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Elecciones catalanas: Los nervios del último día

Xavier García Albiol y Alicia Sánchez-Camacho, en un acto con niños, este jueves en Barcelona.

Xavier García Albiol y Alicia Sánchez-Camacho, en un acto con niños, este jueves en Barcelona. / periodico

NEUS TOMÀS /BARCELONA

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Con un poco de suerte usted sea uno de los miles de catalanes que está disfrutando del puente de la Mercè o de las festividades que se celebran estos días en varias localidades del país. Vaya por delante una declaración de sana envidia. Para los que están descansando y para el resto, la buena noticia es que hoy se acaba la campaña más intensa que se recuerda en Catalunya desde la recuperación de la democracia. Nunca los grandes partidos habían dedicado tantos esfuerzos a combatir una opción, la independentista, a la que hasta hace unas semanas esas mismos fuerzas no daban credibilidad alguna.

Cuando en una entrevista se le preguntó a Mariano Rajoy sobre qué pensaba de que sus intervenciones a menudo se conviertan en un acicate para los partidarios de un divorcio del resto de España, el presidente no se dio por aludido. El domingo obtendremos la respuesta, aunque lo que es seguro es que su entrevista en Onda Cero demostrando un desconocimiento de la sacrosanta Constitución impropio del cargo es un error que quedará guardado en las hemerotecas durante años. Si a ello se añade la reflexión de que «un vaso es un vaso y un plato es un plato» para explicar que los catalanes no podrían mantener la nacionalidad española, la conclusión es que estos 15 días han faltado argumentos y ha sobrado frivolidad. La última salida de tono, la de Felipe González sacando a colación los nombre de Stalin y Nicolás Maduro para denostar el proceso catalán. «Ya saben que encontrar ejemplos en la historia u otros países siempre es arriesgado. Pero González es un buen amigo de Catalunya y nos está alertando exactamente de los riesgos de dividir a los catalanes, de separar a Catalunya del resto de españoles, de salir de la Unión Europea y de situar las instituciones fuera de la ley», intentó justificar este jueves Miquel Iceta.

Etapa final

La campaña acabará con más nervios de los que había al empezar. Sirva de ejemplo la bronca iniciada ayer por el concejal republicano Alfred Bosch al querer colgar una esteladaestelada en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. Un gesto totalmente prescindible que solo sirvió para provocar al regidor del PP Alberto Fernández Díaz, y obligó a la alcaldesa, Ada Colau, a pedirles que se comportasen.

Se acaba el tiempo. Algunos partidarios del sí, con una sonrisa, prometen casi un paraíso sabiendo que el nirvana no existe. En el otro extremo, algunos del no dan por hecho que la independencia confinaría a Catalunya al infierno (eso sí, antes tendrían que reconocerla como Estado, cosa que no están dispuestos a hacer). En medio, candidaturas como Catalunya Sí que es Pot navegan entre dos aguas, en una posición que tiene tanto de sensata como tal vez de ingenua, teniendo en cuenta que Podemos aceptaría un consulta pero los socialistas ya han renunciado al derecho a decidir. O sea, que un cambio de Gobierno tras las generales de diciembre tampoco garantiza que mejoren las relaciones con Catalunya, o no al menos en el sentido de que esta pueda obtener un nuevo encaje en España. Además, en ningún lugar está escrito que, llegado el caso, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, no prefiriese a Ciudadanos en vez de a Pablo Iglesias. A no ser que los partidarios del no a la independencia lograsen escaños suficientes para imponerse a la suma de Junts pel Sí y la CUP. De momento, todo apunta a que los beneficiados de los votos perdidos por PSC y PP, así como de la presencia de nuevos votantes, será Ciudadanos, que podría como mínimo doblar sus actuales 9 diputados.

Rememorando a Wert

Una vez aclarado que la independencia no comportaría el corralito (autoenmienda del director del Banco de España) y que el Gobierno central asumiría su parte de responsabilidad en el pago de las pensiones (Rajoy dixit en Televisió de Girona), ayer tocaba atacar por uno de los flancos más sensibles para el independentismo (aunque no solo para este sector) y a la vez más goloso para el PP: la escuela. El encargado fue el cabeza de lista, Xavier García Albiol, con una propuesta que recordaba a la del exministro José Ignacio Wert (premiado con un sueldo de 10.000 euros al mes como embajador de España en la OCDE, en París) de españolizar a los alumnos catalanes. En un acto con familias en una ludoteca de Barcelona, el candidato del PPC planteó una revisión de las competencias en educación de la Generalitat para acabar con lo que considera un «adoctrinamiento» de los niños catalanes basado en «fomentar el odio contra España». Rajoy ya se refirió a que en las escuelas catalanas se está sembrando «la semilla de la discordia». PSC y Catalunya Sí que es Pot rechazaron la propuesta del PP, mientras que Ciudadanos se mantuvo en un segundo plano. Tal vez porque su discurso en este ámbito es muy parecido al de los populares.

Por cierto, la mala noticia es que una cosa es que hoy se acabe la campaña electoral y otra es que el domingo, pase lo que pase, se resuelva el llamado problema catalán.