La autora de 'El turista accidental' vuelve a tratar sobre gente corriente en 'La brújula de Noé'

Liam Pennywell es el Macon Leary deEl turista accidental20 años después. ¿Cómo, si no, interpretar la inercia de un hombre que, a los 60, ha decidido aparcar en batería y esperar que pase el tiempo, ni siquiera con demasiado entusiasmo? Es como aquel escritor de guías de viaje que no soportaba perder el control y que prefería negarse el hecho de no haber superado la muerte de su hijo: Macon se ha convertido en Liam, un profesor de instituto jubilado a la fuerza que ha reducido su universo al tamaño de un apartamento en las afueras. Son el mismo personaje, gente que vive como si la vida la vivieran los demás: en sus palabras, «como si nunca hubiera estado presente del todo en mi propia vida».

EnLa brújula de NoéAnne Tyler (Minneápolis, EEUU, 1941) lo somete a la prueba del algodón, porque nunca es demasiado tarde: por eso un ladrón entra en la nueva casa de Liam, le pega un golpe en la cabeza y le muerde una mano. Al día siguiente la víctima se despierta en la cama de un hospital sin recordar nada de la agresión. Un vacío de la memoria, un agujero negro por el que se precipita el sinsentido de una vida desperdiciada. Un abismo.

VIDA ESTANCADA /La brújula de Noépodría servir como modelo inapelable para saber cómo construir un personaje que sostenga una novela en lo gris y lo anodino. Tyler escarba en las rutinas del día a día para encontrar el oro de la verdad. Es sorprendente su dominio en las estrategias de lomicro: el nerviosismo de Liam al quedarse con su nieto de cuatro años, reflejado en lo mucho que le irrita que el niño no sepa respetar los contornos de un dibujo al colorearlos, o la manera en que tiene de separar la carne de un estofado de carne que su hermana ha cocinado para él, son suficientes para definir la mezquindad doméstica de una vida estancada. La precisión en el detalle cotidiano crea un mundo que necesita aire fresco, que está listo para su transformación. Es esa capacidad de observación la catalizadora de la metamorfosis: la que cambia de sitio los muebles de una conciencia que necesita redefinir su lugar en el mundo, enmendar sus errores aunque sea a pequeña escala.

El únicoperoque se le puede poner aLa brújula de Noées que Tyler parece utilizar un deus ex máchina para movilizar las deprimidas energías de su mísero héroe. Cuando Liam necesita desesperadamente un encuentro con Ishmael Cope, un millonario que tiene problemas de memoria y que ha conocido brevemente en la consulta de un neurólogo, es obvio que Tyler está buscando un pretexto para que Eunice, que vendría a ser la hermana gemela de la Muriel Pritchett deEl turista accidental, irrumpa en su vida.

Pretexto bienvenido: a menudo los personajes femeninos de Tyler saben coger el toro por los cuernos, aunque en el proceso metan la pata unas cuantas veces y se tropiecen con el sofá y compren un pollo frito que se enfría demasiado. Tyler no es tan primaria como para canonizar la figura femenina, pero al final demuestra que Liam no recuperará su memoria sino es comprendiendo a las mujeres que han estado a su lado, a las que ha tratado con la indiferencia de quien se tiene en muy poca estima y que, ahora, seis meses después de la agresión, le hacen recordar aquellas cosas bonitas de la vida que puso en un cajón junto a las lágrimas y las tinieblas.

LA BRÚJULA DE NOÉ

Anne Tyler Trad: Gemma Rovira.

Mondadori. 256 páginas. 22,90 €