LA LIGA DE CAMPEONES

Sesión de clásicos

El Barça sentencia con fortuna al Shakhtar y el camino hacia Wembley pasará por Madrid

Los cinco goleadores del Barça.

Los cinco goleadores del Barça. / periodico

DAVID TORRAS
BARCELONA

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Igual que la Liga está sentenciada, la Champions está condenada a una terrible pelea contra el Madrid para hacer realidad el lema de la pancarta que colgaba ayer en la grada del Camp Nou: Wembley, tornarem. Sí, para volver al escenario donde en el fondo comenzó la segunda historia del Barça, la hermosa historia que todavía continúa, para revivir aquel gol de Koeman y conquistar la cuarta Copa de Europa habrá que enfrentarse y soportar una sobredosis de mourinhismo.

El Barça respondió a los miedos de Guardiola con la contundencia que se echaba en falta (5-1), la novena manita de la temporada, y despejó el camino a las semifinales. Hoy, sí, está más dentro que fuera. Así que la profecía que lanzó Guardiola cuando echó a andar con este equipo es de obligado cumplimiento. Los culés ya pueden abrocharse el cinturón porque les espera un viaje tan excitante como imponente. De clásico en clásico, con el de la Liga, quién iba a decirlo, convertido en un duelo menor, con el orgullo en juego y poco más. O como un trampolín para cobrar impulso para lo que vendrá después: Copa y Champions. Ahí es nada. Tremendo.

EMPACHO DE 'MOU' / Por la mañana, el madridismo se levantó entre portadas que ya apuntaban a la décima, una euforia que se prolongó todo el día, sin esperar a quien es obligado esperar. Y más ellos. Si pensaban que el Barça fallaría o se quedaría a medias, se llevaron un gran chasco. Otro más. Del 4-0 al 5-1. Pero con una diferencia. Once contra once, dedicado a Mou. Por la noche, el madridismo igual ya no durmió tan tranquilo. Con el Barça por en medio, la décima no está tan cerca. Lo que sí está cerca es un empacho de Mourinho, una larga obra de teatro que quién sabe hasta dónde será capaz de llevar. Hay mucho en juego y con él, ya se sabe, vale todo.

El final estuvo por encima de las expectativas y, más allá del marcador, hubo detalles para tomar nota ante esos cara a cara con el Madrid. La noche se cerró con el estadio cantando y coreando el «boti boti, madridista qui no boti», en una excitación que no ha hecho más que empezar. Como si hubiera recogido el mensaje de Guardiola, esa voz de alarma que lanzó con más inquietud que nunca, el Camp Nou se puso al lado de los suyos desde el primer instante. Justo antes del himno del Barça y de la evocadora música de la Champions, sonaba Manel, el grupo que tan buenas sensaciones le trasmite a Pep, justo al revés del cuerpo que tenía el día antes.

La grada no se llenó (86.518 espectadores), un signo de que el Shakhtar no tiene el cartel que merece, un detalle que refuerza el discurso temeroso del técnico. Claro, estos ucranianos... Pues estos ucranianos y, sobre todo, los brasileños que los acompañan son un señor equipo. Desde luego, muy por encima del Tottenham. Porque el partido no se explica a través del marcador, en especial, el 2-0 del descanso, muy benevolente para los azulgranas después de vivir en el alambre más de la cuenta.

EL REGALO DE INIESTA / Pero papá Iniesta tenía algo que regalarle a Valeria y no quiso esperar. Tardó poco más de un minuto en pasearse por el césped con el dedo pulgar en la boca, un bendito chupete que aclaró el partido cuando no tenía buena pinta. Cada balón que pillaba algún brasileño endemoniado era un tormento. Y encima Alves se empeñó en dárselos en bandeja. Hasta que papá Iniesta hizo otro regalo, esta vez a Alves, como si quisiera redimirle de tanto pase tonto, y llegó el segundo, y entonces sí, el Camp Nou se dejó llevar. Apareció otra vez Piqué en un gol que alguien celebró desde la distancia. «Que viva el Barça y que viva el 3», escribió en su Twitter Shakira, quien poco antes explicó que estaba con Gabriel García Márquez. De un autor de grandes obras a una de las grandes obras de la historia del fútbol. El mejor equipo de todos los tiempos, dijo Lucescu, que vio esfumarse cualquier esperanza cuando en menos de un minuto, el Barça respondió al 3-1 con un golazo de Keita. Y para no perder la costumbre que diría Rosell, el quinto de Xavi.

La de anoche no fue una obra para recordar. Pero este Barça ya ha firmado unas cuantas y ahora tiene por delante la posibilidad de agrandar su leyenda. No será fácil. A Guardiola le esperan días difíciles. Wembley está un poco más cerca. En el camino hay el peor o el mejor enemigo.