El relevo municipal

Lluvia de chorizo en Badalona

Albiol asume la alcaldía de la tercera ciudad de Catalunya entre abucheos de los indignados y aplausos de los simpatizantes del PPC. Camacho y Fernández Díaz arropan al nuevo regidor

Ambiente caldeado 8 Albiol saluda desde el balcón, en presencia de simpatizantes e indignados, ayer.

Ambiente caldeado 8 Albiol saluda desde el balcón, en presencia de simpatizantes e indignados, ayer.

OLGA MERINO
BADALONA

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Los efluvios de aguardiente que inundan la playa, procedentes de la fábrica de Anís del Mono, no llegaban hasta la plaza de la Vila, aunque a más de uno le habría convenido unabarrejao un sol y sombra para templar los nervios. El de ayer fue un plenario muy tieso, y con razón: el PSC perdía la alcaldía de Badalona, baluarte socialista en el cinturón, después de tres décadas. La tercera ciudad más poblada de Catalunya, por detrás de la capital y L'Hospitalet de Llobregat, entregada en bandeja a los populares.

El recién nombrado alcalde, Xavier García Albiol (PPC), y el saliente, Jordi Serra (PSC), evitaron mirarse a los ojos, como en las películas del Oeste. Albiol disimulaba su inquietud departiendo sonriente con sus concejales. A Serra, en cambio, las puntas del bigote le apuntaban hacia el suelo y se le notaban las ganas de abreviar. El cabeza de lista de CiU, Ferran Falcó, trató de zafarse como pudo del varapalo que le dedicó la izquierda: los convergentes han optado por permitir que gobierne la lista más votada en Badalona -el PPC ha ganado en 28 de los 34 distritos de la ciudad-, y a Falcó le tocó el papelón de justificarlo.

Emulando a Rafa Nadal

Al término de la investidura, Albiol tomó la vara de mando y la besó, rememorando quizá sus años baloncestistas en la Penya; solo le faltó morder el bastón, como hace Rafa Nadal con las ensaladeras. En la calle, sin embargo, le aguardaba la matraca. Unas 250 personas, entre indignados y simpatizantes del PPC, caldeaban el ambiente. Más numerosos, los primeros:«¡Todos a una, Albiol a la basura!»; «Tot l'ajuntament, a la cua de l'Inem», y«No es un alcalde, es un ignorante». Cuando el nuevo regidor se atrevió a salir a la balconada, flanqueado por la presidenta Alicia Sánchez-Camacho y el diputado Jorge Fernández Díaz, se estampó contra la fachada una lluvia de chorizo -en rodajas y en tripa- y varios encendedores, que un jubilado se aprestó a recoger mientras reprendía a los jóvenes indignados:«Trabajo para todos; eso es lo que tenéis que pedir».

En el corrillo de seguidores del PPC se hablaba de la situación en Artigues, La Salut y Sant Roc, barrios conflictivos de esta ciudad con un 15% de inmigrantes. Se oían frases como:«A mi suegra le han robado tres veces»y«mi niña, de 12 años, tiene pánico a ir sola por la calle».Jesús, un hombre de 50 años que acaba de conseguir un contrato de tres meses en una empresa de derribos, lo tenía claro:«El trabajo, primero para los de aquí. Y el que venga a delinquir, fuera». Es en ese vacío, en los flancos degradados, donde ha penetrado el discurso volátil de Albiol.

Mientras la marabunta rugía, a esta cronista le dio por recordar aquella canción que, con cierta sorna amable, Joan Manuel Serrat dedicó a la Badalona currante y emigrada en el tardofranquismo:«Y esa carretera general/ y ese perro muerto en la cuneta/ y esos albañiles en samarreta/ casi ». Bien mirado, Albiol podría adoptar ese pasodoble como himno de su mandato: en minoría, escrutado de cerca por la oposición y por su propio partido, y con las arcas temblando, lo tiene difícil. «Qué bonito es Badalona/ en invierno y en verano», cantaba Serrat.