Detrás de la puerta tapiada

Si algo hubo en la idea inicial, en el tuétano del pensamiento de los Antonios, Asensio y Franco, fue la importancia que debía tener la sección de Deportes

undefined612476 barcelona  0ctubre de 1978  seccion de deportes de el period181018203754

undefined612476 barcelona 0ctubre de 1978 seccion de deportes de el period181018203754 / ARCHIVO

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una puerta tapiada, muerta, inutilizada a la espalda del gran, del inmenso, del inigualable Álex J. Botines, el maestro de los maestros, el amigo deportista, culé, enfermo del deporte, amigo del no menos amigo y no menos enfermo Antonio Franco, nuestro director, ideólogo e inventor.

Un póster, clavado con chinchetas, del saltador de altura norteamericano Dick Fosbury y otro, vertical, de Sócrates, el inmenso Zidane brasileño. Y, sobre la mesa, un 'As Color' y el especial de la Bundesliga, además de un rodillo con tarjetas incrustadas con direcciones y números de teléfono.

Y, delante de cada uno de nosotros (Quim Regàs, Paco Aguilar y yo), que apenas habíamos cumplido los 25, una moderna (entonces) y electrónica IBM, con una bola de metal, con todas las letras a su alrededor, que cada vez que picabas una tecla parecía que disparases tu Kalashnikov.

Ese era el panorama de octubre del 78, en el primer piso de la calle Llúria número 7. Y recuerdo como si fuese ahora mismo, que el Boti nos había convocado a los tres para que le diésemos el visto bueno «a un muchacho que, os prometo, no es ningún gol, vale mucho, trabaja conmigo en Ràdio Barcelona y me gustaría que lo incorporásemos como becario, como júnior o como ayudante».

Álex Martínez-Roig, sobrado de conocimientos

Y, sí, nos sentamos en la salita de todos y apareció Álex Martínez-Roig. Dios, qué espectáculo. Éramos nosotros mismos con seis o siete años menos. Éramos nosotros mismos empezando, pero con una altanería inmensa, una sobradez de conocimientos tremenda («yo, entonces, me leía todas, todas, las páginas del 'Dicen…' que me compraba mi padre cada día», nos diría después) y, lo que es peor, un escalofriante don de mando, o de saber siempre lo que había que hacer, o de dirigir la sección, o de improvisar la sección y hasta el periódico que teníamos que fundar.

Recuerdo que salimos de aquella reunión y los tres, sí, sí, los tres (Paco, Quim y yo) le dijimos al Boti que aquel chaval sería el futuro, que no lo dudábamos, pero que a nosotros solo nos mandaba él, nos dirigía él y nos enseñaba él. Y punto. Que no queríamos volver a verlo «nunca más». Que para chulos ya estábamos nosotros. Como poco. O como mucho.

El Boti, que era más listo que el hambre, dejó pasar unos días y, con la sabiduría, picardía y don de gentes que tenía, únicas, además de sus dotes de sabueso periodista y maestro, acabó convenciéndonos y metiéndolo en la recién creada redacción de Deportes de 'El Periódico de Catalunya'. Y, miren por dónde, Alex es, ahora, el hombre que decide qué vemos, cuando lo vemos, cómo lo vemos, por dónde lo vemos y, puede, no sé, hasta cuánto nos cuesta la Champions, la F-1, las motos, la NBA… todo, pues es el responsable de contenidos de Movistar +, es decir, casi el puto amo de la tele y el deporte.

