Eclosión del yoga en grupo y a la fresca

La popularización de la actividad ha llevado al auge paralelo de macroconvocatorias al aire libre, retiros intensivos y prácticas 'low cost' en las playas y parques

Yoga

Yoga / periodico

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Más de mil personas haciendo yoga a lo largo de un día en la explanda del Hotel W el pasado 11 de junio, y un montaje de más de 40 opciones de clases, charlas, gastronomía sana, meditación y feria en la estación del Nord una semana después, ambas como jornadas Yoga Day; o la reciente Yoga Conference en Sarrià, con clases y conferencias del 20 al 24 de julio, daban cuenta del fervor que desata la práctica colectiva de esta actividad en Barcelona.

El primero fue organizado por los clubs DiR con sus mejores maestros a beneficio de Unicef; el segundo, por centros como Equilibrium y Ashtanga Yoga Inbound y la asociación Iskon Barcelona, entre otros. Una cuarta macrocita en pocos meses volverá con la 'masterclass' Free Yoga by Oysho el próximo 17 septiembre. Una actividad que se contagia y se visibiliza a grandes pasos.

La parte buena de la visualización es acercarla a todos los públicos. Atrás quedan los tiempos en que el yoga era una disciplina minoritaria, con un aura mística que ahuyentaba a muchos y que se asociaba solo a meditación y quietud. Estas vertientes siguen siendo quintaesencia de la práctica, pero Occidente ha potenciado los estilos más dinámicos y fáciles para el gran público, a cuyo criterio quedará perseverar hasta alcanzar esa ansiada "conexión universal", que los practicantes avanzados pueden alcanzar, esporádica, provocada o permanentemente, detalla Jordi Canela, de YogaOne. Los retiros (de fin de semana) son un buen aliado. 

Para Marcela Santamaria, de Yoga Bindu (Arc de Santa Eulàlia, 1), con 10 años de trayectoria en Ciutat Vella y único espacio donde se paga por clases sueltas o abonos sin estar inscrito, la capital catalana es "meca europea", no solo en auge de practicantes sino de introducción en el país de "tendencias contemporáneas, como el 'rocket', el 'acro' o el 'synergy'", opina. Destaca que la gran novedad es que cada vez son más los hombres que practican, tras unos años de hegemonía femenina. Aunque la mayoría de sus clases son interiores, también convocan puntualmente sesiones al aire libre.

PARA TODOS

Y es que la didáctica en centros especializados ha salido al exterior en los últimos años en forma de un alud de propuestas en parques y playas al alcance de todos. Dos son sus aliados: la mayor cantidad de profesores que han convivido jamás en la capital catalana y el efecto multiplicador y de convocatoria de las redes sociales.

Equilibrium o Yoga Studio, entre otros, han forjado cientos de profesionales cualificados en la ciudad. Y el efecto YogaOne, por su dimensión, ha alimentado una cantera que expande la pedagogía, con un millar de estudiantes en sus cursos específicos para ser profesor o profundizar en la práctica en los últimos cinco años. Y la ventaja de contar con maestros de excepción, como este verano Andrei Ram, Jai Sugrim y John Scott. En este caso, según la normativa de la Yoga Alliance, y reconocida por la Generalitat.

Pero el yoga aún es un ámbito laboral donde queda mucho por regular y homologar y abrir un centro es tan sencillo que proliferan por la ciudad. La crisis también ha llevado a muchos a impartir clases al aire libre. Se impone conocer las credenciales de los profesores si se trata de una convocatoria desde las redes sociales.

La plataforma Meetup difunde decenas de encuentros de yoga cada mes, desde la Ciutadella hasta el litoral. Blogs especializados, como los de la yogui Xuan-Lan, y un sinfín de propuestas desde Facebook llenan la agenda de opciones.Hasta marcas como Moritz junto a Surfhouse han creado este verano un 'brunch' que cada domingo remata una clase de 'sup yoga' (sobre tabla de surf) en la playa de Barcelona.