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Inteligencia artificial en las empresas: ¿oportunidad o riesgo?

¿Cómo afectará la llegada de la IA a algunos puestos de trabajo? ¿Deben introducir las organizaciones IA con una capa ética que tenga los valores de la empresa? Los expertos responden.

¿Cómo afectará la llegada de la IA a algunos puestos de trabajo? ¿Deben introducir las organizaciones IA con una capa ética que tenga los valores de la empresa? Los expertos responden

Inteligencia artificial

Inteligencia artificial / economia

Alberto Payo

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La inteligencia artificial se está vislumbrando como un gran impulsor para la transformación de las empresas y las industrias. Pero los cambios no siempre gustan o benefician a todos. Un estudio elaborado entre 277 compañías europeas por Ernst & Young y Microsoft, apunta a que el 89% espera que la IA produzca beneficios comerciales al optimizar las operaciones en el futuro.

Por detrás de este uso, un 74% proyecta que será clave para atraer a los clientes. Además, un 65% de las empresas encuestadas considera relevante su implantación para la transformación de productos y servicios. Curiosamente, el empoderamiento de los empleados sería la capacidad menos valorada, con solo un 60% de las organizaciones que espera que la IA tenga beneficios en este ámbito. 

José Manuel Narciso, es CEO de Bionline, una empresa que se dedica a la inteligencia artificial aplicada a los negocios y que defiende que la IA debería ponerse al alcance de todas las organizaciones, sin importar su tamaño. En su opinión, la principal ventaja de aplicar esta tecnología al entorno corporativo es que “ayuda a las empresas a profundizar en el conocimiento de sus clientes. Una compañía puede llegar a entender a sus clientes ‘mejor que ellos mismos’ desde el punto de vista de su comportamiento como consumidor de los productos que ofrece. Y ello le permite mejorar mucho su propuesta de valor a su cliente, y además hacerlo de forma personalizada”, señala.

Para Narciso, esto también incidiría en que los clientes se acaban vinculando más a la marca y la compañía puede obtener mejores resultados de ventas a corto, medio y largo plazo. Además, explica que “desde el punto de vista de la industria, la IA ayuda a las empresas a entender el comportamiento de sus activos físicos (máquinas normalmente) y a realizar un uso mucho más eficiente y sostenible de los mismos”.

Inés Huertas, experta en Big Data e Inteligencia Artificial así como fundadora de Woman Startup Community, añade que hay negocios nativos en IA que utilizan dicha tecnología con el fin de crear un producto de valor para el usuario, pero explica que existen otro tipo de aplicaciones transversales que impactan directamente en las ventas de una empresa. Así cita ejemplos como “poder predecir cuando un usuario va a abandonar la compañía para interceptarle o poder mejorar la logística de tu almacén, optimizar procesos o averiguar qué tipo de cliente es el que se para enfrente de tu escaparate y proyectarle publicidad dirigida a su perfil”.

Luis Monge Malo, cofundador de Entradium y Clever Consulting, opina diferente. Está convencido de que no todos los negocios deberían aplicar inteligencia artificial. “Es más, no todos los negocios podrían aplicarla aunque se empeñasen. Hay ámbitos donde todavía no existen soluciones basadas en IA y otros en los que la IA no es, y nunca será, la mejor forma de abordarlos”, puntualiza. Para Monge parece que la inteligencia artificial pudiera “parecer un comodín, pero lamentablemente eso no es así (al menos por ahora)”. 

¿Cómo influirá la IA en la fuerza laboral?

Uno de los temas que más debate está generando en el ámbito empresarial en los últimos años es cómo incidirá la IA en los puestos de trabajo. El mencionado informe apunta a que, por el momento, la IA se aprovecharía más para los departamentos de Tecnología/TI (47%), seguida de I+D (36%) y servicio al cliente (24%). 

El Foro Económico Mundial calcula que la automatización acabará con 75 millones de empleos para 2025, aunque esperan que cree 133 millones de nuevas funciones. Sin embargo, Huertas quiere mandar un mensaje tranquilizador: “Al igual que algunos puestos se verán reducidos, se generarán nuevos puestos para supervisar y coordinar todas estas tareas, siendo estas nuevas de valor añadido para el negocio. Debemos fijarnos en la revolución industrial, de igual manera que sustituyeron algunos puestos se crearon muchos, muchos otros para la gestión de esa nueva industria”, pone como ejemplo.

Monge aclara que “la IA no es como la robotización, que sí es un sustituto del humano. Más bien es al revés, porque la IA es una herramienta operada por humanos”. Para el cofundador de Clever Consulting la IA sirve para “hacer predicciones. Y para que esas predicciones sean precisas hacen falta humanos que pasen su jornada afinando más y más el cómo la inteligencia artificial debe interpretar los datos que le son proporcionados”, sentencia. En la misma línea, el CEO de Bionline reconoce que la IA puede entrañar riesgos “cuando se trata de una orientación a la automatización o sustitución de tareas manuales”. 

¿IA con ética para las empresas?

Otro de los aspectos que comienza a preocupar es cómo se comporta la inteligencia artificial a la hora de tomar ciertas decisiones y si hay que dotarla de ciertos valores éticos. Esta cuestión también preocupa en su aplicación al mundo de las empresas y ya hay compañías que permiten dotar a los distintos tipos de IA de capas éticas codificadas con valores a medida. 

Cada compañía puede y debe incluir sus valores en el uso de la IA., dado que ésta aporta conocimiento, pero tras ese conocimiento viene la decisión de la empresa de cómo utilizarlo. Creemos que éste será un elemento diferenciador entre competidores en cada sector: no tanto la calidad de su I.A., que a futuro será un commodity, sino el buen uso que la compañía haga de la misma”, subraya el CEO de Bionline. 

Huertas, sin embargo, opina que estas capas éticas no deberían ser llevadas al ámbito corporativo, sino que “debería existir una ‘capa etica común’ en la que se fijaran principios básicos sobre los que las empresas podrían añadir. Por ejemplo, no podemos permitirnos que se desarrollen algoritmos con sesgo de género, edad o raza, al igual que sobre ideologías”, recomienda. Malo también vislumbra que “más que codificar los valores de cada compañía, seguramente se creen nuevas leyes que obliguen a que las IA proporcionen resultados dentro de ciertos límites”.