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El Barça conquista la Copa en Madrid en una final de locura

Una canasta de Tomic en el último segundo de la prórroga, concedida por los árbitros, revalida el título azulgrana (93-94)

La polémica regresa a la Copa del Rey de baloncesto

periodico

Luis Mendiola

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El Barça salió ganador de una de las finales más emocionantes e increíbles que se han vivido en la historia y revalidó el título de Copa frente al Madrid en su propia cancha (93-94). Fue un partido loco. Los azulgranas tuvieron que ganarlo hasta tres veces para acabar con la resistencia del equipo blanco. Protagonizaron una remontada impensable de 17 puntos en el último cuarto. Tuvieron  que irse a la prórroga y lograron sobreponerse a un gravísimo error arbitral que obvió una falta antideportiva a Singleton, que ponía en ventaja al Madrid, para sentenciar con una canasta de Tomic a un segundo del final, que los árbitros concedieron por tapón ilegal de Randolph,  después de revisar las imágenes. Todo un mazazo para el hasta hace poco inalcanzable equipo de Laso, que  puede marcar un punto de inflexión.

No pudo ser mejor la puesta en escena del Barça en un escenario totalmente adverso como el Wizink Center, la habitual cancha del Madrid. Control del ritmo de juego, balones interiores a Tomic, buenas posiciones de lanzamiento. Le costó mucho más al equipo de Laso entrar en situación y cuando lo hizo, el equipo azulgrana había abierto ya una mínima brecha (7-14, m. 5) que servía como  un sólido refuerzo del planteamiento de Pesic.

La respuesta del Madrid llegó, de inicio, de la pareja Campazzo-Ayón, los dos jugadores más en forma de los madridistas, y los únicos que consiguieron encontrar las fisuras a la sólida defensa de los barcelonistas. El base argentino sabe leer como nadie los espacios y  Ayón, bailar en los espacios interiores de la zona como nadie. Entre ambos conectaron al equipo de Laso, aunque el  Barça  supo  mantenerse un  paso por delante para cerrar en ventaja el primer parcial (16-20) y mantener la iniciativa con la entrada de varios jugadores (Heurtel, Kuric, Seraphin).

No fue hasta la entrada de Llull y de Tavares cuando el Madrid empezó a funcionar a pleno ritmo, lo que coincidió también con un quinteto totalmente renovado en los azulgranas, con mucha menos consistencia defensiva. La presencia de Tavares añadió intimidación en la zona blanca y complicó la vida de Serepahin y Oriola. El talento de Llull, que se presentó en la final con dos triples casi consecutivos, añadió pegada a su equipo, apretando mucho el marcador, más aún porque el ataque azulgranas se secó durante cuatro minutos. Así un parcial de 8-0 puso por delante al Madrid por  primera vez (27-25,  m. 15). Un providencial tiempo muerto de Pesic resituó a sus jugadores y devolvió la tensión al Barça que convirtió los últimos minutos antes del descanso en un intercambio de  golpes del que nadie salió ganador (35-35, m. 20).

Apagón en el segundo tiempo

El apagón del Barça en la reanudación, sin embargo, fue fundamental. El parcial del Madrid fue demoledor y dinamitó la final: 25-11. Desapareció el equipo azulgrana de la cancha, mientra se le encogían las muñecas a sus jugadores y  se agigantaba el Madrid bajo la batuta de Campazzo, la intensidad de Ayón y la muñeca de Causeur, que sumó 8 puntos en el cuarto. En la reanudación fue el Madrid el que se aplicó con más determinación, atacando el aro con mucha más verticalidad, y dando una nueva dimensión al ataque blanco, el Barça se encontró sin nadie que tirara del equipo. La defensa del Madrid desconectó a los pívots azulgranas y controló a los bases, los dos ejes sobre los que vertebra su juego. Y un día más, Singleton se convirtió en  un jugador intrascendental, lejos del perfil determinante que se le suponía. El parcial así no dejó de crecer a favor del equipo blanco, hasta situar a los barcelonistas contra las cuerdas (58-41, m. 28) después de un triple con dedicatoria de Rudy.

No hace demasiado tiempo, el Barça hubiera tirado la toalla en ese escenario. Pesic ha cambiado esa mentalidad y el equipo azulgrana consiguió levantarse desde la defensa. Un cambio sutil de ajedrez del técnico ayudó. Jugó con dos interiores móviles, Oriola y Singleton, en lugar de un pívot claro. Y ese pequeño abrió espacios en la defensa blanca y destapó una vía para los tiradores. En un visto y no visto, el equipo azulgrana encadenó cuatro triples (Claver,  Oriola, Heurtel, Kuric) y una jugada de 2+1 del base francés para firmar un parcial de 0-17, todo un  tsunami en un partido que parecía tener ya escrito el desenlace. De repente, todo volvía a empezar desde un empate a 63 y con más de cinco minutos por jugar.

Gran regalo de cumpleaños

Heurtel se erigió en el hombre clave del Barça. Llull tiró del Madrid. Y en ese nuevo reparto de cartas, el base francés consiguió cambiar todas las sensaciones previas, asumiendo el liderazgo del equipo que había quedado vacante con el adiós de Navarro. Fue Heurtel el que pidió el balón y que el puso dos veces la victoria al alcance de los azulgranas. La primera la evitó Llull con una de sus canastas mágicas en el último segundo que dio paso a la prórroga. La segunda la remató Tomic con una canasta en el último instante, taponada por Randolph, que los árbitros tuvieron que revisar por televisión antes de concederla. Esa canasta hizo justicia al Barça, que estuvo a punto de ser víctima de una injusticia arbitral con una falta de Randolph a Singleton, que  podría interpretarse como antideportiva, que los colegiados no señalaron y  que propició que el Madrid se pusiera delante a falta de cuatro segundos. El  tiempo justo para que  el balón llegara a Tomic y sentenciara. Justo en el día de su 32 cumpleaños.

Real Madrid, 93 - Barcelona Lassa, 94

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;"><strong>Real Madrid:</strong> Campazzo (19), Causeur (14 ), Deck  (2 ), Randolph  (16 ), Ayón (12 ) –cinco inicial- Rudy  (5 ), Reyes (2 ), Carroll (5 ), Tavares (2 ), Llull (13 ), Taylor (3).</span>