PUBLICADO EL 6 DE MARZO DE 2003

"El niño que sentó a Riquelme"

TEXTO: Marcos López

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Un niño, con cara de porcelana, piernas frágiles y fútbol de seda, hijo del dream team¿«mis ídolos eran Guardiola y Laudrup», confesó¿, abandonó ayer el Camp Nou más tarde que ningún otro jugador. Con una camiseta bajo el brazo. La suya.«Un poquillo cansado, sí que estoy», dijo con esa voz angelical que le caracteriza Andrés Iniesta, un joven de 18 años nacido en Fuentealbilla, un minúsculo pueblo manchego situado a 44 kilómetros de Albacete. Apenas 1.856 habitantes y entre ellos Andresin, hijo de José Antonio y María, hermano de Maribel (16 años), que intenta sacarse el carnet de conducir ¿estudia aún la teórica¿ para moverse por Barcelona, la ciudad a la que enamoró ayer.

Hijo de Van Gaal

Para empezar ya ha cambiado el corazón de Fuentealbilla. Antes eran madridistas, ahora son culés. No sólo eso. El niño también ha sentado a Riquelme, el mimado de la afición. Bueno, en realidad, fue obra de Van Gaal, que demostró, una vez más, que no puede ver ni en pintura al argentino. Y para que no haya dudas, ni siquiera lo hizo calentar. Se soportan y punto. Con Andrés es distinto. Es como si fuera hijo suyo.«El míster me dijo que estuviera tranquilo y saliera a disfrutar. Y eso es lo que he hecho», aseguró el centrocampista, cuya única preocupación una vez había completado un espectacular debut en el Camp Nou (ya había jugado en Brujas y en Mallorca) era encontrar tiempo para ir luego al Mini Estadi a ver al filial contra el Castellón,que acabó en empate (1-1).

Lo suyo, en cambio, fue una soberbia victoria. Tenía delante el rival más difícil. Y no era, claro, el Recreativo. Jugaba contra Riquelme. Jugaba contra un futbolista al que la gente le aplaude todo, incluso la intención. Van Gaal, por supuesto, no piensa igual. Y Andrés, el hijo de José Antonio y María, que tomaron asiento en la grada junto a muchos vecinos de Fuentealbilla, ganó a lo grande.«¿Riquelme? No es algo en lo que pensara. Fue una decisión del míster y yo tenía que responder a su confianza»,

dijo Iniesta como si ignorara la dimensión del desafío. Pese a su juventud, era muy consciente del reto y no se asustó en ningún momento.

Tomó el balón intentando imitar la sencillez de Guardiola y la magia de Laudrup creando una atmósfera única en el Camp Nou. Hubo momentos Iniesta ciertamente maravillosos. El tuya-mía con Kluivert¿«es fácil jugar con estos futbolistas», dijo como si no fuera mérito suyo¿, la profundidad que dio en una acción en la que con su cuerpo de renacuajo protegió la pelota, dribló en carrera a dos defensas y conectó con Overmars. O el pase en profundidad que permitió a Kluivert provocar el penalti que falló luego Xavi. Cosas distintas de un joven distinto, de fútbol atrevido y mente veloz.

Es alguien que alimentaba leyendas antes incluso de pisar el Camp Nou.«Éste nos retira a ti y a mí», le dijo Guardiola a Xavi el día en que vieron triunfar a Andrés como juvenil.«Habéis tenido el honor de entrenar con uno de los mejores jugadores que veréis a partir de ahora», comentó otra vaca sagrada cuando un tímido Iniesta pisó el vestuario. Ayer, 45.719 personas asistieron a algo hermoso porque no todos los días un niño sienta a Riquelme.