"Tengo muchos argumentos, pero no dinero"

Desahuciado, Cristóbal Gil no puede batallar en los tribunales contra las cláusulas abusivas

«Tengo muchos argumentos, pero no dinero»_MEDIA_1

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J. G. ALBALAT / Barcelona

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Cristóbal Gil, de 59 años y vecino del barrio de Horta, es un afectados por la hipoteca. Había llegado a tener con unos socios una empresa que regentaba dos restaurantes, pero hace unos años sufrió un inctus. «Firmé unos papeles para que mis socios llevaran el negocio y cuando salí del hospital lo había perdido todo», recuerda. Se llegó a encerrar en uno de los locales.

Cuando se recuperó de la enfermedad, intentó buscar trabajo, pero no encontró nada. No podía hacer frente a la hipoteca de su domicilio y la de su apartamento, ni al pago de un crédito personal que había solicitado. El banco le embargó todo y se quedó en la calle. Tuvo que ir a vivir a casa de sus padres. Al final, montó con su hijo un bar, donde trabaja, aunque también pasó por dificultades. «Tuve también una amenaza de desahucio del bar, pero lo arreglé pidiendo dinero a un prestamista», relata. Eso sí, perdió definitivamente su piso y el apartamento.

No le fue aceptada en el juzgado su alegación por cláusulas abusivas cuando el Gobierno dio un plazo extraordinario de un mes para hacerlo porque incumplía el requisito de no haber sido aún desahuciado. La única vía que le quedaba era presentar una demanda por el mismo concepto en un juzgado mercantil. Pero no ha podido porque la tasa variable por lo reclamado es muy eleveda. «Teniendo muchas cosas a mi favor, no puedo hacer nada», subraya. La abogada Verónica Dávalos, de la PAH, intenta ayudarle. «Tiene un montón de cláusulas abusivas de manual pero no dinero para demostralo ante la justicia», dice la letrada Dávalos.