FINAL DE LA COPA DEL REY

El Barça despide al mejor técnico de su historia con la Copa del Rey

El equipo de Guardiola brinda una lección de fútbol al mundo y anota tres goles en 24 minutos para batir a los leones

Pedro celebra uno de sus goles con sus compañeros

Pedro celebra uno de sus goles con sus compañeros / RP//GN/gk

JOAN DOMÈNECH / Madrid

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Por todo lo alto, con una versión que resume el extraordinario nivel alcanzado en cuatro años, el Barça ha despedido a Pep Guardiola con una exhibición, otra, de un equipo que ha pasado a la historia aunque sigue vivo y vigente con un fútbol extraplanetario. Los trofeos recopilados quedan como testimonio sólido, palpable, contable, de una etapa brillante como jamás se ha conocido (11 finales ganadas de 12 disputadas, 14 títulos de 19) y que ha enamorado a todo el mundo. Salvo algún reducto en Madrid, donde el Barça ha repetido otra lección de antología en una reivindicación innecesaria.

El pobre Athletic ha sido la víctima de un Barcelona inmisericorde y que se ha olvidado de todos los componentes emocionales para homenajear a su técnico. No fue especialmente sublime, ya lo había sido muchas veces antes, pero el equipo salió como un vendaval y en 24 minutos había desplumado con tres goles a los leones, que acusaron el mazazo, tan reciente como estaba la debacle de la Liga Europa.

Más allá del repaso goleador inicial, el partido también fue una goleada táctica de Guardiola a Bielsa. O los azulgranas entendieron mejor a su entrenador, o este tuvo más ideas, o sabe más. Vale cualquier conclusión. Incluso que les atosigara menos con las sesiones preparatorias. Con la misma cantidad de días para preparar el duelo, el Barça supo cómo jugarlo y el Athletic no se enteró de la copla. Viajó al Calderón a mirar. También influyó, en el fondo, la tradición y el tiempo que llevan los azulgranas manteniendo el mismo estilo, cuando en Lezama los métodos de Bielsa causan sensación por novedosos. Por nunca vistos.

Mejor que en Mestalla

Y muy pocas veces se ha visto una superioridad tal en el terreno de juego tratándose de una final. Ni en el 4-1 de Mestalla pareció tan inferior el Athletic. Entonces se adelantó en el marcador, el Barça reaccionó y le dio la vuelta al marcador con tres tantos en la segunda mitad. Esta vez ha pegado de buenas a primeras.

Si el Athletic había olvidado el varapalo de Bucarest ante el Atlético, muy pronto reapareció ese doloroso fantasma. Con mayor visibilidad incluso, porque el Barça le dio caña inhumana y despiadadamente. En el portería y en el césped. Con la pelota cosida al pie, los azulgranas desmontaron la estrategia rojiblanca, si es que hubo alguna.

Salen los centrales

Tal vez Bielsa hubiera ordenado una presión adelantada. Un supuesto. Piqué y Mascherano salieron conduciendo el balón desde atrás --ellos empezaron a ganar la final--e imponían superioridades a medida que avanzaban. Posiblemente Bielsa insistiera que se pegara cada jugador a un rival, pero Xavi, Iniesta y Busquets se encontraron con una facilidad insultante. Quizá ordenó que se fijaran en Messi --el argentino marcó un gol y tuvo un mano a mano con Iraizoz que desperdició por un exceso de confianza-- pero Pedro campó a sus anchas, provocando una depresión en la concentración de España en Austria entre los aspirantes a quitarle el puesto en la Eurocopa.

Equilibrio aparente

Los dos cambios practicados por Bielsa en el descanso, obligado para parar aquel drama, mejoraron al Athletic, más estirado y consistente en el campo. El Barça tuvo más dificultades; en cualquier caso, las que pudieran preverse antes del partido, no más. El equilibrio fue más aparente que real. Con menos soltura, pero con mayor tranquilidad, los azulgranas hilvanaron con mayor paciencia, a uno o dos toques, como en la fase inicial.

Entre Xavi e Iniesta enloquecieron desde el minuto uno a los jóvenes leones, desdentados, con Muniain perdido y sin poder recurrir a Llorente, que solo encaró una vez a Piqué. La hinchada rojiblanca reclamó penalti. Un grito de impotencia vista la masacre que andaba perpetrando el Barça, que compareció con la formación más esperada.

La titularidad de Pedro invitó a recordar con nostalgia la ausencia del tinerfeño para justificar la pérdida de la Liga y la Champions. No jugó frente al Madrid ni al Chelsea. Pedro presionó por él y por Messi, que pudo dedicarse a los 30 metros finales fresco como una lechuga.

El Barça de Guardiola fue un primor. De nuevo. Una obra de arte. Otra vez. Recordable siempre gracias a los soportes digitales y, por tanto, eterno. Digno de añorar. De momento, durante el verano.

FICHA

Athletic Club, 0: Iraizoz; Iraola, Ekiza, Amorebieta, Aurtenetxe; Javi Martinez, De Marcos (Ander Herrera, m. 46), Muniain; Susaeta (Íñigo Pérez, m. 46), Llorente (Toquero, m. 72) e Ibai Gómez.

Barcelona, 3: Pinto; Montoya, Piqué, Mascherano, Adriano; Busquets, Xavi (Cesc, m. 80), Iniesta; Pedro (Thiago, m. 86), Alexis (Keita, m. 71) y Messi.

Goles: 0-1, m. 3: Pedro aprovecha un rechace en el área tras un saque de esquina de Xavi y un cabezazo desviado de Piqué. 0-2, m. 20: Messi bate por alto a Iraizoz tras un pase magnífico al espacio de Iniesta. 0-3, m. 25: Pedro, con un disparo raso y ajustado desde fuera del área.

Árbitro: David Fernández Borbalán (C. Andaluz). Amonestó a Susaeta (m. 39) e Iraola (m. 42), por parte del Athletic, y a Xavi (m. 66) e Iniesta (m. 70), por el Barcelona.

Incidencias: final de la Copa del Rey, disputada en el estadio Vicente Calderón ante unos 54.000 espectadores. Lleno.