle: Messi se escoró a la derecha, por momentos pareciendo el extremo que fue hace 10 años, y Neymar se abrió a la otra banda, cediendo el eje del área a Suárez, que falló un gol que no fallará cuando adquiera la forma física que no tiene. La expulsión de Veltman facilitó la recuperación del Barça, pero el pequeño Messi ya había saltado más que nadie.