UN MAESTRO DEL TERROR

A Lovecraft, con amor

La edición anotada de sus relatos devuelve a la actualidad al soñador de Providence

El escritor de terror H. P. Lovecraft.

El escritor de terror H. P. Lovecraft. / periodico

Elena Hevia

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Esta es la historia de cómo un sociópata enfermizo, a quien su madre crió entre algodones y enseñó a temer a los extraños, se convirtió en un autor reverenciado por un pequeño círculo de seguidores y que sin llegar a perder jamás el favor del público acabó convenciendo a la crítica y entrando finalmente en el canon más de 80 años después. Howard Phillips Lovecraft no llegó a ver jamás sus historias de terror, aparecidas en revistas pulp, reunidas en un libro. Así que la aparición del lujoso y voluminoso (casi mil páginas) ‘H. P. Lovecraft. Edición anotada’ (Akal) tiene algo de venganza poética contra el pasado.

Editado por el especialista Leslie S. Klinger que se ha ocupado también de sus 1.000 notas (a tan solo 22 relatos, que se dice pronto) y del prólogo, el libro incluye también una introducción del guionista de cómic Alan Moore, que ha demostrado sobradamenet ser un fiel seguidor del terror cósmico del autor. Amén de  300 ilustraciones y distintos anexos, genealogías y cronologías, hasta la extenuación. Incluso los muy devotos quedarán saciados.

Detractores y fans

Cuatro años antes de su muerte a los 46 años, en una de sus 100.000 cartas –grafómano, llegó incluso a escribir una durante su agonía- dejó anotado su acertada percepción de que quizá su literatura podía ser “pobre”, pero estaba escrita con “sinceridad”. Eso que en un principio no supieron ver los grandes popes de la crítica norteamericana como Edmund Wilson –“El único horror de Lovecraft es su mal gusto y su pésimo estilo”. Y tampoco, Jorge Luis Borges que calificó su obra como “falsa” y “desagradable”, aunque no pocos estudiosos del argentino han creido ver en el cuento ‘El Aleph’, una reescritura del universo lovecraftiano.

"El único horror de Lovecraft es su mal gusto y su pésimo estilo" 

Edmund Wilson

— Crítico literario

Porque ahí están sus monstruos celalópodos llegados del espacio exterior o esta mitología de Cthulu que él no sistematizó, como sí haría Tolkien, sino que esta fue obra de sus fervientes seguidores, el llamado Círculo Lovecraftiano, sus apóstoles, que dieron a conocer sus trabajos con reverencia religiosa. Ahí están también el horror cósmico y la percepción de insignificancia del individuo frente a un universo que nos supera. Pero también su lenguaje anticuado, y su ristra de adjetivos, siempre los mismos, que no nos lleva a una inquietud en 'crescendo', sino que la tensión y la angustia están ya instaladas en las primeras líneas hasta alcanzar un superclima agotador. Ese asomarse al vacío y ver en el fondo de la nada lo más terrible, lo inefable, porque no hay palabras –¿o Lovecraft no las tenía?- para describirlo. Objetivamente, no es un buen escritor. Pero ¿quién lee objetivamente? Muchos  maravillosos estilistas no han superado la prueba del algodón del tiempo. Él, puerta de entrada a la lectura de muchos adolescentes, sigue ahí en las librerías.

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No es extraño que la  cultura popular haya  abrazado con amor al autor, especialmente David Carpenter que con 'The Thing' pero especialmente con 'En la boca del miedo' le hizo un rendido homenaje. De él han bebido autores como Stephen King y Clive Baker y también realizadores como Guillermo del Toro, no en vano uno de sus proyectos anunciados es la adaptación de ‘En las montañas de la locura’.

