Las impresiones de los técnicos

El Barça ya ataca

Guardiola reivindica el estilo ofensivo del equipo y Mourinho resta trascendencia al resultado

ANTONIO MERINO / JOAN DOMÈNECH
MADRID / BARCELONA

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Justo en el umbral del clásico, en el momento de decir la última palabra antes de que el balón entre en escena, Pep Guardiola dio un paso al frente, fiel a la filosofía que representa el Barça y lanzó uno de esos mensajes que están por encima de ganar o perder. «Mourinho sabe que vamos a salir a atacarles. Seremos lo que somos: el Barça», proclamó en una reivindicación de las señas de identidad azulgranas.

«Iremos a por ellos», dijo Guardiola, en una frase que repite en momentos delicados. En aquellos en los que otros dan un paso atrás y se refugian en la prudencia, Mientras Guardiola es de los que mira al futuro y nunca al pasado, el portugués echó un vistazo al pasado para recordar que los arbitrajes de Iturralde González tienden a favorecer al Barça. En consonancia con ese gesto, Mourinho dio ayer un paso atrás. Después de varios comentarios en las últimas semanas en los que perseguía promover la excitación culé, ayer le echó agua al vino. «Es un partido importante pero no decisivo», afirmó. Guardiola, por una vez, estuvo de acuerdo con su homólogo.

Poco o nada más tienen en común, más allá de haber convivido cinco años en el Barça, cuando Guardiola era jugador y Mourinho hacía sus primeros méritos como técnico ayudante de Robson y Van Gaal. Los dos saben cuál es el guión que querrá seguir el Barça: atacar. Los dos saben cuál es el estilo que favorece al Madrid, sobre todo tras el aterrizaje del portugués: el contraataque.

HORAS PARA VOTAR / Fiel a su costumbre, Guardiola se prodigó en elogios al rival. No le regateó ninguno. Ni a Mourinho ni al Madrid. «Un equipo espectacular», fue su definición tras explicar que había visto «sosegadamente» los vídeos de sus últimos encuentros. En ellos no ha advertido diferencias sustanciales respecto al Madrid de Juande Ramos o Manuel Pellegrini. El entrenador del Barça argumentó que había retrasado el entrenamiento para evitar «el follón» de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí con los partidos del fútbol base y para que sus hombres pudieran votar en las elecciones. Él también estuvo pendiente del resultado. Salió a la sala de prensa tras conocer el sondeo de TV-3.

Pero Guardiola obtuvo su propósito de situar el clásico en el terreno futbolístico. El paso atrás que dio Mourinho horas antes redujo la necesidad de replicarle. «Estoy más orgulloso de muchas más cosas que de haber ganado cuatro veces seguidas al Madrid», afirmó. Entre ellas, de «mantener y no romper un legado de 20 años», en alusión al estilo de juego que implantaron Cruyff y Rexach. «Mi mayor orgullo es la admiración que generamos en el mundo por nuestro juego y nuestro comportamiento», dijo.

MÁS ADRENALINA / Menos filosófico, mucho más pragmático, Mourinho no apeló a estilos ni tradiciones. Su ambición empieza y acaba en los tres puntos de los 90 minutos. No pretende nada más que sumar victorias y victorias. No le importa el estilo ni el método. Hoy alineará al equipo que el madridismo recita de memoria. Solo echa en falta, en su primera visita con el Madrid al Camp Nou, que el duelo no sea de Champions.

«Es imposible comparar mi adrenalina ahora con la de aquella cita en la que un equipo sigue adelante y el otro sigue viendo el torneo por la tele. Eso ya me pasó con Chelsea y Inter. Nadie se irá a casa a llorar, aunque al final alguno no quedará contento con el resultado», declaró Mourinho, evocando el mal trago que hizo pasar a la hinchada culé. Mientras, Guardiola consideraba «un honor» y «un privilegio» participar en el clásico y sentirse partícipe de un espectáculo con una audiencia potencial de 400 millones de personas. Ayer, en el Camp Nou, formularon preguntas periodistas de Turquía, Hungría y Noruega, entre otros países.

OTRA DISCREPANCIA / La misma discrepancia exhibieron, a distancia, al referirse al árbitro, un factor que Mourinho azuza a su conveniencia. No dejó escapar la oportunidad, ayer, de recordar la «felicidad» del Barça con Iturralde González. Esa felicidad se limita a dos clásicos ganados por los azulgranas por 3-0 (98-99) y 0-3 (2005-06). «No tengo nada que decir», alegó Guardiola.

«Mientras sea el entrenador, el estilo del Barça no cambiará jamás», afirmó Guardiola, en una declaración de intenciones que va más allá del clásico de esta noche. «Si está contento y se siente a gusto con este estilo, fantástico. Será un hombre muy feliz», dijo Mourinho, quien expresó su deseo de que, al final del encuentro se hable de fútbol y de cosas bonitas. Dependerá de él.