La situación azulgrana - De la Liga a la cita en la Champions

Un cortocircuito colapsa al Barça

Los cambios en el sistema desconectaron al triángulo Xavi-Iniesta-Messi y el Madrid nunca se sintió amenazado

JOAN DOMÈNECH
BARCELONA

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Tuvo que nadar tanto y tan deprisa el Barça que acabó ahogado en la orilla. El esprint hacia la Liga se cerró ante el gran rival con un colapso más psíquico que físico y más táctico que técnico. Insospechado tras la gran actuación de Londres. Y Europa es ahora el asidero al que se agarra con fuerza el Barça para restablecer las conexiones perdidas en el cortocircuito ante el Madrid. Tal vez la Champions ofrezca el desquite en la final de Múnich. Pero los azulgranas tienen que ver la luz antes. Mañana contra el Chelsea.

EL PLAN

El equipo extraña un nuevo dibujo táctico

Igual que en cada partido, Guardiola se encerró en el despacho para examinar al Madrid. Seguramente, como explicó cuando recibió la medalla de la Generalitat, descubrió una forma de sorprender al rival; no una forma de ganarle, porque no había más favorito que el Barça por la aureola triunfadora que le precedía.

Esa nueva forma pasaba por pergeñar otro dibujo táctico. La distribución en el campo fue muy diferente de la habitual, por más que a Guardiola se le contaban, en casi cuatro temporadas, el uso de nueve esquemas distintos. Unos fueron efímeros y concretos para un partido particular. Tal vez el 3-2-2-3 del sábado, que ha pasado a la historia, pase al olvido. O quizá Guardiola quiera probarlo otra vez para demostrar y demostrarse que era válido.

No lo fue ante el Madrid, porque el Barça no trasladó al césped las virtudes que tenía el modelo ni obtuvo los fines que pretendía. Dominó como siempre y poseyó el balón como siempre. Pero no tuvo la fluidez de siempre y ni creó las ocasiones de siempre. Los jugadores extrañaron el dibujo por el nuevo orden posicional, distinto al habitual en la sala de máquinas del centro del campo.

Busquets se encontró al lado una réplica (Thiago) que minusvaloró su labor. Entre los dos sacaban un balón que suele sacar uno solo. Xavi e Iniesta no estaban en diagonal, sino enfrente, y a menudo los dos se encontraron sin compañeros cerca con quien combinar. Y si los encontraban, eran Alves y Tello, lejos de su vista, allá en la banda.

EL EQUIPO

La suplencia de Piqué y Cesc como crítica

El Madrid defendió sin apuros porque el Barça no le intimidó, muy falto de continuidad en el juego y con llegadas muy intermitentes. Todo el juego moría antes de la frontal, donde la superioridad numérica en la zona ancha desaparecía ante la defensa del Madrid. Pepe o Ramos podían salir de su zona para ir a obstaculizar al jugador del Barça que llevara el balón. No importaba hacer faltas lejos del área. Algo cambió con la aparición de Alexis. El chileno obligó a los dos centrales a estar pendientes de él, recularon, y el Barça ganó metros para combinar.

Alexis fue uno de los suplentes ilustres. La nómina se completó con Cesc (el otro fichaje del verano) y Piqué. Los nombres han servido de arma arrojadiza contra Guardiola. Por la alineación y por el dibujo táctico. Alexis salía de un golpe en el cuádriceps, Cesc acumula dos meses sin marcar y a Piqué nadie le echó de menos ante el Levante y el Chelsea por el buen hacer de Puyol y Mascherano. Los tres podrían volver al equipo, del mismo modo que el equipo podría volver al corsé táctico común (el 4-3-3 o el 3-4-3) que dibuja triángulos (dos opciones de pase) para cada jugador. Así maravilló en Londres. Aunque perdiera.

EL JUEGO

Un mal ataque deriva en una mala defensa

Mañana no necesita maravillar. Necesita marcar goles. Recuperar la puntería, el defecto que ha detectado Guardiola en las dos derrotas. El equipo ganó la posesión /72% a 28%) y abrumó con sus pases (669 contra 241), pero remató tanto como el Madrid: 14 veces. O sea, mal. Y con peor puntería (3-6 entre los tres palos), cediendo más córneres (4-7) y corriendo más riesgos. En el primero Ronaldo ganó el salto a Puyol (desvió Valdés) y en el tercero, que supuso el 0-1, Pepe se impuso a Adriano.

El ejemplo de que un mal ataque deriva en una mala defensa, como reconoce Guardiola, se observó en el 1-2, que pilló a medio equipo fuera de su sitio. Thiago, Adriano y Busquets atienden a la conducción de Di María sin reparar en que Ozil se estaba tomando un café tranquilamente en la banda. El alemán controló y pasó (dos toques) a Ronaldo, que ganó en carrera a Mascherano.

Ronaldo marcó y Messi no. Ni Messi ni nadie. Otro detalle que resucita la falta de acompañamiento que ha sufrido el argentino a pesar de la aportación de Xavi (10 goles por 3 el año pasado) y de Cesc (9, el último en enero). Los goles de Alexis debían sumarse a los de Villa (18 el año pasado, 7 hasta diciembre), pero la lesión de este dejó un vacío que nadie ha llenado. Iniesta ha bajado de 8 a 2 y Pedro, de 13 a 3.