Fe ciega en las urnas

«Moral de victoria, fe ciega en el mando». Bajo esa máxima militar, que gusta utilizar coloquialmente a algunos dirigentes del PSC, se ha regido la vida del partido desde el congreso de Sitges de 1994, que encumbró en el poder a José Montilla y a los capitanes territoriales.

Pero las cosas están cambiando, sostienen otros miembros de la dirección. Las dos debacles electorales consecutivas del 28-N y el 22-M y la proximidad de un congreso que ha de iniciar una etapa de renovación, derivaron el lunes en un debate con numerosas intervenciones, más diversas y con mayor beligerencia de lo habitual, en las que , con José Luis Rodríguez Zapatero como centro de la diana, algunos de los integrantes de la ejecutiva quisieron«marcar perfil»cara al futuro.

La reforma, el 20-N y la estrategia de Cruyff

Situación de emergencia

Eso sí, a un mes y medio de las generales, se impuso el interés común en no minar la maltrecha moral de victoria para el 20-N -de puertas hacia fuera, pero también hacia dentro- y al final se forjó un forzado«prietas las filas» para evitar una imagen de división perjudicial en las urnas. Y más aún en la situación de emergencia que viven los socialistas.

El trágala más doloroso, según coinciden todas las fuentes consultadas, fue el del rechazo al referendo, en un momento en el que el partido busca fórmulas para responder a las demandas ciudadanas de mayor participación en la política. El voto del PSC en el Senado, donde a diferencia del Congreso cuenta con un grupo propio, la Entesa, compartido con ERC e ICV-EUiA, hubiera permitido alcanzar la mayoría de 26 parlamentarios necesaria para forzar la consulta.

Los socialistas catalanes disponían en este caso de la autonomía reglamentaria para hacerlo. Numerosos miembros de la ejecutiva estaban a favor y se hubiera visualizado esa voz propia en Madrid que reclaman muchos dirigentes. Pero de momento, pudo más la fe ciega en las urnas.