La importancia de Deportes

«Lo voy a decir, los programas como Informe Robinson e Ilustres ignorantes son una herencia del periodismo impulsado por el equipo de Álex J. Botines. En el hilo conductor siempre aparece Álex. Como cuando en 'El País' me encargaron inventar el Tentaciones, 'El Periódico' estaba ahí en todos los planteamientos. Igual que cuando ideamos cómo informar de los Tour de Induráin o en el momento cumbre que fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona. De 'El Periódico' aprendimos a inyectar emoción, imaginación a nuestro trabajo, a buscar el titular, a superarnos. Los periodistas españoles le debemos mucho, mucho, al Boti. Y con él, Regàs, el estratega que te enseñaba a dar tres vueltas a los temas, a convertir un breve en dos páginas o dos páginas en un breve. A Emilio, el nervio continuo, generador de buen rollo, de montar pollos, de contar las cosas con emoción e imaginación. A Paco Aguilar, la obsesión por la noticia, por ir más allá. Trabajar con ellos fue mi única universidad. Y, sí, ahora puedo decir, porque lo recuerdo perfectamente, que aquella mañana mi timidez me hizo excesivamente altanero», explicaría 35 años después el propio Álex.

Porque no hay nada más cierto que si algo hubo en la idea inicial, en el tuétano del pensamiento creativo de los Antonios, Asensio y Franco, a la hora de idear, de descubrir, de construir, de fabricar, de pintar, de dibujar, de compaginar y llenar de contenidos y, sobre todo, de diversos géneros, las páginas iniciales de 'El Periódico de Catalunya', cuyo nombre fue recurrido, pleiteado, por la competencia «porque cómo un diario puede tener el nombre genérico de periódico», fue la importancia que debía tener Deportes en todo el entramado.

Esa importancia partía de pilares fundamentales en las mentes de los Antonios que, hasta aquel momento, jamás habían sido tenidos en cuenta por amos, editores y directores de los grandes periódicos españoles. Primero, nunca antes un periódico generalista se había atrevido a convertir la sección de Deportes, un cajón de sastre donde trabajaban «los que no sirven para otra cosa», en uno de los ejes, no ya fundacional, sino periodístico del proyecto. Nunca antes una noticia de Deportes iba a pelear, en igualdad de condiciones (ahora que hay tanta pelea por la igualdad) con noticias de política, economía o sociedad, por conseguir un rincón en la portada del diario.

Un gran presupuesto

Nunca antes una sección de Deportes iba a ser tan numerosa y gozaría de un gran presupuesto. Nunca antes una sección de Deportes tendría los mejores fotógrafos (Carlos Bosch, José María Alguersuari, Joan Vilaprinyó…) e infografistas. Nunca antes una sección iba a tener Opinión propia, y con mayúsculas, no solo de sus redactores o jefes escribiendo, opinando, con más de una mosca, con artículos profundos, ni tampoco ¡importantísimo y muy novedoso entonces! la opinión deportiva se convertiría en editoriales.

Como tampoco, nunca antes una sección fue modelo en todo eso y más, mucho más, por ejemplo, en convertir sus informaciones, especialmente las que giraban alrededor del Barça, entonces sí més que un club, en temas del día o empezaría a convertir a los grandes articulistas e intelectuales del momento en asiduos opinadores de la actualidad deportiva.

Aquel rincón, aquella puerta tapiada, Fosbury, Sócrates, el tic-tic-tic de aquella bolita de la IBM nos convirtieron a todos en enfermos del periodismo y nos permitieron transformar nuestra mayor diversión, nuestro hobby, nuestro entretenimiento, en nuestra vida, en nuestra profesión, en nuestro oficio.

Cuando murió Álex J. Botines, todos quisimos morir con él. Casi nos negamos a seguir trabajando en esto. Pocas cosas tenían ya demasiado, algún, sentido. Pero ese apasionado y apasionante cabrón nos había ya inyectado la pasión por el Deporte y por contar sus historias. No teníamos marcha atrás. La única manera de homenajearle era conseguir que la máquina de los sueños, de nuestros sueños aunque hiciéramos ver que trabajábamos para los lectores (no, no, trabajábamos para nosotros, para desayunar cada día con 'El Periódico' sobre la mesa de la cafetería y mancharlo con la manteca del cruasán) perdurara en el tiempo. No sé cuánto. Hasta nuestra jubilación. Es decir, ¡ya!