crónica
Alanis Morissette, la rockera espiritual
La cantante canadiense alternó gestos rockeros y estrofas místicas en un caldeado Espacio Movistar
Aunque 30 millones vendidos de un disco, Jagged little pill (1995), aturden a cualquiera, Alanis Morissette se las ha arreglado para sobrevivir al éxito y pilotar una trayectoria con cara y ojos en la liga del rock comercial. Su nueva obra, Flavors of entanglement, crecida a la sombra de su ruptura sentimental con el actor Ryan Reynolds, busca la cuadratura del círculo: rock de autor intimista para la radiofórmula. El domingo, en el Espacio Movistar, Morissette fundió esas tinieblas adultas con vientos huracanados de rock guitarrero y una buena cuota de hits.
Sala con entradas agotadas, aunque con un centenar de ausencias de última hora: según la organización, algunos asistentes con localidad adquirida decidieron que esa noche tenían un plan mejor (la ecuación integrada por los conceptos sofá, televisión y Eurocopa). Pero el cepo futbolístico no impidió que Morissette saliera casi a hombros del recinto, vitoreada por unos fans con hambre acumulada: la artista no actuaba en Barcelona desde los tiempos en que Razzmatazz se llamaba Zeleste; en concreto, desde 1996.
La Morissette actual (34 años) no es el caballo desbocado de aquella noche lejana, sino una triunfadora que desea transmitir sabiduría y serenidad, y que hace compatibles los riffs rockeros con los medios tiempos filosóficos. Apareció entre los acordes de piano de Uninvited y, de ahí, al rock desatado de All I really want y 8 Easy steps. En esta, se colgó una guitarra eléctrica que la acompañó durante la mayor parte del recital. Entre las canciones nuevas sonó Citizen of the planet, una declaración de principios: "Soy una ciudadana del planeta / Mi presidente es Kwan Yin / Mi frontera está en un avión / Mis cárceles son hogares de rehabilitación".
BRÍO Y MISTICISMO
Fue un show de equilibrios medidos; energía y espiritualidad en proporciones meditadas. Con un receso rítmico en el ecuador (That particular time y Hand in my pocket) y un desenlace sostenido por su primer éxito, You oughta know, y una canción nueva, Tapes. En tiempo añadido vimos a Morissette cantando Underneath con base de piano, y entonando los himnos You live, you learn e Ironic. Y una conclusión mística suspendida en el aire: Thank you. "Gracias, India / Gracias, providencia / Gracias, desilusión / Gracias, silencio...". ¿Silencio? Imposible. A esas horas, una nueva ecuación vencía la lona del Espacio Movistar: calle, estruendo, Eurocopa.
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