CRISIS DE LA COVID 19

¿La crisis del coronavirus acabará con el dinero efectivo?

La crisis de la COVID-19 es en la primera en la que la demanda de efectivo disminuye en lugar de aumentar. Durante el mes de marzo, la retirada de metálico en cajeros automáticos cayó un 68%.

La crisis de la COVID-19 es en la primera en la que la demanda de efectivo disminuye en lugar de aumentar

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Marta Gracia

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El coronavirus ha cambiado los hábitos de los españoles. La manera de consumir es diferente en tiempos de confinamiento. También lo es la forma de pagar. En muchos sectores aconsejan pagar, siempre que sea posible, de forma digital. La Organización Mundial de la Salud (OMS) desmintió que el coronavirus se hubiera propagado por el uso de billetes y monedas y el Banco Central Europeo (BCE)  insiste en que la probabilidad de contagio mediante el dinero físico es muy baja.

Sin embargo, el miedo al contagio ha hecho que el pago en efectivo haya caído con fuerza durante esta cuarentena. También influye que el número de comercios que ha permanecido cerrado es bastante alto. La retirada de metálico en cajeros automáticos cayó un 68% durante el mes de marzo, según una encuesta realizada por el banco digital N26. Una muestra de que esta crisis es diferente a las anteriores, ya que es en la primera en la que la demanda de efectivo disminuye en lugar de aumentar. En las anteriores crisis, los consumidores buscaban una reserva estable de valor.

Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, explica que la diferencia principal es que la actual no es una crisis económica ni financiera sino una crisis sanitaria de la que las entidades bancarias no son responsables. Gázquez-Abad recuerda que la crisis de 2008 surgió por productos financieros ligados a este sector, “y eso hizo que la gente se fiara menos del sistema bancario y volviera a la mentalidad de que el dinero estaba más seguro en casa que en un banco”. Sin embargo, la crisis actual tiene un marco totalmente distinto.

Según los últimos datos publicados por el Banco de España, en 2019 se realizaron un total de 908,5 millones de operaciones de retirada de efectivo, lo que supone una caída del 2,8% respecto al año anterior. Mientras que los pagos con tarjetas en comercios aumentaron un 16,2% hasta las 4.536 millones de operaciones. Los datos del año pasado ya muestran como el pago con tarjeta está muy implementado. 

Con estos datos ¿se puede hablar del principio del fin del efectivo? La consultora Capgemini señala en un informe que el 47% de los españoles afirma haber aumentado el uso de pagos digitales durante la pandemia y un 48% señala que seguirá haciéndolo en los próximos 6-9 meses. Este implemento del pago digital se da en todas las franjas de edad, aunque es más elevado entre las personas de 18 a 55 años (más del 51% afirma haber elevado el uso de pagos digitales).

El informe de la consultora sugiere que las entidades de servicios financieros tendrán que seguir focalizadas en el desarrollo de opciones de pago contactless y alentar a los consumidores a utilizarlas. Por ejemplo, integrar las tarjetas con las aplicaciones de pago y las carteras digitales más usadas o populares; o configurar soluciones de pago específicas para los grupos de mayor edad, para que entiendan mejor el funcionamiento y ayudarles.

En el informe de N26 también se refleja que el número y volumen de transacciones en comercio electrónico ha aumentado. El cierre de tiendas, bares y restaurantes en España ha supuesto una caída del 8% en el número de transacciones con tarjeta. Este hecho, unido al descenso del uso de efectivo, ha provocado un aumento en el número de transacciones en comercio electrónico del 10% en España.

Guy de Blonay, fund manager de Global Equities en Jupiter AM, asegura que estos cambios de forma de pago "acelerarán en el medio plazo la transición a sociedades sin efectivo". De Blonay señala que las medidas de distanciamiento social y aislamiento provocadas por la COVID-19 "están acelerando un cambio en el comportamiento del consumidor que va a beneficiar el avance digital de la industria financiera", sobre todo "en subsectores como el inmobiliario, el capital privado, los bancos, los seguros y los pagos". 

Además, probablemente, tal y como señala Blonay, "en el medio plazo se acelerará la transición a sociedades sin efectivo" y podrán resistir "aquellos procesadores de pagos bien capitalizados". De Blonay advierte que, posiblemente, "este cambio en el comportamiento del consumidor se mantendrá después de la crisis del Covid-19".