"En épocas de cambio el miedo se reactiva. Y ahí cobra plena vigencia el universo cataclísmico de Lovecraft" 

David Roas

— Especialista en literatura fantástica

Pero no solo eso. A finales del siglo XX autores mayores con una especial conexión con las concreciones del horror han sabido leer a Lovecraft. Joyce Carol Oates es una de sus grandes profetas y no extraña nada que un misántropo como Michel Houellebecq le dedicase un libro ‘Contra el mundo, contra la vida’ que utilizó como espejo de sí mismo. El francés se dio cuenta de que nada mejor que el soñador de Providence –muchos relatos surgieron de sus sueños- para ejemplificar nuestros miedos. “En épocas de cambio ese miedo se reactiva –explica el profesor David Roas, uno de los grandes expertos locales en teoría de la literatura fantástica- ahí cobra plena vigencia el universo cataclísmico, esa idea de que vamos hacia nuestra destrucción, de Lovecraft".

Icono de camiseta

Y de una forma más lúdica, pero no menos apasionada,  hay que considerar la lovecraftmanía que desde todos los puntos del planeta concentra cada año a los fans del autor en el NecronomiCon. Que una web ofrezca títulos de doctorado de la mítica e imaginaria Universidad de Miskatonic de Arkham a módicos precios es solo la punta de lanza de un floreciente 'merchandising’ siobre su figura.

Roas, embarcado en un estudio sobre la recepción e influencia del autor en España, destaca la vinculación del maestro del terror con Catalunya. Sorprendente pero cierta. A saber. Que solo dos años después de su muerte, en 1939, recién acabada la guerra civil, Josep Mallorquí i Figuerola, es decir José Mallorquí, el creador de El Coyote, tradujo en Barcelona las historias de Lovecraft para una editorial argentina. “El primer idioma al que se traduce es el español”, precisa Roas. En los años 50, cuando en Estados Unidos se había olvidado completamente del autor, los franceses lo convierten en un autor de culto, como muchos años antes habían hecho con Edgar Allan Poe. En esa lengua lo lee Joan Perucho que paseando junto a los 'bouquinistes' del Sena compra 'El color que cayó del cielo' y se queda atónito. Presume , y tenía de qué, de ser el introductor local del autor.  Y llega incluso a escribir un relato, 'Amb la técnica de Lovecraft' que más tarde y traducido al castellano llegará a publicar Camilo José Cela en la muy selecta 'Papeles de son Armadans'. Y con los años llegarían más ediciones, especialmente las ya clásicas de Alianza editadas por Rafael Llopis, uno de sus grandes valedores. 

¿Está Lovecraft realmente hoy en el canon? Roas no tiene dudas. No hay más que constatar que ha sido publicado en la American Library, lo que sería el equivalente de La Pléiade francesa y sus libros hoy no solo aparecen en sellos tan selectos como Acantilados sino directamente en esa entronización de los clásicos que es Cátedra. 

El lado oscuro del escritor

Mucha menos  pasión suscita la persona. Es muy probable que hoy ni siquiera los fieles admiradores de sus relatos se fueran a tomar una copa con el autor de ‘El que susurra en la oscuridad’ . Porque lo cierto, ¡ay! es que aprendió a conciencia la lección de madre –su padre murió loco, víctima de la sífilis- que lo atemorizó a conciencia frente a todo lo que fuera distinto a un burgués americano de origen anglosajón. Ese miedo primordial lo convirtió en un racista, un supremacista blanco con una prácticamente inexistente relación sentimental con las mujeres. El mismo año que murió su madre se casó con una escritora diez años mayor que él y la cosa no funcionó, lo que ha despertado no pocas conjeturas respecto a su sexualidad. Y sin embargo, Sonia Greene, su esposa distante, aseguró en un libro de memorias que “en la alcoba nunca hubo problemas”.

Puestos a imaginar no es difícil pensar que quizá Lovecraft hoy votaría a Trump. Pero David Roas, acordándose de un eslogan que se hizo viral hace un tiempo, apuesta por una posibilidad más divertida. “Vota Cthulu ¿Por qué escoger el mal menor?”.