El Ayuntamiento de Badalona se niega a realojar más días a los desahuciados de la calle Calderón de la Barca

Tres mujeres, cuatro menores y un hombre con discapacidad física se quedarán en la calle a partir de este martes 9 de enero, si no hay ningún giro inesperado en las últimas horas. Este lunes se acabó la ayuda que el Ayuntamiento les ofreció después de que los desahuciaran del edificio donde vivían, ahora hace tres semanas, en la calle Calderón de la Barca del barrio de La Salut, en Badalona. Las mujeres y los niños se habían alojado provisionalmente en una pensión y el hombre en el centro municipal de acogida de Can Bufí Vell, sin que por el momento hayan podido encontrar una alternativa de vivienda. Denuncian que la situación que viven es "límite", puesto que al "drama" del desahucio se añade el hecho que una de las mujeres sufre cáncer de mama y otra, una discapacidad visual del 90%.

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El consistorio entiende que no se puede alargar más el alojamiento temporal de estas personas, financiado con recursos municipales. En un breve comunicado emitido este lunes, el Gobierno municpal recuerda que los afectados sabían que tenían que marcharse del edificio "desde hacía dos años" porque estaba en muy mal estado.

Además, el consistorio les acusa de vivir en pisos "ocupados de manera ilegal" y dice que la ayuda que se ha ofrecido hasta ahora a ocho de las personas afectadas ―el desahucio dejó en la calle a otras ocho personas más que no han recibido ninguna ayuda― fue "excepcional", ya que se trataba de familias con una situación de "mayor necesidad".

La ayuda acabó este lunes, de manera que este martes han tenido que dejar la pensión antes de las 11.00 horas. De las tres mujeres, hay una que está sola y que tiene una discapacidad visual del 90%, mientras que las otras dos tienen menores a cargo. "Mañana habrá niños que cuando vuelvan de la escuela no tendrán donde ir", denuncia la plataforma Sant Roc Som Badalona.

Menores a cargo

Una de las mujeres está divorciada, con dos niñas de 13 y 17 años. Se llama Souad y explica que no tiene trabajo y que le es imposible conseguir un contrato de alquiler en su situación actual: "No tenemos donde dormir el martes y mis hijos estudian aquí. No queremos marcharnos de la ciudad y no tenemos más familia".

La otra mujer, Bakali, tiene dos hijas de 6 y 13 años, además de dos hijos más, mayores de edad, que viven en casa de unos amigos porque la ayuda municipal solo se preocupaba de los menores. En la misma situación está su marido. Ella, además, sufre cáncer de mama desde hace más de un año. "Queremos que nos ayuden a buscar un piso de alquiler. No queremos nada gratis", exclama.

En esta línea se ha reivindicado también la plataforma Sant Roc Som Badalona, que apoya a los afectados desde el primer momento. Este lunes se reunieron por enésima vez para intentar encontrar una solución temporal, que no llega. "Esperamos una reacción, que haya un poco de cordura por parte del Ayuntamiento". Así, la plataforma ve "inaceptable" e "incomprensible" que la administración no haga nada por estas familias. "Ya no es una cuestión de ideología. Es de ser persona o no serlo", ha espetado Sagués. "Tienen capacidad para descolgar el teléfono y alargarles la estancia, pero no lo hacen", se lamenta.

Sagués denuncia la manera como el gobierno del PP en Badalona trata la pobreza y recuerda que sin el apoyo de las administraciones será "imposible" que estas personas puedan optar a un contrato de alquiler y, en consecuencia, al conjunto de ayudas previstas por la propia administración.

Los hombres, en la calle desde hace tres semanas

Además de los casos más extremos de las mujeres, los menores y el hombre con discapacidad física, el desahucio de la calle Calderón dejó a ocho personas más en la calle. Se trata del resto de hombres que vivían en el edificio, y que no han optado a la ayuda "excepcional" ofrecida por el Ayuntamiento.

Hay tres ―un padre y dos hijos― de una misma familia, la de Bakali. Un cuarto hombre que vivía solo consiguió alquilar una habitación en un piso tutelado de la Fundació Roca i Pi, mientras que los otros cuatro malviven como pueden entre pensiones ―los días que se lo pueden pagar― o compartiendo noche en el interior del taxi de uno de los afectados.

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