Gázquez-Abad se muestra de acuerdo con De Blonay y asegura que el consumidor que resulte de esta situación de crisis mundial “utilizará mucho más la tarjeta y el móvil como medio de pago, ya que la percepción de seguridad y comodidad va a incrementarse de forma importante”. Además, a todo esto hay que añadir la cada vez menor predisposición a llevar dinero encima para evitar robos, “el resultado será un uso progresivamente más residual del dinero en efectivo”, afirma el profesor.

Los contras en la desaparición de efectivo

A pesar de que los datos pueden reflejar un cambio de tendencia en la sociedad española, la verdad es que nunca hay unanimidad y mucha gente se resiste a pagar con tarjeta y, en el otro lado, muchos comercios consideran que las comisiones que deben abonar por tener datáfonos o por permitir el pago con tarjeta de cualquier cantidad son elevadas. El 21% de las empresas españolas considera que una sociedad sin efectivo incrementaría sus costes operativos, según recoge el Informe Europeo de Pagos de Intrum.

4 de cada 10 organizaciones españolas, en especial las pymes, creen que la exposición a ciberataques será mayor si todos los pagos se realizan online

El coste operativo no es el único punto que contemplan las empresas ante un cambio en los hábitos de pago de los españoles. Los ciberataques son otro de sus quebraderos de cabeza. Así lo refleja este informe en el que han participado casi 12.000 empresas de toda Europa, y señala que 4 de cada 10 organizaciones españolas, en especial las pymes, creen que la exposición a ciberataques será mayor si todos los pagos se realizan online. Se trata de una cifra 12 puntos por debajo del promedio europeo, situado en el 52%.

En el otro lado, el 36% de las empresas considera que la supresión del dinero en metálico reduciría la pérdida de clientes, lo cual representa el doble de la media europea (17%). Un hecho especialmente esperanzador para la mayoría de las organizaciones, en particular las pequeñas y medianas, preocupadas por su supervivencia.

Por su parte, el Observatorio Sectorial de la Seguridad Privada asegura que el fin del efectivo Impacta de forma muy directa en los colectivos más desfavorecidos de la sociedad cuyo nivel de bancarización es muy inferior, y que dependerían para los actos de su economía doméstica de la decisión de las entidades bancarias o de los grandes proveedores de Internet. También consideran que afectaría a los pensionistas que no viven acompañados y realizan sus operaciones comerciales mediante dinero físico.

Para el observatorio, la eliminación del efectivo “condiciona la libertad de aquellos ciudadanos que legítimamente no quieren asumir los costes adicionales que implica tener y mantener una tarjeta bancaria, de quienes atribuyen una especial relevancia a su privacidad o de quienes controlan de forma más eficiente su economía familiar mediante el uso del efectivo”. 

A pesar de los detractores, la idea de una economía sin efectivo va tomando forma mediante distintos sistemas de pago y la crisis por la COVID-19 está acelerando el proceso. Sin embargo, los expertos no se atreven a poner una fecha para el fin definitivo. Afirman que es una incógnita porque, para ello, habría que salvar algunos escollos complicados. “Una de las dificultades es la brecha digital, además de las personas en riesgo de exclusión financiera, que son quienes no pueden tener acceso a tarjetas o a relaciones con entidades bancarias, o no quieren tenerla”, señala August Corrons, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. “Pero, además, el efectivo da lugar a falta de rastreo de dinero, lo que facilita operaciones ilícitas, y este punto es el que hace pensar que no es tan fácil eliminar el efectivo porque a determinados colectivos les conviene que exista”, advierte Corrons.

En cualquier caso, el profesor de la UOC cree que el ahorro económico y la reducción de impacto ambiental que significaría la desaparición del efectivo se impondrán finalmente. Según Corrons, un segundo escenario, que tardaría algo más en llegar pero permitiría la trazabilidad del dinero sin intervención de entidades bancarias, es el sistema que están planteando en Suecia, donde el Banco Central emitiría dinero digital usando la tecnología de cadena de bloques (blockchain). “Permite digitalizar las transacciones sin necesidad de que haya una entidad financiera que valide lo que estás haciendo, consiguiendo el mismo efecto sin necesidad de tener que pagar comisiones”, explica August Corrons.